Con el comienzo del Año del Conejo, animal que rige, según la tradicional oriental, el año 4721, el más amable y tierno de los animales del zodíaco se ha convertido en figura estelar de numerosas exposiciones en el mundo, desde Nueva York hasta Corea del Sur, además del icónico “Rabbit”, una escultura de un metro de alto, del estadounidense Jeff Koons que desde 2019 ocupa la cima del ranking de la obra más cara de un artista vivo, y del conejo fluorescente real que el brasileño Eduardo Kac convirtió en el primer ser vivo que nació como obra de arte.
Conocida como la Fiesta de la Primavera, el Año Nuevo Lunar es una celebración de quince días -la más importante en China- marcada por numerosas tradiciones: en sus casas, las familias decoran las ventanas con recortes de papel rojo y adornan las puertas con coplas que expresan deseos auspiciosos para el nuevo año que comienza. La Nochevieja Lunar da comienzo a la festividad, un festín con platos simbólicos, como un pescado entero que representa la abundancia y trae buena suerte y fortuna. El decimoquinto y último día de la fiesta es el Festival de los Faroles -el próximo domingo 5 de marzo-, durante el cual la gente come tangyuan (bolas dulces de arroz) y los niños llevan faroles por el barrio, de noche, para marcar el final de la celebración.
El conejo es el cuarto animal del zodíaco chino y el 2023 es su año -específicamente el del conejo de agua-: se considera el más amable y tierno de los doce signos. Simboliza la esperanza, la longevidad, la misericordia, la elegancia y la belleza, características asociadas a las personas nacidas en 2011, 1999, 1987, 1975, 1963 y 1951, según los astrólogos. El arte, desde siempre, le ha rendido homenaje.
Tal es el caso de Conejo, el nombre de una escultura de acero inoxidable de 104 centímetros que imita la forma de un pequeño y peludo realizado con globos inflables, subastada en mayo de 2019 por 91 millones de dólares por la casa de remates Christie’s en Nueva York. Desde entonces ha convertido a Koons en el artista vivo más caro del mundo. Pero el exmarido de la Cicciolina no es, ni por asomo, el único artista que ha tematizado a un conejo en sus producciones.
El Museo Metropolitano (MET) de Nueva York presenta hasta el 4 de febrero de 2024 la exhibición Celebrando el Año del Conejo, que reúne 16 destacadas obras de arte chinas de su colección que ilustran cómo el conejo, una figura popular en la literatura y el folclore de China, ha sido un tema artístico prominente desde la Antigüedad.
Sus primeras representaciones aparecen en colgantes de jade y vasijas de bronce de rituales sagrados de las dinastías Shang y Zhou. Según la mitología, se cree que el conejo habita en la luna y ayuda a la diosa Chang’e a preparar su elixir de la inmortalidad, como se muestra en el reverso de un espejo de bronce de los siglos VIII-IX y en un espejo de seda bordado del siglo XIX.
Es entonces el conejo el protagonista de este Año Nuevo Lunar, también conocido como Año Nuevo Chino, Fiesta de la Primavera, Tet y Seollal. En esa misma línea, la plataforma Google Arts and Culture se sumó a la celebración con una galería online con las diversas representaciones artísticas de los conejos en la cultura china, a través de los tesoros del Museo de Arte de CUHK y colecciones privadas de Hong Kong. El itinerario va desde la fantasía mitológica sobre -otra vez- “el conejo en la luna”, hasta cómo muchos artistas representaban luego al conejo mirando hacia arriba, es decir, a la luna. Pero hay también en la muestra conejos de jade tallados, pinturas, obras con caligrafía antigua, decoraciones en abanicos o figuras de porcelana. La muestra online Celebrando el Año del Conejo, fue curada por Tong Yu Sam, investigador del Art Museum The Chinese University of Hong Kong.
“Cada animal del horóscopo tiene una serie de signos, colores y números de la suerte. Para el conejo, que representa la elegancia y la vigilancia, los días de la suerte son el 26, 27 y 29; sus flores de la suerte son el lirio de plátano y el jazmín, y sus colores de la suerte son el rojo, el rosa, el morado y el azul”, reza la exposición que se puede navegar online.
