Fernando Cabrera: “Mi vida ha dejado atrás cualquier tipo de insatisfacción”

El artista uruguayo que “genera belleza en la incomodidad sotreta de vivir”, como lo definió Andrés Calamaro, se presenta el domingo en el Konex. Antes habló con Infobae Cultura de todo: la era del autotune, la canción de Shakira y el exilio de los argentinos a Uruguay

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Fernando Cabrera, retratado por la fotógrafa Ana Gilardone
Fernando Cabrera, retratado por la fotógrafa Ana Gilardone

A Fernando Cabrera parece más simple definirlo por lo que no es que por lo que es. No es un músico masivo, pero sí cuenta con un numeroso grupo de seguidores fieles e incondicionales. No es parte del star system, pero sí referente de músicos conocidos del star system. No se identifica con ningún género, pero hurga en todos: blues, tango, rock, carnaval uruguayo, candombe. No es el autor de grandes hits, pero sí de “Te abracé en la noche”, una de las canciones más bellas y sanadoras para despedir a alguien que amamos. Por todo lo que es más que por lo que no es, Cabrera se convirtió en uno de esos clásicos uruguayos que se disfrutan como si fueran propios. No es fácil acostumbrar el oído a su garganta y las neuronas a su poesía, pero una vez que su voz se torna amigable, es posible acceder a un talentoso y profundo letrista y compositor. Por eso sus presentaciones cuentan con un número cada vez mayor de oyentes devotos. Este domingo 22 de enero se presentará en el Centro Cultural Konex, y antes de su presentación, conversó con Infobae Cultura, y como siempre brindó conceptos que muestran que es un distinto en un mundo donde muchos suenan igual.

—¿Qué diferencias encontrará el público que llegará al Konex con el Cabrera que se presentó en el Gran Rex a fines del 2002?

—En el Konex habrá una especie de festejo o conmemoración de los diez años de mi libro-DVD Intro. Se trata de un libro de poemas en una línea diferente a la de las letras de mis canciones, que tiene al final, en una solapa, un DVD con una actuación filmada en los estudios ION, muy bien grabada. En el Konex haré una breve lectura de algunos poemas, con la presencia y la gran voz de Kevin Johansen, que también participará en algunas de las canciones. Además, estará quien me acompaña en los últimos tiempos en teclados, guitarras, percusión y voces, Diego Cotelo. Habrá también una participación especial de Luciana Jury, excelente artista argentina.

—¿Cuánto habrá de clásico y cuánto de nuevo en tus canciones?

—Porcentaje similar de “clásicas” y de nuevas. Pero conforman un todo, a mí me cuesta separarlas, creo que mis canciones ocupan, al menos en mi consideración, un mismo lugar en el tiempo. Son todas de hoy, del momento en que las estoy cantando. Tal vez esto refleja algo que yo siento, que es que vivo en un tiempo triple, donde coexisten el pasado, el presente y el futuro.

Foto de archivo: Fernando Cabrera se presentará el domingo 22 de enero a las 20 h en Ciudad Cultural Konex (@yo__magnolia)
Foto de archivo: Fernando Cabrera se presentará el domingo 22 de enero a las 20 h en Ciudad Cultural Konex (@yo__magnolia)

—En tiempos donde lo visual y el show parece primar sobre las canciones, tus presentaciones y la mayoría de tus trabajos son simplemente voz y guitarra. ¿Por qué?

—Me gusta creer que la canción se maneja y defiende sola. No estoy en contra de lo escénico, de hecho, en este recital van a haber detalles escenográficos y también visuales, aunque funcionales y discretos. Las canciones proporcionan una gran cantidad de estímulos. No me molesta que el público esté sentado, quieto, percibiendo todo lo que ofrecen la música y la letra. Creo que es una actitud muy activa porque están participando, están formando parte de la tripulación de ese barco. Obviamente mis canciones no están hechas para el pogo o para que subas a tu novia en los hombros y esta se saque la camiseta o para revolear banderas. Para eso, además, hay infinidad de propuestas. Mi música es para estar muy activo y participativo adentro de tu mente.

—En “Viveza” usás una caja como elemento de percusión, ¿tiene que ver con lo que aprendiste de Eduardo Mateo, de romper esquemas, con buscar, investigar?

