“Resurrección” por Romeo Castellucci: “No hay un solo mensaje, no es teatro ideológico”

El vanguardista director italiano dialogó con Infobae Cultura sobre su puesta en escena de la Sinfonía Nº 2 de Gustav Mahler, que el Teatro Colón presenta en La Rural desde este martes

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El Teatro Colón presenta "Resurrección" en la Sociedad Rural, el 7 de marzo, para celebrar los 40 años de democracia en Argentina.

“No creo que el arte pueda cambiar los hechos en la realidad. Pero puede provocar un cambio en la intimidad de cada persona, punto de partida de la conciencia, que a su vez marca el inicio de la política”, sentencia Romeo Castellucci, responsable de la puesta en escena de la versión de la Sinfonía Nº 2 Resurrección, de Gustav Mahler que el próximo martes 7 de marzo dará inicio a la temporada 2023 del Teatro Colón, en el inusual escenario de La Rural.

El director de escena italiano palpita el inminente estreno americano de su creación, enmarcado en una temprana “conmemoración por los 40 años de la recuperación de la democracia en la Argentina”, y como parte de Divina Italia, una colaboración entre el Teatro Colón con la Embajada de Italia en la Argentina y el Istituto Italiano di Cultura de Buenos Aires. Desde Berlín, donde prepara la puesta de Daphne de Richard Strauss para la Staatsoper Unter den Linden (la casa de ópera que fue dirigida hasta enero de este año por Daniel Barenboim), Castelucci se disculpa.

“Lamento no poder ir, por estar ya comprometido aquí, pero estoy muy honrado con la elección de la puesta para una ocasión tan importante para los argentinos”, dice. No obstante asegura estar tranquilo con el trabajo que sus colaboradores llevan a cabo en Buenos Aires. “Ellos cuidan apropiadamente la puesta, la acción, el espacio y el trabajo con la gente local que participa en la producción”, agrega.

Romeo Castellucci es responsable de
Romeo Castellucci es responsable de la puesta en escena de la versión de la Sinfonía Nº 2 Resurrección, de Gustav Mahler que el próximo martes 7 de marzo dará inicio a la temporada 2023 del Teatro Colón

La presencia del director suizo Charles Dutoit al frente de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, acompañada por la soprano Jaquelina Livieri y la mezzosoprano Guadalupe Barrientos, completa un cuadro previo destinado a generar una gran expectativa, amplificada por la ambientación de la acción en el ámbito de una fosa común. Cuerpos y más cuerpos son descubiertos en una secuencia sin fin.

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La música de Mahler como inspiración

— A diferencia de una ópera, en la cual la creación de texto y música van de la mano, aquí la obra musical existe desde finales del siglo XIX. ¿Cómo nació la idea de sumarle una puesta en escena?

—En primer término escuchando la música, sencillamente; sin ningún tipo de protección. Hablo de protección como condicionamiento cultural que significa tener un conocimiento previo sobre el tema, que a veces puede ser un problema.

—¿Por qué?

— Porque impide que la música te toque de un modo directo. Entonces, prefiero evitar esos tipos de condicionamientos cuando me enfrento a una obra artística. Me pongo en la posición de alguien que no sabe nada. Y ahí comienza el viaje. El segundo punto fue el título: Resurrección. ¿Qué significa hoy la resurrección?

Para Mahler, el título estaba relacionado con una perspectiva cristiana, una especie de viaje metafísico en el cual la vida y la muerte eran abordados desde una perspectiva cristiana. La resurrección desde el retrato de un héroe rescatado por la memoria, con infancia feliz, que vive, muere y finalmente resucita.

—¿Y para usted?

—Para mí, resurrección es una palabra que me despierta muchos interrogantes, y trato de expresar el significado de esta palabra desde una dimensión diferente, más humana, no tan metafísica sino relacionada con nuestra vida en la tierra.

La resurrección, en este caso, es una acción que puede ser llevada a cabo por la gente sobre la tierra a de la misericordia, en el intento de lograr una resurrección física de los cuerpos en la tierra. Por eso, los protagonistas de esta puesta buscan en la tierra, para salvar la dignidad de la gente asesinada. De gente anónima, asesinada y arrojada a una fosa común.

Una escena de la puesta
Una escena de la puesta de "Resurrección", que inaugurará la temporada 2023 del Teatro Colón en La Rural

El horror y la salvación

—Al ver a la gente hurgar en busca de cuerpos en la tierra, allí por donde pasó mil veces antes sin prestar atención, es imposible no pensar cuántas veces caminamos sobre nuestra propia historia sin reparar en ella. La pregunta es cómo no sentir culpa por esa especie de indiferencia por el pasado. Y pienso concretamente en lo que sucedió en Argentina durante y en los primeros tiempos posteriores a la Dictadura Militar.

