¿Cuál es el lugar que ocupan las mujeres en el arte?, ¿cuál ha sido en la Historia y cómo los cambios sociales ponen en evidencia los discursos del pasado, hoy en conflicto? Esas son algunas de las preguntas a las que apuntan las dos muestras que se presentan en el Centro Cultural Rojas, a partir del próximo martes, 7 de marzo.
En el marco del 8M, llegan El taller, un cuarto propio para crear reúne obras de 9 artistas plásticas -Antonella Agesta, Dani Raggio, María Florencia Bruno, Estefanía Arias, Melina Lo Bue, Laura Antonella Cantisani, Ailín Macia, Nazarena Mastronardi y Vico Bueno- y Paseos, de Tamara Goldenberg, todas relacionadas en el presente o pasado con Baro Estudios, con curaduría de las historiadoras Gisela Asmundo y Luciana García Belbey.
“La idea me surgió cuando hace poco más de un año visité el taller Baro Estudios, que lo regentean Antonella Agesta y Dani Raggio, que está situado en una casa de finales del siglo XVIII, principio del XIX, que fue un gran momento de la arquitectura de Buenos Aires, muy Belle Époque, que queda en Constitución”, comenta Asmundo a Infobae Cultura.
Y agrega: “En este grupo, que en su gran mayoría mujeres, lo que me llamó la atención fue la libertad con la que podían crear, eso me fascinó. Era como entrar a la bohemia del siglo XX, me imaginé los talleres de Giacometti o Picasso, y enseguida me vino a la cabeza Un cuarto propio de Virginia Woolf, esa conferencia que da en el’ 28 para las autoras, pero que se puede también trasladar a todo el campo cultural del arte, en la que habla de que la mujer necesita dinero y un cuarto propio para poder crear”.
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“Parece algo paradójico, porque uno ya está en el siglo XXI, pero sucede todo el tiempo. Nos seguimos rigiendo por lo que fue construyendo la crítica moderna, el relato de las vanguardias, que mencionaron a las mujeres, pero continuaron reproduciendo el estereotipo femenino que se había creado en la época victoriana: en ese discurso las mujeres tenían un arte homogéneo donde, por ejemplo, estaba muy marcado el tema de la mujer, de lo femenino, había pinturas que tenían que ver con lo interior, y eso no es real”, dice.
En ese sentido, las artistas juegan con la historia, con las ‘tradiciones’, a partir de enfoques personales que ponen en evidencia los conflictos y rebaten la cuestión discursiva hegemónica como también realizan “un homenaje más que nada a la libertad que hoy tienen las mujeres, que cada vez es mayor”.
“Las nueve artistas tienen, cada una, su manera diferente de crear, son muy heterogéneas entre sí. Aunque guardan algo en común, todas tienen una formación sólida, una preparación. Sé que en el mundo contemporáneo hay una idea fuerte de que cualquiera puede ser artista, que comienza con el Dadá y también un poco del concepto de Duchamp. Y si bien, obviamente, hay grandes artistas que quizás no tuvieron formación, quería un poco contrarrestar de alguna manera esa idea, que es algo que se podría llegar a discutir”, explica Asmundo, quien además está al frente del sitio de divulgación artística elojodelarte.
Así, El taller, un cuarto propio para crear. Artistas de Baro Estudios es “una celebración a la libertad que tiene en la contemporaneidad la mujer para poder desarrollar su práctica artística”.
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En la exhibición se presentan pinturas de Antonella Agesta (Temperley, 1993), “una gran pintora, una gran colorista” que trabaja lo figurativo con el ojo en “el deseo y lo bello”; Dani Raggio (Buenos Aires, 1995), que centra su obra en “la cerámicas, las vasijas, que también tienen como un guiño a la historia del arte” y circulan a partir de las relaciones afectivas que llegan a su fin, Ailín Macia (Longchamps, 1990), que realiza site especific con “pequeñas maquetas que reproducen espacios que pertenecen al patrimonio nacional” y “monta sobre un fondo que tiene que ver con unos azulejos o mosaicos que ella misma crea” y Vico Bueno (Rosario, 1988) que trabaja la pintura como una “reinterpretación de la fotografía que juega en el límite de la ficción y lo real, lo propio y lo ajeno”.
Además, Nazarena Mastronardi (Buenos Aires, 1993) que “retoma todo lo que tiene que ver con lo botánico, que luego interviene con lavandina” y pierde el rigor científico; Florencia Bruno (Temperley, 1996), que tiene unas “obras más bien abstractas” que utiliza materiales tizosos que generan diferentes texturas en la superficie; Estefanía Arias (Buenos Aires, 1988), “gran pintora que lo que hace es tomar prendas íntimas, vestidos, que pertenecían a su entorno familiar y propias, como a su abuela por ejemplo, y las reproduce desde el sentimiento”; Laura Cantisani (Monte Grande, Buenos Aires, 1993), que con acrílico y óleo indaga en “mundos de fantasías y paisajes éxoticos” a partir de “situaciones no superadas tanto del incosnciente como del consciente”, mientras que Melina Lo Bue (Caseros, 1981), que “reproduce muy bien todo lo que tiene que ver con la naturaleza, lo biológico, y trabaja mucho la orfebrería” para establecer las relaciones entre las especies.
Por su parte en Paseos, se reúnen algunas de las de las series fotográficas más destacadas de Tamara Goldenberg (Buenos Aires, 1988), que interpela sobre como “las mujeres han sido relegadas” y muestra que “hay otro modo de narrar los hechos históricos” a partir de un “ojo metódico y caleidoscópico”.
*Las muestras en el Centro Cultural Rojas, avenida Corrientes 2038, se pueden visitar a partir del 7 de marzo hasta el 11 de abril, con entrada gratuita.
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