¿Qué pasó en el mundo de las letras durante este año? Varias cosas significativas marcaron la agenda anual. A decir verdad, hubo de todo: tragedias, alegrías, reencuentros, premios, debates y mucha masividad. Este último detalle es quizás el más importante: tras dos años de incertidumbre, fruto de la pandemia de COVID-19, donde los eventos se cancelaban o se habían online, la presencialidad regresó como una ola imparable.
El gran regreso de la Feria del Libro de Buenos Aires
Lo primero que hay que decir es que se inauguró una nueva normalidad. Y esa normalidad se vio iconizada —por tradición y magnitud— por la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, ese esperado reencuentro entre escritores, editores y lectores, al menos en este rincón del mundo. El mega-evento se realizó entre el 28 abril y el 16 mayo en La Rural y superó sus máximos históricos de convocatoria: asistieron 1.324.500 personas.
La edición número 46 fue un pico de masividad. Incluso el último día, que cayó lunes, hubo stands llenos y pasillos abarrotados. Los adolescentes y jóvenes fueron punta de lanza, también la oferta editorial —participaron más de 1.700 sellos—, lo que desencadenó en ventas abultadas para un sector en crisis: según la Cámara Argentina de Publicaciones, se registró un 61% más de despacho de ejemplares respecto de la última edición, en 2019.
Las actividades propuestas, que fueron más de 700, también fueron un éxito. De las once salas disponibles para eventos, todas estuvieron colmadas, incluso la más grande, la José Hernández, con capacidad para mil personas. Los más convocantes fueron: la escritora bestseller de novela romántica, Florencia Bonelli junto a Mariana Arias; la cocinera youtuber Paulina Cocina; los psicoanalistas Gabriel Rolón y Cynthia Wila.
También la escritora norteamericana Shelby Mahurin junto a Leo Teti; la escritora del momento, Camila Sosa Villada, junto a Elizabeth Vernaci y Bárbara Di Rocco; el Nobel peruano Mario Vargas Llosa; la conmemoración del Día de Ucrania; la conmemoración del Día de Armenia; el diputado libertario Javier Milei y el escritor y politólogo Agustín Laje; el grupo musical infantil Canticuénticos y el Encuentro Internacional de Bookfluencers.
Otra de las actividades más elegidas por los lectores de todas las edades fueron las firmas de ejemplares. Parece que en esta nueva normalidad, el contacto con los autores será irremplazable. Las actividades en las salas o en el “firmódromo” fueron las de la escritora de la saga Asesino de brujas, Shelby Mahurin, el politólogo Agustín Laje, el bestseller norteamericano John Katzenbach, la cordobesa Florencia Bonelli y la escritora de 14/07 Pamela Stupía.
Récord de la Feria de Editores
Con esta nueva normalidad regresó la Feria de Editores, epicentro argentino de las editoriales independientes. Fue un fin de semana completo: 5, 6 y 7 de agosto (con entrada libre y gratuita en el Complejo C Art Media de Av. Corrientes 6271. A la edición número 11 de la FED fueron 18 mil personas: 3.600 personas el viernes, 6.300 el sábado y 8.100 el domingo. Esta vez, a diferencia del año pasado que estábamos saliendo de la pandemia, se hizo en un lugar cerrado.
“Cualquier lugar va a quedar chico”, dijeron los organizadores. Efectivamente: los tres días el lugar estaba lleno. En medio de la gran crisis económmica que atraviesa el sector, los sellos independientes se unieron y generaron esta gran cumbre, que aún no ha encontrado su pico más alto. Mientras adentro se vendían libros, afuera también: una micro-feria alternativa vendía copias artesanales y pirateadas de escritores como Vicente Luy o Pedro Lemebel a precios más bajos.
