Es el cuadro más caro del pintor austríaco más famoso, Gustav Klimt, una obra maestra que fue robada por los nazis y a la que el público apenas ha tenido acceso un par de veces en el último siglo. Ahora, regresa a su hogar en Viena para una exposición que analiza los orígenes de su autor.
Wasserschlangen II (Serpientes de agua II) fue terminada alrededor de 1907 y adquirida por Jenny Steiner, una empresaria textil judía que fue mecenas del movimiento artístico de la Secession y, especialmente, de su fundador y líder, Gustav Klimt.
La pieza se encuadra dentro del período dorado del artista y supone “una auténtica obra maestra”, resume Stephanie Auer, comisaria asistente de la muestra Klimt, inspirado por Van Gogh, Rodin, Matisse..., que se inauguró este viernes en la galería Belvedere.
Expoliada por los nazis
En junio de 1938, poco después de que Austria fuera anexionada por la Alemania nazi, la empresaria logró huir de Viena y su fortuna fue confiscada.
Dos años después, la pieza estaba en posesión del propagandista nazi Gustav Ucicky, del que se rumoreaba era hijo ilegitimo de Klimt.
En el año 2013, su viuda lo vendió en una subasta por 103 millones de euros (112 millones de dólares), de los que tuvo que entregar la mitad a los herederos de Jenny Steiner.
La pieza fue inmediatamente revendida por 168 millones de euros (183 millones de dólares), lo que hace de ella la séptima pintura más cara de la historia.
En todo ese devenir, Wasserschlange II apenas se ha expuesto en un par de ocasiones al público en los últimos cien años. En Viena se vio por última vez en 1964.
Y el pasado octubre fue exhibida cuando esta exposición se inauguró en el Museo Van Gogh de Ámsterdam, que ha organizado la retrospectiva en colaboración con la Belvedere.
Traerla ahora a Viena tampoco ha sido fácil, debido al enorme costo de la prima del seguro, que sobrepasaba la capacidad de responsabilidad civil del Estado austríaco.
Finalmente, el Museo Belvedere llegó a un acuerdo con los actuales propietarios, que asumieron los gastos extras del seguro a cambio de un proceso de restauración y de análisis realizado por los expertos del museo, el más importante del mundo en Klimt y que acoge su obra más conocida, El beso.
“La obra llegó en un estado excelente y solo fueron necesarias pequeñas intervenciones”, explica Auer.
La técnica de El beso
A través de un análisis mediante distintas tecnologías, incluidas radiografías, infrarrojos y microscopios, se ha concluido que Klimt, que en esa época experimentó con el uso de metales como la plata, el oro y el platino, empleó la misma técnica usada en El beso.
También se ha comprobado que Klimt fue cambiando la composición del cuadro y la posición de las figuras.
Con esta exposición se trata de mirar a Klimt desde la perspectiva de los artistas que lo inspiraron.
Durante mucho tiempo, Klimt había sido visto como “un planeta que gira en su propio sistema solar”, en palabras de la directora del Belvedere, Stella Rollig.
“Vemos a Klimt con nuevos ojos: como un artista abierto e innovador, que estudió otro arte, nunca ocultó sus fuentes, siempre sintió curiosidad por las nuevas tendencias e incorporaba sus sugerencias a su obra”, explica Rollig.
Entre las 90 piezas que forman la muestra, se cuentan, más allá de la obra de Klimt, ejemplos de Van Gogh, Matisse, Rodin, Toulouse-Lautrec, Monet, Cézanne y Margaret Macdonald Mackintosh.
Fuente: EFE.
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