—Es interesante, porque en cada lugar esta performance adquiere una significación distinta. En tu país, teniendo en cuenta su historia trágica, seguramente toma otra significación. Pero existen fosas comunes alrededor del mundo entero. En este caso, la gente que caminó sobre esa historia no sabía; lo descubren después, casi por casualidad. En realidad, es un caballo el que lo descubre. Y el caballo representa la naturaleza, la belleza… Representa la paz, la armonía con la naturaleza. Nada malo puede relacionarse con él. Pero debajo de esa belleza, de ese orden, yacen el caos y el horror. Y nosotros caminamos sobre ese horror, que finalmente descubrimos. Es verdad. Pero es un símbolo, una metáfora. Es una imagen muy concreta, pero metafórica.

Entonces, el horror se transforma en una gracia misericordiosa. Es gente que se apiada y recobra la dignidad para esos cuerpos que habían sido abandonados en el anonimato. Quieren salvarlos, darles un nombre. Es una especie de salvación: te quiero dar nuevamente un nombre, porque sos una persona como yo. Esa es la resurrección.

—Al ver la obra, a medida que avanzaba me atravesaron distintas sensaciones. Del horror inicial a cierta mecanización en el trabajo de exhumación de los cuerpos, en una suerte de hastío que finalmente deja paso al alivio. ¿Fue pensado así?

—Es tal cual. Y eso viene de la realidad. He visto muchos documentales con la gente shockeada, al principio. Pero luego es un trabajo, hasta que al final, la fatiga parece dejarle paso a una especie de oración. Es lo que sucede con la última mujer que queda en escena, que quiere seguir hurgando una y otra vez en busca de más cuerpos, como fuera de sí, aún cuando todos ya se fueron del lugar. Ese momento es como una oración. Y luego, la última imagen, con el campo vacío y ese agujero en la tierra, regado por la lluvia, es el momento que más me gusta.

—Hay una canción de un compositor argentino, Luis Alberto Spinetta, que dice que la lluvia borra la maldad y lava todas las heridas del alma. Pareciera escrita para esa escena.

— Absolutamente sí. Porque la lluvia es una sensación de lavar el alma pero también la promesa de una nueva vida. Y en determinado contexto pueden ser también lágrimas. No hay un solo significado; es lo que vos sientas en tu cuerpo, en tu corazón, en tu alma, en tu espíritu, según el punto de vista que tengas. En ese sentido, se trata de una obra abierta a la interpretación que cada uno le dé. Eso para mí es muy importante. No hay un solo mensaje. No es un teatro ideológico. El espectador es un co protagonista. Eso es muy importante.

Resurrección, de Gustav Mahler, es
Resurrección, de Gustav Mahler, es una coproducción con el Festival de Aix-en-Provence de Francia

Los límites en el arte y la experiencia argentina

—Desafortunadamente, vemos estas escenas todos los días en los diarios, en la tele… En Ucrania, la invasión rusa es un caso en carne viva, también en Siria… Lo hemos visto en los ‘80 en la Argentina, cuando salieron a la luz los crímenes de lesa humanidad cometidos por las Fuerzas Armadas. ¿Cuál es el rol del arte, en ese ámbito: debe provocar, relatar, indagar, reflexionar…?

—Ante todo tengo que decir pensé esta puesta bastante antes de la invasión, pero cuando vi las imágenes de las fosas comunes en Bucha, me shockearon y dudé sobre si seguir adelante o no. Me sentí abrumado por lo que veía, porque la realidad estaba superando holgadamente la ficción. Iba más allá de cualquier invención posible. Pero era tarde para cambiar esta idea. Inclusive por el COVID tenemos fosas comunes en todo el mundo.

En mi opinión, el arte no puede cambiar las cosas, pero sí llevarlas a un punto íntimo. No creo en el arte como activismo. No creo que el arte pueda cambiar los hechos en la realidad. Pero puede provocar un cambio en la intimidad de cada persona, punto de partida de la conciencia, que a su vez marca el inicio de la política. Creo en esta dimensión como una dimensión política, porque el teatro occidental siempre es un hecho político. Pero la política empieza cuando hay una conciencia como un ciudadano, como un hombre, como una mujer, como pueblo.

El arte no va sobre la acción, sino que es previo. Por eso creo que es muy importante. La tarea del arte no está en cambiar las cosas, que es imposible, pero es muy importante para darle al público, al espectador, en singular, la posibilidad de crear una conciencia. Eso significa hacer una elección, y hacer una elección significa tomar una posición política en el mejor de los aspectos.

