La belleza de la semana: “Campamento indio en el lago Hurón”, de Paul Kane

El obra del pintor canadiense surge de grandes expediciones que realizó por terrenos indómitos para retratar a los pueblos originarios del país del norte antes de que desaparecieran

“Campamento indio en el lago Hurón” (1848-1850), de Paul Kane, en Galería de arte de Ontario, Toronto, Canadá

En 1845, en pintor desconocido comenzó una travesía por territorios indómitos de Canadá. Realizó excursiones a caballo para cazar búfalos en tierras sioux, recorrió grandes trayectos en canoa -a veces solo- y caminatas en medio de grandes tormentas de nieve que duraban semanas.

Paul Kane (1810 – 1871) tuvo una misión, rescatar las costumbres y características de los pueblos originarios que iban desapareciendo a medida que el progreso, de la mano de los ferrocarriles y el comercio avanzaban, y lo realizó de una manera muy particular al pasar por un tamiz romántico aquello que observaba, como sucede en Campamento indio en el lago Hurón, un óleo realizado entre 1848 y 1850 que recupera aquella primera experiencia como explorador y que lo convirtió en un pintor histórico.

Detrás de toda pintura histórica hay una ficción. Un acercamiento que busca destacar a una figura u otorgar dramatismo a un momento determinado, como también un recorte subjetivo del artista y los valores de una época.

Autorretrato de Paul Kane, alrededor de 1845

El género, quizá uno de los fundantes de la pintura, surgió para presentar relatos de la biblia, por lo que desde el vamos tuvo su connotación propagandística. Incluso cuando se extendió a la historia antigua, como la griega o la romana, se basó en relatos literarios, y allí, una vez más, la mano del artista y el deseo de quien hacía el encargo tenía un papel preponderante.

Veamos un ejemplo sencillo que demuestra cómo una simple decisión del artista puede tener una notable influencia en obras posteriores y, en el tiempo, convertirse en una convención que atraviesa siglos. Pensemos en el saludo romano, en el que se alza el brazo mostrando la palma de la mano que, de manera más exagerada, se terminó convirtiendo en el saludo fascista y hoy inseparable del nazismo.

¿Existen pruebas de que los romanos antiguos saludaban de esta manera? Hasta ahora, ninguna, pero se necesitó que dos artistas importantes lo plasmaran en su obra para que la idea prendiera en el imaginario. Hablamos de Jacques-Louis David con El juramento de los Horacios (1784) y Jean-Leon Gérome con ¡Ave Cesar! Morituri te salutant (1859).

Detalles de las obras de Jacques-Louis David y Jean-Leon Gérome

Antes de ser apropiado por el fascismo, el saludo fue muy popular en el mundo, incluso era el que realizaban los deportistas en los Juegos Olímpicos y, hasta 1942, en Estados Unidos se saludaba así a su bandera durante la entonación del himno.

Paul Kane no es un artista de los que se hable en libros de Historia del Arte, por lo menos no fuera de Canadá o EE.UU., donde desarrolló su quehacer artístico y donde se encuentra la mayoría de su trabajo. Por su puesto, por estas cosas de que todo necesita ser etiquetado, se lo considera un pintor de historia, pero sobre todo uno etnográfico.

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Kane nació en Irlanda y se mudó a Canadá alrededor de los 10 años, para establecerse en York, actual Toronto, cuando era un asentamiento bastante inhóspito con unos miles de habitantes. Se pudo reconstruir que tuvo en su juventud alguna formación artística, y que llegó a presentar cuadros en la única exposición realizada por la Sociedad de Artistas y Aficionados en Toronto. Además, sobrevivió pintando letreros y embelleciendo muebles en una fábrica local e incluso algunos retratos a personas destacadas, pero luego comenzar una vida itinerante como retratista en la zona de Nueva Orleans.

Para 1841 abandonó EE.UU. con destino Marsella, Francia, y luego recorrería Italia, de Roma a Nápoles a pie, Suiza, París y Londres trabajando en diferentes oficios y realizando más retratos a pedido. Se cree que fue en la capital inglesa donde conoció a George Catlin, un brillante pintor que capturó la esencia de los pueblos originarios de Estados Unidos y que, en ese momento, presentaba un libro en la ciudad.

