“Siempre que Julio viene a Buenos Aires le hacemos una comida en su honor”, dice la coleccionista Cristina Guzmán, directora de la Casa Museo Magda Frank. Y Julio es el gran artista Julio Le Parc, que desde fines de los años 50 vive en París y que se ha convertido en el mascarón de proa de una generación de pintores, escultores y aristas visuales que revolucionaron el arte en el país.
Después de pasar unos días en el Uruguay, donde inauguró una muestra junto a Guillermo Kuitca y Emil Lukas en el flamante Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry, Le Parc cruzó el río para pasar unos días en Buenos Aires.
A riesgo de caer en el lugar común, Le Parc es un visionario; hecho que se confirma a partir de un dato significativo: la enorme cantidad de obras que ya en los 60 y 70 tienen la palabra “virtual” en el título. El concepto no existía y él ya lo usaba.
Y ahora, que su hijo Juan está desarrollando un museo virtual con sus trabajos —el catálogo tiene más de 500—, hay algunos que sólo se pueden como modelo digital: todavía no existe la tecnología para hacerlos en la realidad.
En la comida, que se hizo en el amplio piso de Recoleta de Guzmán, además de su mujer y su hijo, estuvieron los amigos de toda la vida: Yuyo Noé, Eduardo y Perla Rodríguez; también la embajadora de Francia Claudia Scherer, los escritores Matilde Sánchez y Patricio Zunini, la periodista Natasha Niebieskikwait y la gestora de arte Clara Crystal, entre otros.
Luis Ovsejevich, fundador y presidente de la Fundación Konex, le entregó simbólicamente a Le Parc el Konex de brillante que ganó el año pasado y que había recibido el hijo en su nombre.
Fue un encuentro íntimo de amigos con un ambiente antisolemne. Y como sucede con los amigos, hablaron de todo: desde la opinión que cada uno tenía de Argentina, 1985 hasta la correcta pronunciación de la palabra quinoa. Hubo también un momento para recordar la grandeza con la que los artistas convirtieron su arte en un manifiesto contra la dictadura.
Hablaron todos, pero Le Parc con un fabuloso sentido de la humildad se corrió de la luz. Con humor, cuando le tocaba hablar, dijo en referencia a Yuyo Noé y Eduardo Rodríguez: “Que hablen ellos, que son más jóvenes”.
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