Santander, España. El Centro Botín en Santander, junto con el Centro de Inteligencia Emocional de la Universidad de Yale llevan adelante una investigación para “generar desarrollo y riqueza social mediante el aprovechamiento del potencial que tienen las artes para despertar la creatividad”: buscan desarrollar la inteligencia emocional a partir del arte.
Desde el Centro Botín –que se integra (y potencia) a su entorno, con una magnífica construcción diseñada por el arquitecto Renzo Piano, quien ganó junto a Richard Rogers el concurso para diseñar el Centro Georges Pompidou de París— proponen “generar desarrollo y riqueza aprovechando el potencial que tienen las artes para despertar nuestra creatividad”.
Para desarrollar este programa con la Universidad de Yale, el Centro Botín trabaja con Damián Ortega: Visión expandida, deslumbrante muestra que agrupa por primera vez las piezas en suspensión del gran artista mexicano, con algunos íconos como Cosmic Thing (2002), un Volkswagen Beetle –como el que tenían sus padres en México, símbolo de la democratización del consumo— desmontado.
Ortega crea una reliquia de la era post industrial: un monumento sin pedestal, que es la primera pieza de su big bang. Además se exhibe Volcán (con vidrios de colores y pequeñas piedras de tezontle, una roca volcánica) que representa una erupción que da vértigo. Y la descomunal Warp Cloud, la estructura química de una gota de agua a través de esferas que simbolizan moléculas de hidrógeno u oxígeno.
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El programa con la universidad de Yale también se articula con la exhibición de Itinerarios XXVII, con los trabajos de artistas seleccionados en la última convocatoria del programa Becas de Arte de la Fundación Botín. En esta edición la integran artistas de Perú, España, Israel, Portugal, y el artista argentino Gonzalo Elvira, con el proyecto Los primeros fríos, sobre la escultura de Miquel Blay i Fabregas (Olot 1866 - Madrid 1936), cuyo original se encuentra en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, y la copia realizada por el mismo autor, en el Jardín Botánico Carlos Thays, en la ciudad de Bs. As. Este grupo escultórico, compuesto por un anciano y una niña, fue testigo –aquel día recibió 6 balazos– de la manifestación del 1 de mayo de 1909 en la antigua Plaza Lorea, que desencadenó la Semana Roja y donde fueron asesinados por la represión policial un número indefinido de trabajadores.
Además, hay obras de Elvira en el stand de Herlitzka & Co. y Henrique Faria en la feria Drawings from the South of America, en la semana de Master Drawings en Nueva York; luego la galería expondrá obra suya en la feria Arco de Madrid.
Los proyectos para Itinerarios XXVII fueron seleccionados entre un total de 428 solicitudes de 42 países. La exposición es el último paso de esta beca, que cuenta con 23 mil euros para cada artista seleccionado. La Fundación Botín otorga seis becas para artistas de cualquier nacionalidad con una duración prevista de nueve meses. Para participar en la próxima edición, hay que inscribirse a partir de la primera semana de febrero.
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El hipnótico Centro Botín está suspendido sobre pilares y columnas a la altura de las copas de los árboles de los Jardines de Pereda, en la costa de Santander: una especie de muelle sobre el mar con una vista privilegiada a la bahía. En este edificio, diseñado magistralmente por Piano, quien integró el centro de la ciudad y los históricos Jardines de Pereda con su bahía, y cuya fachada está recubierta con 270 mil piezas brillantes y circulares de cerámica nacarada que reflejan los rayos del sol y los destellos del agua, Infobae Cultura conversó con Fátima Sánchez Santiago, directora ejecutiva del Centro Botín. Licenciada en traducción e interpretación por la Universidad de Salamanca, donde se especializó en Educación social, Sánchez Santiago cursó estudios de Lengua y Civilización Francesa en la Universidad de la Sorbona, en París. Trabajó en la Tate Gallery de Londres, colaborando con los diferentes departamentos vinculados con el proyecto de ampliación del museo.
—¿Cómo logran “desarrollar la creatividad para generar riqueza económica y social”, uno de sus ejes? ¿Qué indicadores usan?
—El tema de la creatividad es inherente al ser humano. Todos somos creativos. La creatividad no como creatividad artística, sino cotidiana. Todos tenemos la capacidad de mirar a nuestro alrededor y resolver los problemas que tenemos de una manera nueva. Hay una creatividad artística; nosotros hablamos de una creatividad cotidiana: cualquier profesional que tiene que resolver un problema. Tú, en tu trabajo, te encuentras con una hoja en blanco y tienes que darle forma a todo lo que te estoy diciendo. Aquí tienes un problema, y tienes que darle la vuelta y utilizar tus estrategias para llevar a cabo un producto creativo, que al final es un texto y que tiene un sentido. Esto es lo que nosotros queremos desarrollar: la creatividad cotidiana de todas las personas y pensamos que el arte es un muy buen vehículo para hacerlo. El arte te enseña a afrontar esos procesos creativos, como entender el impacto que tiene una obra artística en ti, la emoción que te genera. Porque al final para resolver un problema creativo lo que necesitas, sobre todo, es generar una serie de emociones.