"Nube Blanca, Jefe de los Iowas" (Galería Nacional de Washington) y un detalle de "Consejo Indio (Sioux)" (Gilcrease Museum), ambas de George Catlin

Catlin y Kane podrían entrar en la categoría de lo que se llama pintores viajeros, esos hombres que ingresaban en territorio desconocido y luego llevaban sus experiencias al lienzo, textos o ambos. Por esta parte del mundo también los hubo y muchos, siendo algunos de los más conocidos Emeric Essex Vidal, Leon Palliére, Hipólito Bacle y Johann Moritz Rugendas.

De hecho, entre 1852 y 1858, Catlin realizó tres viajes por Sudamérica. En el primero, ingresó por el Pacífico y llegó al Atlántico a través del estrecho de Magallanes y terminó en la región litoraleña de Argentina. También recorrió zonas de Uruguay, Paraguay, Brasil, Perú y Venezuela. Su experiencia y dibujos pueden encontrarse en Last Rambles amongst the Indians of the Rocky Mountains and the Andes (1868) y My Life among the Indians (1909).

El encuentro con Catlin más ese espíritu de explorador que Kane ya tenía lo convencieron de seguir los paseos del estadounidense para registrar los pueblos nativos antes de que desaparecieran. Así, de vuelta en América, debió seguir como retratista para devolver los préstamos que le permitieron llegar a Europa y ya en 1845 comenzó su trabajo para retratar a las Primeras Naciones Canadienses.

"Cazando un búfalo", circa 1850 (National Gallery of Canada)

Comenzó por el Noroeste, a lo largo de la orilla del lago Huron, pero las dificultades y los peligros del viajero solitario le hicieron buscar el apoyo de la Compañía de la Bahía de Hudson, que poseía el monopolio de la venta de pieles y una serie de puestos en el territorio, donde el artista realizó hasta 1848 los bocetos que luego llevaba al lienzo en su hogar en Toronto.

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Durante estos viajes, Kane no sólo dibujó y pintó pueblos originarios, sino que también a los métis, una comunidad de ascendencia mestiza surgida de las uniones de mujeres de las primeras naciones con empleados británicos y canadienses-franceses de la Compañía.

Tras una serie de exposiciones exitosas en Toronto, consiguió un mecenas que le encargó 100 pinturas al óleo y también recibió pedidos del parlamento para realizar 12 pinturas históricas, que se mostraron con éxito en la Exposición Universal de París en 1855 y luego algunas viajaron hasta el Palacio de Buckingham para que las disfrutara la reina Victoria.

"Campamento a orillas del río Winnipeg, Manitoba", de 1846 (Wikipedia)

The Wanderings of an Artist between the Indians of North America from Canada to Vancouver’s Island and Oregon through the Hudson’s Bay Company’s Territory and Back Again (Las andanzas de un artista entre los indios de América del Norte desde Canadá hasta la isla de Vancouver y Oregón a través del territorio de la Compañía de la Bahía de Hudson y de regreso) fue su libro de memorias, publicado en Londres en 1859, ilustrado con muchas litografías de sus bocetos y pinturas, que se tradujo a varios idiomas.

La obra de Kane forma parte del patrimonio canadiense y sigue siendo estudiada, aunque ya existe un acuerdo sobre que se tomó muchas licencias para otorgarles una carga dramática. Sus bocetos de campo, con los que luego realizaba sus cuadros en su estudio, son un material riquísimo para los etnólogos, ya que las pinturas son muy veraces en capturar el estilo de vida de los pueblos originarios, ciertos detalles, pero no tanto en sus escenarios geográficos e históricos.

"Mujer cabeza plana con su hijo" (Montreal Museum of Fine Arts)

Así sucede con Mujer cabeza plana con su hijo (1848) donde reúne a un bebé Chinookan acostado sobre una tabla-cuna para aplanar su cráneo y en la que colocó como madre a una mujer Cowlitz, de una región diferente.

Regresando a Campamento indio en el lago Hurón, se revela esa necesidad de ingresar dentro del estilo romántico, idealizado, para poder satisfacer a sus compradores siguiendo lo que sucedía en Europa. De esta manera, el artista creó pinturas tomadas de la realidad pero con decisiones estéticas orientadas hacia el comercio.

Boceto original de donde surgió "Campamento indio en el lago Hurón"

En la actualidad, sus obras pueden apreciarse en tres espacios: la Galería Nacional de Canadá, el Galería de arte de Ontario, mientras que el grueso de sus bocetos, en el Museo de Arte Stark de Texas.

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