Escribió Fernando Pagano: “Abiertas ya las puertas, el público fue llenando de a tandas los estrechos pasillos de la FED, ‘calles’ con nombres de escritores argentinos como Hebe Uhart, Juan José Saer, Sara Gallardo o Tamara Kamenszain. El recorrido, aunque mucho menos laberíntico que el de la Feria del Libro, sí necesitaba paciencia. Cada quien se tomaba su tiempo para chusmear y toquetear, tomar los libros más vistosos y hojearlos, preguntar sus precios y sus tramas”.
En otra crónica, también publicada en Infobae, Patricio Zunini escribió: “Un mundo de gente. Los organizadores calculan que el primer día habrán pasado unas cuatro mil personas: a priori es un número demasiado discreto. Nadie podría pensar que, a dos meses y medio del cierre de la Feria del Libro más concurrida de la historia, la otra feria, la Feria de Editores -que reúne a las editoriales independientes- iba a convocar tan masivamente al público.”.
Participaron varios autores: Peter Orner, Valeria Tentoni, Ana Negri, Jorge Fondebrider, Eugenia Almeida, María Negroni, Betina González, Luis Chitarroni, Guillermo Piro, Luis Gusmán, Paula Puebla, Amara Moira, Liliana Viola, Alexandra Kohan, Renata Salecl, María Luque, Power Paola, Romina Zanellato, Juan Manuel Garrido, Pablo González, Leslie Kern, María del Mar Ramón, Demian Paredes y Margo Glantz.
Atentado a Salman Rushdie
Mientras todos estos reencuentros ocurrían, también llegaba la tragedia. Durante una conferencia en Nueva York, un hombre se subió al escenario y atacó al escritor Salman Rushdie. Ocurrió el 12 de agosto pasado. El escritor indio de nacionalidad británica y estadounidense perdió un ojo y la movilidad de una mano, tras el atentado. Así lo informó su agente literario durante la Feria del Libro de Frankfurt en el mes de octubre.
Se trata de un autor premiado que, a partir de su cuarta novela, Los versos satánicos (1988), recibió amenazas de muerte, incluida una fatwā que pedía su asesinato, emitida por el ayatolá Ruhollah Jomeiní, entonces líder supremo de Irán. El gobierno británico puso a Rushdie bajo protección policial. Pasó el tiempo y finalmente esa amenaza se llevó a cabo. Durante los días posteriores, todo el mundo se preguntaba si lograría sobrevivir ya que su estado era delicado.
Para los extremistas islámicos seguidores del ayatolá Ruhollah Jomeini, quien con su decreto ordenó a los musulmanes matarlo, Los versos satánicos era una blasfemia ya que entendían que la novela se burlaba del profeta Mahoma y de sus creencias religiosas. El escritor se trasladó a Nueva York a comienzos de la década de 2000 y obtuvo la ciudadanía estadounidense en 2016. Pese a la continua amenaza contra su vida, era visto en público y a menudo sin custodia.
El 12 de agosto, se disponía a dar una conferencia en el Instituto Chautauqua, que organiza eventos culturales en esa la localidad del mismo nombre al oeste del estado de Nueva York, cuando Hadi Matar, de 24 años, se lanzó hacia él y logró darle varias puñaladas hasta que fue derribado por personal de seguridad y espectadores. Desde entonces, el autor estuvo hospitalizado y, después, en recuperación. El desenlace, aunque trágico, no fue fatal.
Nobel a Annie Ernaux
Estaba sola, en la cocina, escuchando la radio. Así se enteró Annie Ernaux que había ganado el Premio Nobel de Literatura 2022. La Academia Sueca anunció que la escritora francesa era le elegida: por “el coraje y la agudeza clínica con la que descubre las raíces, los extrañamientos y las restricciones colectivas de la memorial personal”. Y el mundo del libro festejó a esta autora nacida en 1940 en Normandía.
Ernaux hizo su debut literario en 1974 con Los armarios vacíos, pero fue su cuarto título, El lugar, publicado en 1983, el que lanzó su carrera literaria. Si bien las apuestas para el Nobel de Literatura mencionaban al británico Salman Rushdie y al francés Michel Houllebecq, el nombre de Ernaux fue celebrado por distintas figuras relevantes del mundo editorial. El acontecimiento, Pura pasión y La vergüenza son algunos de sus libros más leídos.
