Con el mismo impulso cuestionador al que apela en textos como Manifiesto contrasexual o Pornotopía para desmantelar la mirada canónica sobre el poder, el género o la sexualidad, el filósofo español Paul B Preciado acaba de presentar en el Festival de Cine de Berlín su debut cinematográfico, Orlando, mi biografía política, una adaptación del Orlando de Virginia Woolf publicado en 1928 que cuenta la vida de un noble inglés que cambia de sexo a lo largo de cuatro siglos.
Preciado, conocido por desatender las fronteras entre los géneros literarios en obras que cruzan la medicina, las políticas públicas y la industria farmacéutica para narrar cómo el binarismo de género disciplina la cultura y deja afuera del sistema los cuerpos que se resisten a ser normativizados, presentó ahora en la sección Encuentro de la llamada Berlinale una suerte de autobiografía que abarca la de muchos miembros del colectivo trans en esta adaptación de la obra de Woolf que ya tuvo una versión cinematográfica realizada por Sally Potter en 1992 con Tilda Swinton como protagonista.
El autor se define a sí mismo como hombre trans de cuerpo no binario y clama por la superación de los esquemas asertivos que determinan la diferencia sexual, un planteo que dialoga con el visionario texto de Woolf. De hecho, el debutante director sostuvo poco después de la proyección que él quería contar su vida, pero que en realidad ya fue narrada hace un siglo por la escritora de Las olas en el texto protagonizado por un joven que crece hasta convertirse en una mujer de 36 años.
“Esa es una gran pregunta filosófica. ¿Qué es una vida? ¿Cómo contar una vida? Para mí, por ejemplo, contar mi vida me resulta más fácil con el Orlando de Virginia Wolf que yendo a Burgos, donde nací, yendo al colegio donde estudié, porque esos lugares no cuentan exactamente lo que es mi vida. La narración de una vida es siempre un ejercicio de ficción, en el fondo, que uno elige”, definía en una entrevista reciente.
Preciado es una de las voces más persistentes y reconocidas de la teoría queer y los estudios de género en la actualidad. Discípulo de Jacques Derrida, su Manifiesto queer (2002) es el título de referencia en su campo y el año pasado publicó Dysphoria Mundi, un análisis “sobre la enfermedad como herramienta de control político” nacido de la pandemia, un momento de crisis política, social y económica en el que floreció una “insurrección de los saberes sometidos” gracias a las luchas feministas, el movimiento antirracista y el colectivo trans.
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Filósofo habitual de los medios franceses -reside desde hace tiempo en París-, el también activista y curador de arte se convirtió ahora en director de cine con su ópera prima, Orlando: mi biografía política, que generó ruido durante en su proyección en el Festival de Berlín, no sólo por su ingeniosa narrativa -que hibrida todo tipo de géneros y utiliza todo tipo de recursos escénicos- sino también por su sensibilidad, su humor y su originalidad.
Woolf escribió Orlando: una biografía inspirada por la vida de su antigua pareja, la poeta y novelista Vita Sackville-West, que fue protagonista de varios escándalos en la Inglaterra de los años 20 debido a sus relaciones extramatrimoniales con mujeres, con las que huía de una familia que siempre la obligaba a regresar a casa con su marido, el diplomático Harold Nicolson.
En su película, Preciado repasa la evolución de la transexualidad a lo largo de la historia y propone un mundo nuevo liberado de las imposiciones del patriarcado capitalista y colonialista: recalca la necesidad de abolir los géneros, o al menos, sus imposiciones y preconceptos heredados, para incluir a quienes no se perciben ni como hombre ni como mujeres ni como heterosexuales ni como homosexuales.
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“Si masculino y femenino son en última instancia ficciones políticas y sociales, ‘Orlando, mi biografía política’ quiere mostrarnos que el cambio ya no se trata solo de género, sino también de poesía, amor y color de piel”, sostuvo.
La obra va en línea con las formulaciones de su libro Dysphoria mundi, donde plantea que estamos en las transición de una sociedad analógica a otra digital y ante la desarticulación de una sociedad que se organizó “en torno a a taxonomías binarias (heterosexual-homosexual, hombre-mujer, máquina-organismo, animal-humano) y jerárquicas de raza, especie, sexo y sexualidad de la modernidad, que han servido para legitimar la dominación y la violencia de unos cuerpos sobre otros”.
Fuente: Télam
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