El proceso creativo estudiado en la investigación es un proceso mental, cognitivo, que tiene una serie de etapas pero pocas veces se ha tenido en cuenta cómo afectan las emociones a ese proceso creativo. Por ejemplo, si tú tienes que empezar a escribir, esa hoja en blanco genera frustración, ansiedad, nerviosismo. Todas esas son emociones que bien gestionadas van a permitirte saltar a la siguiente fase: estructurar las ideas y ponerte a escribir. Nosotros lo que hacemos en el Centro Botín es gestionar todas esas emociones que producen las artes para aprender a gestionarlas bien en los procesos creativos que tiene cada uno. Por eso generamos riqueza económica y social. Aquí vienen médicos, abogados, familias…
—¿Qué generaron específicamente con la Universidad de Yale?
—Generamos una metodología para que a través de una exposición, de un concierto, de las emociones que genera la lectura de un libro, la danza o el teatro, empecemos a entender los problemas del mundo profesional de cada persona.
—¿Cómo es la metodología? ¿Podrías contar un caso concreto?
—Por ejemplo, un grupo de investigación científico del Hospital Valdecilla, que generan muchísimos proyectos de gestión y de investigación querían hacer un taller sobre un problema concreto en una investigación sobre cáncer.
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—En el plano social, ¿qué impacto tiene?
—Había un problema en la investigación, un bache. Nosotros tenemos un facilitador (no le importa el contenido porque en el tema de la creatividad, el contenido lo trae el profesional). Trabajamos con los profesionales: ellos saben de medicina, de empresas; ellos traen su problema. Y el facilitador les hace pasar por las fases del proceso creativo acompañándose con temas artísticos, fundamentalmente en los adultos con obras de arte. Trabajamos mucho con la colección de la fundación Botín, con las obras de los becarios. Primero entendemos el problema, que en general genera emociones desagradables. El primer paso del taller –te lo estoy diciendo muy simplificadamente— es ir a la sala de exposiciones y empezar a buscar obras de arte que van ajustadas con esa sensación de malestar que tú tienes, que no te provocan sensaciones positivas, sino emociones desagradables. Tú identificas la obra de arte y empiezas a hacer observación continuada. Ten en cuenta que este es un curso de 8 horas en 8 semanas de 1 hora y media por semana. Son largos, son procesos complejos. Tú empiezas a buscar para entender esa ecuación. Lo importante para solucionar un problema profesional, o lo que fuera que tú tienes, es entender cómo es el problema. La resolución de problemas es tan baja no porque no tengamos soluciones buenas, sino porque no entendemos bien el problema. El arte te ayuda a entender cómo te hace sentir ese problema.
La media de ver obras de arte en un museo está en los 11 segundos, como mucho, por obra. Nosotros, en estos cursos, acabamos haciendo visualizaciones de cinco minutos. Cinco minutos delante de la misma obra de arte es un mundo. Esa visualización es también una especie de meditación. Es entrar en un estado mental en el que tú, a través de la obra de arte, ya no sólo la estás viendo, sino que la estás oliendo, estás intentando entender. Son procesos de visualización: vas empezando a entender las emociones que te genera este problema. El siguiente paso es preguntar para qué y por qué quiero solucionar este problema. Puede haber mil soluciones pero hay una que es adecuada y funciona. Es creativo cuando algo es adecuado y, además, aporta un resultado innovador, diferente. Trabajamos con generación de ideas y desarrollo de la idea. Y esto lo hacemos en diferentes momentos dentro de una sala de arte para ir identificando una obra que pueda conectar una parte con la otra.
¿A qué ayuda el arte? El arte te ayuda a identificar, comprender y regular emociones que tú sientes en tu vida cotidiana, pero en un contexto de seguridad psicológica, que es el centro de arte. En la sala de exposiciones no hay jefes de los investigadores que les metan presión, no hay enfermos que se están muriendo. En la sala de exposiciones están ellos y sus emociones, y el arte les ayuda a gestionarlas bien y abrirles una vía hacia la búsqueda de una solución correcta: por eso nuestro mensaje es que el arte tiene una función social y que los centros de arte no son sólo para venir los fines de semana a divertirse y ver una exposición y sentirse muy bien, sino que son espacios donde se puede cumplir una función social. Porque si el arte puede ayudarnos a resolver nuestros problemas cotidianos, el arte va a generar un desarrollo económico: estos científicos van a ser capaces de resolver su problema.
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