El reciente ganador del premio Alfaguara de Novela, el peruano Gustavo Rodríguez, es reconocido en su país por una decena de obras de ficción, pero también se ha destacado como publicista y ha escrito libros destinados al público lector infantil y juvenil. Estas distintas facetas lo han llevado a reflexionar no solamente sobre su oficio sino también a indagar temáticas recurrentes en su obra como la falta de un liderazgo político que acomode la vida democrática en el Perú, la desigualdad y los prejuicios raciales que atraviesan a una sociedad como la peruana, que él mismo define como “la más conservadora de América Latina”, como también el machismo que todavía impera en su cultura, un tema que exploró recientemente en su podcast Machista con hijas, que se ha convertido luego en un entretenido libro de gran éxito.
“Tenemos menos años como república que como colonia. A veces pienso que todos nuestros dramas empezaron cuando Atahualpa cayó al piso en esa plaza de Cajamarca. Ahí empezó la jerarquización que nos divide hasta ahora en la que el poder real y simbólico lo tiene el blanco de afuera y el último en el escalafón es el indio o, mejor dicho, la india que no habla español”, le dijo el premiado autor a Infobae a mediados del año pasado.
En medio de la crisis política que atraviesa desde hace años su país, Rodríguez se muestra escéptico de un verdadero cambio sin una reforma política que mejore la oferta electoral. “El drama de las elecciones es que el ser humano quiere ser engañado. Creemos que llegará alguien a salvarnos y la historia del Perú ha sido eso, darnos cuenta que los héroes creíbles del cambio fueron mesías que nos decepcionaron”, le dijo a este medio el escritor, que como publicista ha trabajado en distintas campañas presidenciales.
Tanto en sus primeras novelas como en las últimas, la ciudad de Lima suele ser el escenario de los distintos dramas que afrontan sus personajes, y a menudo es también el blanco de sus críticas: “Espero que en el futuro podamos tener autoridades que generen cohesión a través del servicio público, sobre todo en el transporte. El día que nuestros alcaldes pisen el acelerador en el tema de transporte para que nos una en nuestras idas y venidas en la ciudad, está será una ciudad más hermosa”, le dijo a Infobae.
“Durante un buen tiempo pensé que era un publicista que se había dedicado a escribir, pero con los años, rememorando la infancia y cómo de pequeño escribía, me di cuenta de que ha sido al revés: siempre he sido un narrador que en un momento dado de la vida encontró en la publicidad una manera de comunicarse, de contactar con el otro”, dijo en la ceremonia del Premio Alfaguara 2023 donde, por videollamada, agradeció la distinción y habló de 100 cuyes, el texto que le dio el prestigioso galardón. Además, aseguró que, a pesar de haber comenzado a publicar bastante después que otros autores de su generación, la literatura es su “verdadera pasión”.
El realismo urbano de sus novelas también pone en foco los prejuicios raciales que se manifiestan cotidianamente. “Los cambios que se han dado en nuestro país son enormes con respecto a la representación masiva de nuestra población mestiza (...) Ahora bien: el hecho de que una mayoría por fin esté siendo justamente representada no significa que el racismo esté retrocediendo. Siempre fuimos una Sudáfrica solapa, pero por fin estamos empezando a hablar de eso”, le había señalado a la periodista Yolanda Vaccaro en 2010, a propósito de la publicación de su novela La semana tiene siete mujeres.
En Treinta kilómetros a medianoche, la novela que precede a la reciente ganadora Cien cuyes, Rodríguez volcó en la ficción la propia experiencia de criar a tres hijas en una sociedad latinoamericana típica. Esa preocupación también llegó a manifestarla en formato de podcast y luego en el libro de no ficción Machista con hijas: “Sin ellas no hubiera logrado interpelarme como lo he hecho. Soy parte de una generación bisagra y siento que desde hace un tiempo el mundo está cambiando sus relatos”, sostuvo en una entrevista con el diario peruano El Comercio.
“Uno suele pensar que el machismo le hace daño exclusivamente a las mujeres. No quiero minimizar ese daño, pero con el machismo, al ser un sistema y no una trinchera, todos salimos perjudicados. En mi caso creo que lo más doloroso fue tener que guardarme mis sentimientos porque los hombres debemos ser de acero”, le manifestó al medio.
Y también planteó: “La mujer que puede autosostenerse es un peligro para el patriarcado. El patriarcado siempre va a intentar corregir esas historias que se salen de los renglones. Y los libretos que utiliza son artilugios muy sutiles, no solo los brutales a los que estamos acostumbrados a ver en las noticias”.
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