—No con Mateo ni con romper esquemas. Si bien Mateo forma parte de mi formación, al igual que tantos otros que como él tomaron la canción como un campo de innovación, o como un lienzo en blanco al que llenar con ideas propias. Pero la idea de los fósforos me viene de los bolichitos de Río de Janeiro, fines de la década del 70, “los botiquines”, como les llaman ellos. En época de Carnaval, sobre todo, cuando la gente canta y hace percusión con lo que tiene a mano, recordando viejos sambas, con una musicalidad asombrosa propia del pueblo brasileño. Cuando compuse “Viveza”, que es un samba como salido de 1930 o 40, pre-Bossa Nova, se me ocurrió acompañarme así, pero no haciendo percusión con los dedos sobre la cajita, sino sacudiéndola, como si fuera un shaker.

—Alguna vez dijiste: “Mis lecturas, que fueron muchas, contribuyeron a ir formando y desarrollando un estilo que es el que utilizo para escribir” ¿Cuáles fueron esas lecturas? ¿Se puede escribir sin haber leído?

—Contribuyeron, pero también hay algo propio y previo, algo que ya está en la mirada o en la interpretación que del mundo hace una persona desde la infancia, cuando aún no hay lecturas de ningún tipo. En mi adolescencia empecé a leer, primero poesía gauchesca y luego de todo. Se puede escribir sin haber leído, también se puede operar sin haber estudiado cirugía. Pero no tiene nada de malo leer, me refiero a leer cualquier cosa, todo aquello que nos acerque a la lengua por dentro, a conocer y tratar de desentrañar el idioma y sus leyes o características. En principio todo profesional de la comunicación, como los periodistas o los políticos, creo que están obligados a conocer bien la herramienta. Pero pienso que es útil y necesario para todo ser humano, por las mismas necesidades de comunicación, de que el mensaje o lo que sea, llegue claro al interlocutor.

—El año pasado hiciste dos funciones en el teatro Astros pero también te presentaste en el teatro Brazzola de Chascomús. ¿Lo importante no es el lugar, sino la propuesta?

—Hablando genéricamente, el lugar es lo de menos. Puede darse el fenómeno de la comunicación artística, la magia que el arte tiene, en un asado o en una escuela o en un salón vecinal. Yo ahora estoy más quisquilloso con las condiciones mínimas para presentarme, pero a lo largo de mi vida, y sobre todo en los comienzos, tocábamos en cualquier sitio, y además muchas veces ni siquiera cobrábamos.

“No hay nada más lindo para mí que un colega elija algo mío para integrar su repertorio”, asegura Cabrera
“No hay nada más lindo para mí que un colega elija algo mío para integrar su repertorio”, asegura Cabrera

—Tus letras son poéticas, pero no incomprensibles. Son simples, pero no tontas. ¿Cómo es tu método de composición? ¿Priorizás la letra por sobre la música o la música por sobre la letra?

—Tengo dos métodos, si se los puede llamar así. Algunas veces hago la música primero, se me ocurre algo y lo grabo en cualquier soporte que tenga a mano. Si me gusta mucho, le empiezo a buscar palabras, y sin saber nunca cuándo voy a terminar, va saliendo de a poco algo parecido a una canción. Ejemplo: “La casa de al lado”. En otras ocasiones empiezo por la letra. Al principio todavía no sé si va a ser una canción o un poema, depende de la complejidad del texto, o del asunto que toque. Ahí lo voy elaborando lentamente, con correcciones, cambios, pulidos. Y con el correr de todo ese proceso, casi sin darme cuenta, se va haciendo la música, sola, como que va saliendo de la propia musicalidad y métrica de la letra.

—¿Cómo surgen los temas de tus canciones? Hay mucho de tu ciudad, de tu familia.

—Tanto la ciudad como mi familia u otras personas son personajes que participan y ayudan. Pero el tema o asunto no son ellos, suelen ser otras cosas que se van planteando y van apareciendo con la ciudad o las personas como soporte, o a veces como escenografía.

—¿Tus canciones nacen o se hacen?

—Las dos cosas. Algunas parece que “bajaran” ya casi prontas, son nacimientos mágicos, partos sin dolor. Otras son fruto más bien de la elaboración, de un lento trabajo con el oficio.

—Alguna vez afirmaste que componés “canciones de opinión, canciones donde un tema de nuestra vida social me conmueve y quiero opinar sobre eso”. ¿Qué temas últimamente te conmueven y querés opinar sobre ellos?

—Suele ser el mismo tema siempre, las inequidades absurdas y dolorosas entre los seres humanos. Me gustaría que todo el mundo arranque la carrera en las mismas condiciones, como sucede en el deporte: en la misma línea, con los mismos calzados, con el mismo entrenamiento y las mismas condiciones físicas. O sea, que el peso pluma no tenga que enfrentarse con el peso pesado, o que el Fórmula 1 no corra contra un monopatín. Tan simple –y utópico– como eso.

