Lorena Vega, Valeria Lois, la vida extraordinaria y un teatro “desafiante”

Las protagonistas de la elogiada pieza de Mariano Tenconi Blanco, repuesta en el Teatro Picadero, dialogaron con Infobae Cultura sobre el costo emocional de actuar, las vicisitudes de la profesión y una amistad simbiótica. “Nos dicen que somos un monstruo de dos cabezas”, ironizan

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(Matías Arbotto)
(Matías Arbotto)

Dos amigas de toda la vida se reencuentran en el funeral del padre de una de ellas. Con incomodidad y vergüenza una, con alivio otra, Blanca (Lorena Vega) y Aurora (Valeria Lois) reconstruyen ese encuentro, cada una en su versión, para dar comienzo a La vida extraordinaria, una comedia dramática que hace a los espectadores pasar de la carcajada a la reflexión, una y otra vez.

Como los personajes de la obra, Lorena Vega y Valeria Lois también son amigas desde hace muchos años. Se conocieron en un grupo de teatro y trabajaron por primera vez juntas cuando un compañero del grupo, Juan Pablo Garaventa, tuvo la idea de hacer una obra con ellas dos. Y los tres, junto con Martín Piroyansky, formaron Grupo Sanguíneo. Trabajaron en equipo hasta que estrenaron una obra profética sobre un grupo de artistas que se separa luego de trabajar juntos mucho tiempo. Pero ellas continuaron su amistad, y fueron convocadas por Mariano Tenconi Blanco, sin saber que eran amigas, para volver a trabajar juntas después de diez años.

Después de una temporada en el Cervantes (primer premio en el 18° Concurso Nacional de Obras de Teatro del Instituto Nacional del Teatro) y otra en Timbre 4, La vida extraordinaria, de Mariano Tenconi Blanco, reestrena este sábado en el Teatro Picadero.

Aparte de actriz, Lorena Vega también es directora. Una de sus obras recientes es Imprenteros, un biodrama sobre su familia y sobre la imprenta en la que se criaron, que reestrenará también en el Picadero el viernes 10 de febrero. Y además, el 1 y 2 de marzo habrá dos funciones de Precoz, otra obra dirigida por Vega basada en la novela de Ariana Harwicz, con la novedad de que la protagonista de esta temporada será Valeria Lois. Entre gin tonics en el bar del teatro, las dos actrices contaron en exclusiva para Infobae Cultura sus impresiones al leer el guion, anécdotas en ensayos y sus experiencias en circuitos mainstream.

"El teatro es nuestro lugar
"El teatro es nuestro lugar indiscutible" (Foto: Matías Arbotto)

—¿Cómo se conjugan en sus vidas el teatro independiente y el circuito comercial?

—Valeria Lois: Las dos fuimos bastante afortunadas, y siempre estuvimos en busca de lugares familiares. En comparación con otros actores y actrices, en la vida profesional se nos dio eso que buscábamos. En parte porque tuvimos la suerte, pero también porque lo generamos. Cuando la actuación se da en un entorno comercial, se vuelve más duro. No es la profesión con la que la gente fantasea, sino que ser actriz se convierte en un lugar áspero donde no hay comunión con los otros. En el mundo audiovisual, hacer un papel chico es algo que una quiere hacer, pero cuando vas al set, no la pasás bien, incluso puede ser ingrato. Una hace su partecita y se va, mientras que los otros actores y actrices principales ya están en una dinámica que te excede. Es el lado B de la actuación. Pero hay que hacerlo igual, tengo una amiga que dice: “Peor es trabajar” (risas).

—Lorena Vega: Valeria tiene más experiencia en teatro comercial que yo. Quizá conozco más el universo audiovisual, en el que hay que poner un plus para generar un espacio familiar y acogedor. También hay cierto olfato, en nuestro caso Mariano Tenconi nos convocó a cada una sin saber la relación que tenemos, sin saber que “somos un monstruo de dos cabezas”, como dicen algunos. Durante los ensayos nos decían que no podían creer nuestra complicidad. Y a nosotras nos sorprendía porque no hacíamos más que lo que nos pautaba Mariano.

—Es decir que se sienten mejor en el teatro que en el cine.

—V. L.: El teatro es nuestro lugar indiscutible.

Aurora (Valeria Lois) y Blanca
Aurora (Valeria Lois) y Blanca (Lorena Vega) son dos amigas de toda la vida se reencuentran en el funeral del padre de una de ellas

—En La vida extraordinaria se ve cierta comodidad en su manera de actuar, cada una en su personaje y también en la relación entre esas dos amigas. Incluso la comodidad está en momentos muy desafiantes, como las escenas de las lenguas...

—L. V.: Sí, son desafiantes porque si no están en el punto justo, quedás muy expuesta. Puede ser muy incómodo. Cuando estrenamos nuestra primera obra nos divertimos de una manera impresionante, y creo que la memoria sobre ese goce se reactiva ahora. Como la obra cuenta un arco de vida grande, tenemos miles de momentos, hay miles de géneros entre la comedia y el drama, nos permite hacer de todo. Es como haber ido a la mejor fiesta. Está todo dado.

¿Hay algo en especial que determine esa comodidad?

