Mariano Pensotti y el futuro: “¿Cómo nos vamos a narrar dentro de 30 años?”

Uno de los personajes clave del teatro argentino contemporáneo vuelve con “Los años”, en donde plantea varias profundas cuestiones del ser y el tiempo. “Me obsesiona cómo contar una vida, especialmente en tiempos de redes sociales”, confiesa

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Entrevista a Mariano Pensotti en el Teatro San Martín (Foto: Emmanuel Fernández)
Entrevista a Mariano Pensotti en el Teatro San Martín (Foto: Emmanuel Fernández)

Después de un año de giras en Europa, llega a la sala Martín Coronado del Teatro San Martín Los años, la obra de Mariano Pensotti que representa de manera simultánea dos momentos en la vida de un hombre: a los 30 y a los 60 años.

Pero a esta obra se agrega una característica más: la versión treintañera del personaje vive en 2020, mientras que el mayor, en 2050. En el futuro, nuestro “presente” (el de 2020) se recuerda como la época de las pandemias. De ese 2050 imaginario salen las escenas más cómicas de la obra. La tendencia a comer solamente carne como consecuencia de los desastres naturales provocados por el boom de veganos, o el alza de un partido político que propone que Argentina vuelva a ser colonia de España, el Partido de la Nueva Colonia.

Para contar esas dos historias a la vez, el escenario se encuentra dividido a la mitad. La escenografía, a cargo de Mariana Tirantte, fue fabricada en Alemania, y nadie del equipo la vio hasta pocos días antes del estreno, en la ciudad de Bochum. Mediante las luces, a cargo de David Seldes, se alterna entre las dos historias.

Los años muestra cómo puede transformarse una vida y, a la vez, cómo conviven la expectativa, la realidad y la memoria de uno mismo. Están todos los signos del trabajo de Pensotti: la circularidad, las muñecas rusas, el peso de la ficción sobre la realidad, la actualidad política, las marcas que identifican a las ciudades…

Con funciones de miércoles a domingos se verá esta obra que ya pasó por Berlín, Frankfurt, Múnich, Milán, Zúrich, Girona, entre otras ciudades europeas. Además, la obra es invitada especial del FIBA y se podrá ver el miércoles 1 de marzo (las localidades se retiran desde 2 horas antes del comienzo del espectáculo en la boletería del teatro). El día anterior, martes 28 de febrero, habrá una charla abierta con el Grupo Marea, que integran Mariano Pensotti, Mariana Tirantte, Diego Vainer y Florencia Wasser.

Puesta en escena de "Los años", de Mariano Pensotti (Foto: Isabel Machado Rios)
Puesta en escena de "Los años", de Mariano Pensotti (Foto: Isabel Machado Rios)

En paralelo, el Grupo Marea está trabajando en una obra nueva, La obra, que estrenará en Viena a mitad de este año.

—¿Cómo surgió la idea de Los años?

—Yo quería contar la historia del mismo personaje en dos tiempos distintos en simultáneo, y que el espectador se preguntara qué sucedió en el medio. Como si contando dos tiempos se sugiriera un tercer tiempo, que los espectadores no ven, y que hace que se pregunten “¿Qué pasó?”.

—¿Qué tan originaria fue la idea de que uno de los dos tiempos fuese en el futuro?

—Originalmente pensé que la historia del joven fuera en el pasado, en los años 90, y la del viejo en el presente. Pero durante la pandemia me pareció medio tonto, y en la cuarentena se me ocurrió que el tiempo del joven fuera el presente y el tiempo del viejo, el futuro. Eso me organizó toda la obra. Porque además de mostrar dos tiempos simultáneos, y cuánto uno cambia a lo largo de una vida, también se suma la idea de cómo vamos a recordar este presente, aquel presente del 2020, desde el futuro. ¿Cómo nos vamos a narrar dentro de treinta años?

—¿Creés que la pandemia habilitó esa proyección de futuro?