—¿Cuáles son los límites? En los ‘90, un gran músico argentino, particularmente transgresor, llamado Charly García, planeó arrojar maniquíes al Río de la Plata durante un concierto, como un modo artístico de recrear los llamados “vuelos de la muerte”. Sin embargo, las Madres de Plaza de Mayo se opusieron con dureza a la propuesta, y finalmente no sucedió. ¿El arte tiene que tener límites para contar algunas historias?

—Creo que el arte, por definición, no puede tener límites, porque el límite es el arte. Si sos un artista, esa es la posición que deberías tener respecto de la idea del arte. Pero en este caso estás hablando de tabúes. Y creo que en el arte hay tabúes y cosas que se supone que uno no puede hacer. En mi opinión, vos tenés que hacer lo que quieras. Sólo no podés ejercer violencia real, infringir dolor, o derramar sangre.

Pero en la ficción podés hacer todo lo que se te antoje. Bajo tu responsabilidad, por supuesto. Bajo tu responsabilidad moral. Y si sos valiente y también un poco inconsciente, debes mantener tu decisión; tu idea. Creo que estás autorizado, en el marco de la ficción, a hacer lo que quieras.

“Resurrección” es una puesta con
“Resurrección” es una puesta con dirección, escenografía, vestuario e iluminación de Romeo Castellucci

—¿Tiene algún significado para usted que su puesta haya sido elegida para conmemorar los 40 años de la recuperación de las democracia en la Argentina?

—Temblé cuando me lo propusieron, porque sabía que es muy importante, no sólo para la Argentina sino para el mundo. Me sentí muy tocado por esta elección. Con un poco de temor, pero muy feliz. Porque se trata de una sinfonía que tiene un significado muy fuerte para mucha gente, y seguramente uno muy particular en la Argentina.

Esto no es un show

—¿Cómo se lleva con el trabajo a distancia, para poner todo a punto?

—Tengo a mis colaboradores trabajando allí, que cuidan apropiadamente la puesta, la acción, el espacio y el trabajo con la gente local que participa en la producción. Porque trabajamos con mucha gente local. Y, en definitiva, la puesta requiere que los actores actúen de la manera más simple, como si fueran trabajadores. Porque se trata de una actuación repetitiva y muy simple. La acción que ves está articulada con lo que escuchás, que tiene una enorme complejidad. Pero lo que ves es muy simple.

—Leí algunas críticas contra esa simpleza, diciendo que es una única idea, muy simple, la que rige el desarrollo de toda la puesta. Algo que de algún modo está ratificando.

—Absolutamente sí. No es un show. No podés hacer un show con un tema de esta naturaleza, frente a la imagen de una fosa común. No podés hacer un espectáculo con eso. Es como una contemplación. Estás sentado en el teatro no para entretenerte, sólo se trata de meditar, de flotar en el fluir de la música y dejarse llevar por esta imagen. Es muy fuerte, está muy ligada con nuestra sociedad, con nuestra historia…

De hecho, puede ser un poco aburrido. Son cuerpos que aparecen. Y más cuerpos, y más cuerpos. Como si no hubiera un final. Y ese es el punto. No es un espectáculo. Se trata de obtener la experiencia profunda de escuchar la sinfonía de Mahler, pero las imágenes no son las de un show, no es un ballet, no hay actores jugando escenas dinámicas, no hay efectos especiales…

—¿Cuántas veces subió a escena esta puesta?

—En Aux-en-Provence se hizo unas ocho o nueve veces.

—¿Cómo fue la respuesta del público? ¿Respondió a tus expectativas?

—Trato de no tener expectativas cuando hago teatro. No pienso acerca de la reacción del público, sino que la espero como una sorpresa. Siempre. Porque inclusive yo, en ese momento soy un espectador. Estoy sentado en la platea, entre la gente, y pude sentir la emoción, la manera en que la atmósfera cambia, cómo cambia la electricidad…

Y también percibí una gran tensión, con gente llorando, gente que abandonaba la sala. Todo tipo de emociones. Pero creo que en la Argentina vamos a tener otra respuesta, porque estas escenas son más concretas y son parte de su historia más reciente.

*La Sinfonía N°2 “Resurrección”, de Gustav Mahler, sube a escena los días martes 7, miércoles 8, jueves 9, viernes 10 y sábado 11 de marzo a las 20:30 horas y domingo 12 de marzo a las 19:00 horas en el Pabellón Ocre de La Rural (Av. Santa Fe 4201).

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