El novelista, guionista, dramaturgo y director británico Hanif Kureishi, hospitalizado después de una descompensación cardíaca en Roma antes de fin de 2022, describió en un hilo publicado en su cuenta de Twitter los hechos que le sucedieron y que lo mantienen en una unidad de terapia intensiva. “Estoy en el hospital. No puedo mover mis brazos y piernas”, precisó. También contó que no puede rascarse la nariz, hacer una llamada telefónica ni alimentarse y aseguró que es un momento “humillante, degradante” que implica “una carga para los demás”.
Lo operaron de la columna vertebral y presentó mejoras menores en los últimos días: “Tengo sensibilidad y algo de movimiento en todas mis extremidades y comenzaré fisio y rehabilitación lo antes posible”. También reveló por el momento no está claro si alguna vez podrá “volver a caminar”, o si alguna vez podrá “sostener un bolígrafo” y pidió alguna ayuda “con respecto a la voz asistida: hardware y software” que le permitirían mirar, escribir, comenzar a trabajar de nuevo y “continuar algún tipo de vida media”.
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El relato de su descompensación en la calle, caída y posterior hospitalización, es impactante. “El 26 de diciembre, en Roma, después de dar un paseo hasta la Piazza del Popolo, seguido por la Villa Borghese y de vuelta al apartamento, tuve una caída. Acababa de ver a Mo Salah jugar contra el Aston Villa, bebiendo cerveza, cuando comencé a sentirme mareado. Me incliné hacia delante y puse la cabeza entre las piernas. Me desperté minutos después en un charco de sangre, mi cuello en una posición grotescamente torcida, mi esposa de rodillas a mi lado”, describió.
“Luego experimenté lo que solo puede describirse como un objeto semicircular redondeado con garras unidas que se escabullía hacia mí. Usando lo que me quedaba de razón, vi que era mi mano, un objeto extraño sobre el cual no tenía poder”, narró en su cuenta @Hanifkureishi. Y continuó: “Entonces se me ocurrió que no había coordinación entre lo que quedaba de mi mente y lo que quedaba de mi cuerpo. Me había divorciado de mí mismo. Creí que me estaba muriendo. Creía que me quedaban tres respiraciones. Parecía una forma miserable e innoble de morir”.
El autor de El Buda de los suburbios e Intimidad dijo que “desde el piso”, su esposa escuchó sus gritos “desesperados”: “Me salvó la vida y me mantuvo en calma. Durante unos días estuve profundamente traumatizado, alterado e irreconocible para mí mismo. Estoy en el hospital. No puedo mover mis brazos y piernas”, describió.
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