—L. V.: En definitiva, siempre se vuelve a lo mismo: hay que armar un equipo de trabajo en el que haya confianza, confianza para arrojarse a hacer cualquier cosa… Especialmente si algo sale mal. Cuando ensayábamos Afuera (2002), la segunda obra que hicimos, había una escena en la que yo me hacía pis en la escena. ¡Y yo hacía pis delante de todo el equipo en cada ensayo! Y poco a poco, algunos empezaron a decir que no daba… (risas). En definitiva, el equipo tiene que poder aguantar ese tipo de cosas. En la parte de mi diario íntimo en La vida extraordinaria, mucho más ecléctico que el de Valeria, yo decía: “No puedo salir a actuar después de una hora y media de obra algo que no tenga la misma eficacia que lo que acaba de actuar Vale. ¡No me manden al muere!” (risas).

—V. L.: Una veía a la otra y pensaba que estaba bien y que una estaba mal. Surgía la inseguridad y la competencia más básica, dos temas con los que las actrices convivimos hasta que nos morimos. A mí me sorprendía cómo lo podíamos decir, y que decirlo nos hacía bien.

—L. V.: Es pesadillesco estar haciendo teatro sin estar cómoda o convencida de la obra. No hay media tinta. En este caso, hubo escenas que después se sacaron, como una escena de un parto que no funcionaba.

Lorena Vega: "Como la obra
Lorena Vega: "Como la obra cuenta un arco de vida grande, tenemos miles de momentos, miles de géneros entre la comedia y el drama, nos permite hacer de todo" (Foto: Matías Arbotto)

—¿Cómo se encontraron al leer e interpretar un guion con tanto contenido sexual?

—L. V.: Yo creo que entre todas las cualidades que Mariano Tenconi tiene como dramaturgo está a su favor la manera de tratar lo sexual. Tiene una expertise que en teatro es muy difícil de lograr. Él lo hace con humor, delicadeza, con delirio y sin que sea chabacano, superficial o burdo. Hay un antecedente, Todo tendría sentido si no existiera la muerte (2017), que versa muy centralmente sobre la sexualidad: es el proceso de filmación de una película pornográfica. Esa experiencia, que había tenido muy buen resultado, nos daba una pauta sobre el cuidado y mirada con que Mariano iba a tratar el tema.

—V. L.: No hubo nada que cuestionáramos. Sí tuvimos que ver cómo se llevaba a cabo ese guion, claro, pero en ningún momento dijimos: “Esta parte no va”. Yo agradezco que no hayamos puesto por delante cierta resistencia y que no hayamos pensado más de lo debido…

—Es muy femenina la obra, en un sentido biológico, por los temas que trata, y también en un sentido cultural: diarios íntimos, tacos, escotes, fajas…

—V. L.: Sí, hay una femeneidad cultural y epocal que se revienta por el aire en nuestras actuaciones. Es una buena combinación, porque hay una estética de la década de 1950 que en la escena siguiente ellas dos hacen estallar, por momentos pareciera que Blanca y Aurora se toman un ácido y tienen un viaje (risas).

—L. V.: Sí, creo que refleja en cierta manera lo femenino en la contemporaneidad. Hay gestos contemporáneos que se reflejan en cómo se trata la sexualidad y en nuestro modo de actuar. Nosotras imponemos desde la actuación una mirada, un recorte parcial respecto de lo que se está contando.

"Hay una femeneidad cultural y
"Hay una femeneidad cultural y epocal que se revienta por el aire en nuestras actuaciones" (Foto: Matías Arbotto)

—¿Les resulta una obra muy exigente físicamente?

—Valeria Lois: con La mujer puerca (2013) me lo preguntan. No me quedo mal físicamente. Yo me imagino un cirujano cardiotoráxico antes de operar: debe tener miedo, pero al mismo tiempo, ¡lo debe querer hacer! Y con muchísimo entusiasmo. Hay funciones malas y forzadas, pero es energizante.

—Lorena Vega: No hacemos un camino mimético con cuestiones personales. Hay un costo emocional, pero también tenemos que entender que ese es nuestro trabajo. Es un juego al que estamos acostumbradas. Una vez, cuando venía a ver una obra mía, antes de la función el director Sergio Boris me dijo: “Te veo del otro lado del plano”. Creo que es una buena manera de explicar el teatro: el momento de la ficción abre otra dimensión.

—¿Podrían decir que la actuación tiene un aspecto catártico?

—Valeria Lois: Cuando empecé a actuar a los 14 años, con Hugo Midón en Río Plateado, en mi casa había miles de problemas. ¡Yo misma era un problema! Me llevaba materias y no les contaba a mis padres. Y al ir a las clases, me olvidaba de todo. Cuando ensayábamos los sábados, no había celulares y pasábamos todo el sábado sin tener definido el plan de la noche, y no nos importaba. Eso me sigue pasando en los ensayos y en las funciones.

Valeria Lois: "Cuando la actuación
Valeria Lois: "Cuando la actuación se da en un entorno comercial, se vuelve más duro. No es la profesión con la que la gente fantasea" (Foto: Matías Arbotto)

¿Cómo es la reacción del público de La vida extraordinaria?

Valeria Lois: Para nosotras, la risa es un estímulo muy grande. También escuchamos que se suenan la nariz, en algunas escenas más tristes.

Lorena Vega: ¡Y nos hablan! En las partes de los diarios de cada una, nos hicieron comentarios en voz alta. Se nos acercan mucho después de la función amigas, o madre e hija, que vienen juntas a ver la obra.

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