—De tus canciones ¿tenés preferidas?

—Hice más de 250 canciones, mis preferidas son un grupo de 15 o 20, aunque sujeto a cambios. Mis preferidas hoy: “Agua”, “El viento en la cara”, “La estancia”, “Los viajantes”, “Viva la patria”, pero bueno, la memoria no me ayuda…

“La canción se maneja y defiende sola”, asegura
“La canción se maneja y defiende sola”, asegura

—Sos uno de los músicos más reversionados del Río de la Plata y referente de otros artistas, como Jorge Drexler, Andrés Calamaro y Rubén Rada. ¿Qué te provoca que otros artistas te elogien o reversionen tus temas?

—Una gran emoción, satisfacción, no hay palabras. No hay nada más lindo para mí que un colega elija algo mío para integrar su repertorio, sobre todo cuando ellos también son compositores. Es una de las grandes alegrías de mi vida y además me siento como justificado.

—¿Cómo ves la escena musical actual en tiempos de algoritmos y autotune?

—Bueno, la observo, en el limitante marco de mi actual desatención general. Trato de analizar qué elementos de las nuevas tendencias de la canción podrían serme útiles, o necesarios para intentar una mejor comunicación con los oídos de hoy, con los jóvenes de hoy. Pero esa preocupación es un poco inconducente, es evidente que yo ya no puedo cambiar mi estilo, y si lo hiciera corro el riesgo de sonar ridículo. O de perder mi público, algo que debo cuidar como a un tesoro.

—¿Escuchás nuevas propuestas o preferís lo ya conocido?

—Hace años que escucho al azar lo que cualquier parlante en cualquier sitio me depare. Abandoné la antigua preocupación por estar al día, informado. Es agotador y no tengo tiempo. En la actualidad tengo mucho que no hacer.

—¿Qué opinás de la canción que Shakira le dedicó a Piqué? Según Iván Noble, “el despecho no es buen consejero a la hora de escribir”.

—No me interesa el motivo de la letra, al revés que a todo el mundo. Lo que sí observé –y nadie habla de esto– es que Shakira logró algo dificilísimo para una artista pop ya mayor: un producto musical actual y que dialoga con públicos nuevos, mucho más jóvenes que ella. Y además, como movida promocional y/o de marketing, es lo más contundente que hizo en su vida (posiblemente un trabajo en conjunto con su discográfica). Obviamente para conseguir la atención masiva que está teniendo, influye el morbo de la gente respecto a su vida privada.

—En los 90, dijiste: “Atravesaba una época, no diría oscura, pero definitivamente desencantada con los pocos resultados de la profesión”. ¿Cómo atravesás estos tiempos postpandémicos?

—Muy bien, mi vida ha dejado atrás cualquier tipo de insatisfacción. Todo depende de uno.

Foto de archivo: En el universo de Fernando Cabrera se mezclan los orígenes de la música uruguaya, el candombe, lo experimental, el Negro Rada, Eduardo Mateo, Astor Piazzolla y Spinetta (Ana Gilardone)
Foto de archivo: En el universo de Fernando Cabrera se mezclan los orígenes de la música uruguaya, el candombe, lo experimental, el Negro Rada, Eduardo Mateo, Astor Piazzolla y Spinetta (Ana Gilardone)

—Muchos argentinos se fueron a vivir a Uruguay. ¿Es tan paraíso como nos cuentan? ¿Qué podés decir de Uruguay hoy?

—No se vinieron a vivir a Uruguay, sino a Punta del Este, José Ignacio, etc. Son los ricos los que vienen, al gusto de nuestro presidente y su Gobierno. Ya tenían sus mansiones de veraneo acá, ahora nosotros les proporcionamos una cantidad de colegios exclusivos y servicios de salud. El restante 95% de los argentinos no pueden venir, acá es carísimo.

—Desde el otro lado del charco, la Argentina ¿se ve tan mal como nos parece?

—El uruguayo promedio tiene una triste costumbre, por complejo de inferioridad, de ver a la Argentina como un espejo donde no se quieren ver, como un país lleno de defectos insalvables. Es una mirada miope que esconde la envidia y admiración que les provoca ese pueblo tan rico. Es mi opinión.

—¿La sal de tu vida sigue siendo mostrar nuevas composiciones?

—Sí, es como un oxígeno. Pero también de un tiempo a esta parte empecé a sentirme conforme con lo que ya hice. Pero no puedo evitar sentir un inmenso placer cuando hago algo nuevo.

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