Los festejos en el mundo se extendieron además hasta la plaza Gwanghwamun en el distrito Jongno-gu de Seúl, Corea del Sur, donde han instalado un conejo gigante en el espacio público. En tanto, el Museo Folclórico Nacional de Corea en el distrito Jongno-gu de Seúl alberga hasta el 6 de marzo la exposición Here Comes a Rabbit (Aquí viene un conejo) que presenta el simbolismo y el significado de la criatura en la cultura coreana, donde la festividad del año nuevo lunar posee también gran relevancia.
En Washington, el Museo Nacional de Arte Asiático de Smithsonian celebra el Año Nuevo Lunar con una exposición de obras de su colección que permiten acercarse a las costumbres y tradiciones: los temas populares asociados a las celebraciones de la Fiesta de la Primavera, el simbolismo de los colores, las plantas y animales que lo rigen. Hay, desde luego, pinturas antiguas realizadas con tinta que dejan ver la representación de estos animalitos.
Se dice que las personas nacidas en el Año del Conejo son elegantes pero accesibles, con una mente ágil y buena memoria, consigna la web del museo. También se les considera amables, pacientes, modestos, responsables y fieles. Tal vez, algunas de esas sugerencias se escondan en las recónditas intenciones de los artistas que a lo largo del tiempo han tematizado a estos mamíferos que hoy protagonizan la festividad más importante para la comunidad china.
Si hay que mirar en retrospectiva, tal vez uno de los casos más controversiales de la historia del arte fue cuando el brasileño Eduardo Kac dio vida a un conejo real fluorescente, en el año 2000, en lo que llamó “arte transgénico”.
Alba fue el nombre del primer ser vivo que nació como obra de arte: un conejo transgénico de color verde fluorescente al que se le había inoculado el ADN de una medusa para volverlo bioluminiscente, polémica mediante. Kac convenció a los científicos del Instituto de Investigación Agronómica de Francia para crear este inédito conejo bioluminiscente, que nunca salió del laboratorio.
No hubo controversia cuando en 1982, el grafitero Jean-Michel Basquiat (1960-1988) dio forma a otro célebre conejo de la pintura, Red rabbit, un acrílico y óleo sobre lienzo que muestra a una criatura erizada, sobre un fondo carmesí, un perfil aplanado y rodeada por un halo blanco, en palabras de un artículo publicado en la web de Christies titulado “Adiós al Tigre: llega el Conejo”.
La liebre, una pintura renacentista del alemán Albert Durero (1471-1528) que data del año 1502, es probablemente su cuadro más célebre, aunque se mantiene guardado con fuertes medidas de seguridad y apenas se expone a la luz, allí donde reside, en el museo Albertina en Viena. La liebre más famosa de la historia del arte suele salir muy poco de su madriguera y es tal la importancia que le adjudican que al cumplirse 500 años de aquella mítica obra (2003), la capital austríaca instaló una escultura de un conejo gigante de plástico rosa, esculpido, cerca de la Ópera de Viena, del artista Ottmar Horl, en homenaje a la acuarela de Durero. Lo más curioso de la coneja rosa es que se convertirá en la nueva mascota de Chicago: la obra será instalada en el centro del Millenium Park de esa ciudad estadounidense, donde se encuentra actualmente el famosísimo frijol (Cloud Gate) de Anish Kapoor, que en su lugar viajará a Viena.
Portugal también posee una suerte de collage-mural, exponente del street art, con forma de conejo, que realizó el artista Bordalo II con desechos de basura y materiales encontrados en las calles de Porto y Gaia, ayudado por el colectivo artístico Mistaker Maker. “Medio conejo” se titula esta pieza de casi diez metros de altura, imponente, emplazada justo en una esquina que muestra, de un lado de la pared, los descartes en colores, la otra mitad en grises y negros, con la intención de dar visibilidad a aquellos elementos que las personas arrojaron a la basura, un guiño al cuidado del medio ambiente.
Debe ser probablemente el conejo más famoso de la literatura el que inspiró la obra escultórica del artista pop Edgardo Giménez, perfecto exponente de combinar fantasía y realidad, quien mostró Había una vez en octubre de 2022 en la galería MCMC, un conejo blanco sumergido dentro de una taza y una cuchara, sonriente y listo para tomar el té.
La obra realizada en 2022, de las más recientes de Giménez, en homenaje a Lewis Carroll (1832-1898) consistió en un gran conejo blanco dentro de una taza con un as de picas y su respectiva cuchara, una escultura que retoma a “La hora del té” y remite a Alicia en el país de las maravillas del autor británico.
Fuente: Télam S. E.
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