La selfie y el cadáver de Picasso, la improbable combinación que atrae las miradas en ARCOmadrid

Una escultura a escala del artista malagueño muerto y recostado sobre una tarima, obra de Eugenio Merino, es una de las mayores atracciones en la feria internacional de arte contemporáneo en la capital española

Eugenio Merino, autor del Franco en la nevera, trae este año una escultura de Pablo Picasso a tamaño natural (Télam)

Con una polémica escultura del pintor Pablo Picasso muerto, a escala 1 a 1, que lo muestra recostado sobre una tarima, casi como una atracción turística, y que cuesta 45.000 euros, la polémica está garantizada en la feria internacional de arte contemporáneo ARCOmadrid, que abrió este miércoles en el predio de IFEMA, donde se desarrollará hasta el próximo domingo, y que ofrece como la obra más cara de esta edición, un Joan Miró, por 1,6 millones de euros (La femme et l’oisau).

Pasadas las 11 de la mañana, mientras una gran afluencia de público -collectors, profesionales del mundo del arte y prensa- colmaba los pasillos del predio de Ifema, la directora Maribel Lopez brindó unas palabras de bienvenida a uno de los eventos más destacados del arte contemporáneo, donde participan más de 200 galerías de todo el mundo, “el 66 por ciento internacionales”, destacó.

Entre cafecitos y croissants, en el espacio de encuentro Guest Lounge de la feria, diseñado por Hanghar & estudio DIIR, inspirado en el Mediterráneo -temas central de la feria- con tonalidades amarillas, una gran carpa roja y muebles de geométrica calidez, la directora de la feria repasó los más destacado de la actual edición, el programa general, el sector Opening y su apuesta por el galerismo joven, y la destacado presencia latinoamericana a través de la sección “Nunca lo mismo”, donde “algo está en constante cambio”, dijo López, como metáfora de la región.

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ARCOmadrid abrió sus puertas con 211 galerías presentes, hasta el domingo 26 (Foto: Télam S. E.)

Sin dudas, todas las miradas y “selfies” se las lleva -increíblemente- el “cadáver” de Pablo Picasso, la escultura hiperrealista, tallada en epoxi y resina, con vestimenta real, del artista Eugenio Merino, que emula una suerte capilla ardiente, en el 2023 que recuerda al malagueño por los 50 años de su fallecimiento. Hay también en el stand una máscara mortuoria de Lorca, a ocho mil euros.

“Eugenio Merino es un artista que siempre está intentando buscar cierta ironía, cierta crítica sobre los recursos de la cultura. Las efemérides como los 50 años de la muerte, no deja de ser un cliché turístico para vender merchandising y generar desplazamiento de turismo, La idea es que al final convertimos a estos personajes culturales en un polo de atracción para la cultura de masas, pues tengas un merchandising se haga su selfie. El trabajo de Eugenio siempre tiene esa ironía”, dice el historiador Miguel Angel Sánchez, director y propietario de la galería ADN donde el público se toma selfies con la obra.

¿Cuáles son las expectativas de venta? “Ni idea. Con este tipo de trabajo tan peculiar es difícil hacer una aproximación. Veremos. No te puedo decir ‘a priori’ si tendremos comprador o no. Ocurre que vienen todas las cámaras, la prensa se queda con esta imagen icónica y genera un efecto mediático que en otros lados no tiene. Creo que tiene que ver con una inmadurez sociopolítica por la que buscamos siempre el recurso más rápido, limpiando la propuesta de otras capas de significación que siempre están. Y se provoca este peregrinaje a ver la pieza”, añade Sánchez en diálogo con esta agencia.

La feria internacional de arte contemporáneo ARCOmadrid se desarrolla en el predio de IFEMA de la capital española (Foto: Télam S. E.)

Mientras, alguien de fondo, se toma otra selfie con el difunto. Es el mismo artista que en otras ediciones de Arco ha exhibido al dictador Franco dentro de una heladera, “una nevera”, mejor decir por aquí.

Podríamos parafrasear un manifiesto que nada tiene que ver con el arte y decir que “un fantasma recorre la feria ARCO”, pero no cualquier fantasma: el de Picasso. Ocurre que justo enfrente de la galería ADN, donde el público continúa sacando selfies con la figura mortuoria, cruzando el pasillo, vuelve a aparecer un homenaje al malagueño -esta vez con un sentido en las antípodas- en forma de refugio para inmigrantes que deben abandonar su país, una casilla, con las medidas exactas -cuatro metros- de las mismas que usan los refugiados en el mundo, pero cuyo contorno alberga diferentes fragmentos que replican al famosísimo Guernica.