—Sí. La obra surgió en un momento en el que parecía que no iba a haber futuro. Incluso como grupo de teatro no podíamos hacer obras, ni ir a festivales, ni ensayar…

Mariano Pensotti: "Además de mostrar dos tiempos simultáneos, y cuánto uno cambia a lo largo de una vida, también se suma la idea de cómo vamos a recordar este presente"
Mariano Pensotti: "Además de mostrar dos tiempos simultáneos, y cuánto uno cambia a lo largo de una vida, también se suma la idea de cómo vamos a recordar este presente"

—¿Cómo armaste las conjeturas de futuro? ¿Tomaste el universo de la ciencia ficción? ¿Creés en la circularidad de la historia?

—Sí, en parte pensé en lo cíclico. Uno tiende a pensar el tiempo que vive como un tiempo único y, a la vez, nos la pasamos buscando reflejos: “Esto se parece a los cincuenta”. Buscar esos reflejos es una manera de explicar el presente, que en verdad es inasible. En este caso, me interesaba que se pudiera sentir que hay cosas que efectivamente sí cambian, incluso en treinta años, un período cortísimo de tiempo. Y, por supuesto, no todos esos cambios van a ser positivos. Al mismo tiempo, todo lo que va a pasar dentro de treinta años está ahora. Hay una semilla. Como el fascismo está volviendo en Italia o la ultraderecha, en Argentina.

Pero también hubo mucho delirio artístico al imaginar ese futuro. Y, en esta circunstancia, en una obra de teatro, lo podemos inventar como queramos. En el pasado, tenemos que lidiar con interpretaciones. El futuro lo podemos inventar, es un futuro de artistas.

—En la obra parece haber una mirada un poco pesimista con respecto a la política partidaria, una idea de que todo da igual. ¿Lo creés así?

—En esta obra me pasó por primera vez que lo político y lo social aparecen de una manera un poco más patente. Porque el futuro no es lo mismo para la clase media que para la clase trabajadora o los excluidos. Por eso, enfrentarse a las cuestiones existenciales del futuro es un privilegio. Para mucha gente, el futuro es “cómo voy a comer mañana”. Pensar en el futuro en un país como el nuestro sin que ese aspecto esté presente no sería correcto. Y en el futuro también está la responsabilidad de unos sobre otros. ¿Cuál es la responsabilidad de un padre con respecto a su hijo? Con respecto a la política, creo que tiene un aspecto cíclico, como decíamos antes con la historia. Los tiempos, por distante que sean, muchas veces se parecen.

—El documental que está adentro de la obra afecta la realidad de su personaje, Raúl. En tu obra, el arte afecta a la realidad. Es el sueño del artista.

—Si en El público la pregunta era qué genera una obra en los espectadores, quizás en Los años la pregunta es la opuesta. ¿Cómo afecta el arte a los que lo hacen y a los que participan de él? Es como el axioma de los documentalistas, la paradoja del observador, de que la observación modifica al objeto observado, pero también al observador. Creo que esto no está tan tenido en cuenta últimamente. También creo que la obra también puede ser leída como una pequeña fábula sobre padres e hijos. Padres biológicos y sustitutos. Y cómo representar esa relación entre padres e hijos.

—En esa línea temática aparece la frase del libro de Karl Ove Knausgård.

—Sí. Creo que él, en ese intento proustiano, da una respuesta a una pregunta que a mí me obsesiona, que es la de cómo contar una vida. Qué se cuenta y qué se recorta. Especialmente en tiempos de redes sociales, donde todos estamos construyendo una ficción, o una edición, de nosotros mismos. ¿Qué mostramos? ¿Qué mentimos? La frase del libro me pareció extraordinaria. También me parecía interesante tomar un libro que ahora la gente lo conoce, y ver qué sucede con este fenómeno dentro de treinta años.

"Los años", de Mariano Pensotti, se presentará en el FIBA 2023 el 1 de marzo (Foto: Isabel Machado Rios)
"Los años", de Mariano Pensotti, se presentará en el FIBA 2023 el 1 de marzo (Foto: Isabel Machado Rios)

—¿Cómo trabajás con cine y teatro a la vez?

