La temporada 2023 del Teatro Colón se inauguró este martes con la puesta de la Segunda Sinfonía de Gustav Mahler, también conocida como Resurrección, estrenada en Berlín en 1895. En esta oportunidad el público pudo apreciar la regie del italiano Romeo Castellucci, a cargo la direccion, la escenografía, el vestuario y la iluminación; mientras que la dirección musical de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires y el coro Grupo Vocal de Difusión (muy buenos ambos) estuvieron a cargo de Charles Dutoit, nacido en Suiza pero a esta altura ciudadano del mundo.
El espectáculo dramático-musical con funciones programadas hasta el domingo en el Pabellón Ocre del predio La Rural. La sede elegida está a algunos kilómetros de distancia del tradicional Teatro Colón, aunque el espíritu de una puesta sofisticada y que convocó a su tradicional público demostraron, como diría Borges sobre “la esfera de Pascal”, “el Colón es una esfera cuyo centro se encuentra en todos lados mientras que su circunferencia en ninguno”.
La puesta de Resurreción, que fue programada por el Teatro para celebrar los 40 años desde el regreso de la democracia, tuvo dos audacias -y el espíritu audaz puede ser, en general, disruptivo de un modo positivo para quien lo posee y quienes lo rodean-.
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La primera audacia es elegir como sede un pabellón de La Sociedad Rural Argentina, asociada en el imaginario social a los sectores que avalaron la dictadura. El escenario se convierte en una cuestión muy diferente, luego de que una peona rural en búsqueda de su caballo, encontrara una fosa con cuerpos. Este hecho inicial da pie al centro de la escena dramática que es sostenida (aunque volveremos a esto) por la música de la Sinfonía. De la tierra surgen cadáveres y cadáveres y más cadáveres que son rescatados por un grupo forense (si se quiere ver un homenaje al Equipo Argentino de Antropología Forense, bien se puede pensarlo). Los cuerpos sin vida, entre los que también hay niños, no dejan de aparecer desde la fosa colectiva, como señal tremenda de una muerte exasperada. Se puede recordar el poema de Néstor Perlongher:
Bajo las matas
En los pajonales
Sobre los puentes
En los canales
Hay Cadáveres.
El descubrimiento de los cuerpos de los desaparecidos y su rescate para una identificación es, como se dijo, exasperante por lo interminable. Pero no significa que la exasperación ante el horror de la dictadura -a lo que remite, a 40 años del reinicio democrático- sea negativa, sino todo lo contrario. Otros elementos audaces de la puesta en escena son la permanencia de una abertura que permite ver la avenida Santa Fe y los autos y colectivos que la surcan (una manera de señalar la actualidad o marcar la realidad , en algún sentido, de aquello visto en escena) o la lluvia del final, que remite de manera conmovedora a esa “resurrección”.
Por otro lado, la performance musical de la Orquesta es muy buena, con intervenciones de gran elegancia por parte de la soprano Jaquelina Livieri o Guadalupe Barrientos, pero en particular por el coro, que se luce en el movimiento final de la sinfonía y puede llegar a emocionar al espectador cuando sus voces coinciden con la lluvia redentora.
Sin embargo, algunas audacias pueden salir mal. Las intervenciones musicales de la Segunda Sinfonía de Mahler (que recorre varios movimientos y abreva en diversas formas musicales) no coinciden, la mayor parte de las veces, con lo que sucede en el escenario. Se plantea de este modo una escisión que no permite una apreciación amplia de esta puesta de Resurrección. El espectador debe elegir entre la música, que se difunde con gran potencia, o la performance sobre un escenario del que, otra vez, no debe olvidarse como lugar de representación: un campo donde se encuentra una fosa común de cadáveres, en un escenario de La Rural.
* Resurrección se presenta el miércoles 8, jueves 9, viernes 10 y sábado 11 a las 20.30 y el domingo 12 a las 19. Las entradas están a la venta en www.teatrocolon.org.ar y en la boletería del Teatro Colón (Tucumán 1171, de 9 a 17).
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