“Es una obra del artista Eugenio Ampudia, que lo que hace es tomar el Guernica en su tamaño real. O sea, si todas los paneles de esta caseta se desplegaran tendrías una réplica de la obra en su tamaño real. Y además aquí la puedes apreciar mucho mejor que a la real. En el museo no puedes”, asegura el galerista Gregorio Cámara, codirector artístico de la española Max Estrella.

Es una invitación a convivir literalmente con el Guernica de Picasso, el cuadro sobre la guerra civil española que alberga el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. “El uso de la obra no es casual. Es la gran obra pacifista de referencia, que representa los horrores de la guerra, ya no solo por el Año Picasso sino también por lo que está pasando en Europa, donde hacía muchísimos años no había un conflicto así”, añade Cámara sobre esta pieza pensada para el exterior, valorada en 50 mil euros.

Una gran variedad de soportes, colores y estilos se encuentra a lo largo y ancho de la feria (Foto: Télam S. E.)

“Las expectativas de ventas en general son muy buenas para esta edición. ARCO es una feria que sabe atraer a coleccionistas, tiene un programa muy potente y confiamos en que vaya bien”, resume el galerista de Max Estrella.

Es en el stand de la galería Mayoral se vende la pieza más cara de la actual edición de Arco, La femme et l’oisau del catalán Joan Miró por dos millones de euros. Algunas piezas del artista, a menos valor, se consiguen también en otro stand español, la galería mallorquí Marc Domenech.

Hay una gran variedad de soportes, colores y estilos a lo largo y ancho de la feria que se propone reunir lo más destacado del panorama de arte actual. Al dar unas vueltas por el predio se percibe inmediatamente la abrumadora presencia del formato pintura, para algunos, porque es el soporte al que más se volcaron los artistas de cualquier disciplina al atravesar el encierro de la pandemia. Para otros, porque es el formato más fácil de vender para las galerías (al menos más fácil que una escultura hiperrealista de un muerto).

“Antonio Banderas mata a Joaquim de Almeida para salvar a Salma Hayek” se lee -apenas cruzar el acceso a la feria- en una pintura de grandes dimensiones. La leyenda ocupa la totalidad del espacio, obra del artista español Mario García Torres, titulada En Pistolero, que exhibe la galería alemana neugerriemschneider, muy cerca de las esferas transparentes que encierran los colores del arco iris, del danés Olafur Eliasson.

Es posible escuchar un crisol de idiomas al recorrer los diferentes stands del predio -francés, italiano, alemán, portugués, inglés- pero es momento de detenerse en los neones del joven artista Marco Godoy (Madrid, 1986), uno de los más jóvenes de esta edición, en otra galería de España, un letrero en el que reza “Emosido engañado”. Este creador toma slogans presentes en la sociedad y los “ilumina” con luces, en este caso, una referencia al famoso meme, aparecido en las calles como graffiti, y con graves faltas de ortografía, que tantas veces se ha viralizado.

Si bien el 66 por ciento de las galerías son internacionales, la mayoría de los stands pertenecen al país anfitrión, España (Foto: Télam S. E.)

La feria parece haber recobrado su siempre energética vitalidad, luego de algunas ediciones asediadas por la crisis de la Covid y el estallido de la Guerra de Ucrania, que el pasado año coincidió fatalmente con el día de apertura de la feria. El tema hoy regresa a hacerse visible puertas adentro del predio, en el stand de la galería Voloshyn de Kiev, donde sus obras cobijan frases vinculadas al conflicto: “Stop Putin”, “Gas embargo on Russia” y “Decolonize Russia”, así como fotografías que dan cuenta de la devastación en ese país.

Finalmente, la región estrella de esta edición, El Mediterráneo, tiene un apartado especial, una suerte de isla especialmente diseñada, donde se ubican 19 galerías de doce países, que coinciden territorialmente en este mar y que con la curaduría de Marina Fokidis se propone “recuperar una conciencia más esférica de esta región tan particular, con su geografía móvil e inestable y su atracción gravitatoria”, según la curadora.

Si bien el 66 por ciento de las galerías son internacionales, la mayoría de los stands pertenecen al país anfitrión, España, con una gran variedad de galerías que albergan trabajos de Antoni Tapies, Antonio Saura, José Guerrero, Fernándo Zobel, Rafa Macarrón, Juan Muñoz o Eduardo Chillida, entre otros muchos, aunque pocas artistas mujeres. Las galerías extranjeras apuestan también por la actual edición de ARCO y dicen presente salas prestigiosas como David Zwirner, Perrotin, Esther Schipper o Thaddaeus Ropac.

Fuente: Télam S. E.

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