—Fue muy complicado. No soy muy fanático del uso de proyecciones en escena, y siempre tengo pudor de usarlas en una obra mía. Mucho tiempo pensamos que no iba a estar. Pero en algún momento nos dimos cuenta de que era necesario ver el documental, y no solo que estuviese narrado. En este caso, el documental es la cápsula que unifica los dos tiempos (el del joven y el del viejo). Filmamos y ensayamos en pandemia. Los ensayos fueron difíciles porque ensayábamos semiilegalmente en una sala del teatro, en el sexto piso, en julio, con ventanas abiertas y sin saber si la obra se iba a hacer. Así que fue muy complejo, pero al mismo tiempo, muy épico, la filmación fue medio Fitzcarraldo. En Lugano, con el niño...

—Los personajes se relacionan continuamente entre sí, dentro de la trama y a través de los actores, que hacen diferentes personajes a la vez. En ese sentido, es muy familiar.

—Para los actores es dificilísimo. ¡Bárbara Masso representa tres personajes! Y con una soltura impresionante. Para esta obra conocí una generación de actores que no conocía, que tienen 28, 30 años.

—¿Te ves obligado a poner referencias europeas por presentar tus obras en Europa?

—Trato de no pensar en que las obras se van a hacer en lugares que no son Argentina. En principio, para no lavarlas. La verdad es que son obras complicadas, con referencias culturales que los europeos no conocen, con subtítulos… Y me parece que está bien que sea así. No me gusta subestimar al público, quiero confrontar con un público que sé que es más complejo que lo que mucha gente supone. Y no porque sean intelectuales de clase media, de hecho a mí me interesa que venga gente de Lugano a ver la obra.

En esta obra sí tuve la tentación de hablar un poco más de Europa porque me parece un tema relevante, para los dos lados: por una parte, por esa idea estúpida de no creernos del todo latinoamericanos, sino como europeos en el exilio; y por otro lado, para plantear la pregunta ‘¿de quiénes nos creemos reflejo?’. Además, me parece relevante preguntarse qué interpreta Europa de América Latina. Europa sigue siendo muy colonialista.

—¿Cómo se relacionan la expectativa, la realidad y la manera en que uno recuerda el pasado?

—Creo que uno no es uno, sino muchos. Como si fuera el mismo personaje actuado por distintos actores. Lo que llamamos “ser uno” se va modificando a lo largo del tiempo. La diferencia entre lo que uno cree que va a ser y en lo que uno se transforma es como la diferencia entre una utopía y una sociedad que finalmente se construye en su nombre. Eso no significa que uno sea una versión vacía de sus expectativas. Por eso, en la obra hay tantas menciones a las utopías, a los edificios de Buenos Aires que copian a los europeos. Lugano fue construida para ofrecer vivienda digna a la clase trabajadora, pero luego sufrió los embates de las crisis económicas y políticas de los últimos años. Es interesante pensar los cambios individuales como reflejo de los cambios sociales.

"Enfrentarse a las cuestiones existenciales del futuro es un privilegio de clase", dice Mariano Pensotti, director de "Los años" (Foto: Isabel Machado Rios)
"Enfrentarse a las cuestiones existenciales del futuro es un privilegio de clase", dice Mariano Pensotti, director de "Los años" (Foto: Isabel Machado Rios)

—¿Cómo es tu proceso de trabajo dramatúrgico?

—Tomo notas. Soy de esas personas que siempre tienen una libreta en el bolsillo y anotan ideas todo el tiempo. Voy acumulando ideas que en cierto punto llegan a una masa crítica y se empiezan a relacionar entre sí. Cuando me siento a escribir, combino ideas. Pero a veces trato de combinarlas y alguna idea no encaja, y tengo que dejarla afuera.

—¿Tuviste la fantasía de “Me gustaría haberle dicho a mi yo de hace veinte años…”?

—Me pasa muchísimo. “Si hubiera sabido hace veinte años lo que sé ahora…”. Pero es ridículo, porque si lo hubiera sabido, no sería quien soy ahora. A medida que uno envejece, se idealiza la juventud, así como cuando sos joven fantaseás como quién querrías ser. Es como si nunca viviéramos lo que somos, sino que uno se pasa la vida imaginando el que va a ser o recordando el que fuiste.

* Los años se estrena este sábado 25 de febrero y se presenta en la Sala Martín Coronado del Teatro San Martín, de miércoles a domingo a las 20.30 hs.

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