En las conferencias posteriores, Annie Ernaux intentó dejar algunas cosas claras dando varios mensajes políticos. Es que así considerada a la escritura, como un acto político. En su discurso de aceptación del Nobel, entrelazó retazos de su visión del mundo con recuerdos de por qué empezó a escribir y de la misión de la literatura, que, en sus propias palabras, es “un lugar de emancipación”. Además, dijo que escribe como una “venganza por mi raza y por mi sexo”.
Lograr el Nobel no lo consideró “una victoria individual” sino “una victoria colectiva, y lo hizo con “quienes desean más libertad, igualdad y dignidad para todos los seres humanos, independientemente de su sexo o género, del color de su piel y de su cultura”, con quienes “piensan en las generaciones futuras” y en salvaguardar “una Tierra a la que el ansia de beneficio de unos pocos hacen cada vez menos habitable”.
También citó la guerra en Ucrania y a Vladimir Putin, aunque sin nombrarlos, al referirse al “dictador a la cabeza de Rusia”, quien lleva a cabo una “guerra imperialista”. La violencia de ese conflicto oculta “una ideología de repliegue y de cierre” que gana terreno “en países de Europa hasta aquí democráticos”. Una ideología fundada en “la exclusión de los extranjeros e inmigrantes, el abandono de los económicamente débiles y la vigilancia del cuerpo de las mujeres”.
Por último, se reivindicó feminista y dijo que, “cuando lo indecible sale a la luz, es político”; y destacó “la revuelta de esas mujeres que han encontrado las palabras para desbaratar el poder masculino y se han alzado, como en Irán, contra su forma más arcaica”. “Hay hombres en el mundo, incluso en los círculos intelectuales occidentales, para quienes los libros escritos por mujeres simplemente no existen”, concluyó. Revertir eso es también parte de su “venganza”.
Samanta Schweblin, ganadora del National Book Award 2022
El último de los hitos es también local. La escritora argentina radicada en Alemania Samanta Schweblin fue premiada con el prestigioso premio estadounidense National Book Award, en la categoría “literatura traducida”, por su libro de cuentos Seven Empty Houses (traducida por Megan McDowell, Riverhead Books / Penguin Random House). Es la segunda argentina en obtenerlo luego de Julio Cortázar, quien ganó en 1967 por Rayuela.
Con traducción de McDowell, la obra se impuso a la de otra latinoamericana —la ecuatoriana Mónica Ojeda por Mandíbula—, así como a los textos A New Name: Septology VI-VII, de Jon Fosse; Kibogo, de Scholastique Mukasonga; Scattered All Over the Earth, de Yoko Tawada. “Soy escritora de cuentos breves así que también voy a ser breve en lo que diga”, comenzó su discurso que, efectivamente, se extendió por poco más de un minuto.
“Hay momentos donde las palabras pueden ser confusas o tramposas o incluso pueden lastimar. Tenemos que ser cuidadosos. Pero después alguien te llama y te dice que si esta noche tenés que vestirte elegante te asegures de estar bien abrigado, de estar contento, de disfrutarlo. Cuando las palabras hacen eso se transforman en algo distinto: un regalo, un privilegio. Yo estoy donde estoy y soy una persona privilegiada por toda la gente que me ha estado apoyando”.
Al día siguiente, Samanta Schweblin habló con Infobae Cultura y dijo que “es especial sobre todo el hecho de que es un libro de cuentos, y también que es la segunda vez que este premio en particular, de literatura en traducción, lo gana un latinoamericano”. Históricamente este tipo de distinciones, ya sean nacionales o internacionales, las recibían autores varones. “Algo se enderezó”, sostiene la autora de las novelas Distancia de rescate y Kentukis.
Y concluyó, en sintonía con lo que dijo Annie Ernaux: “Al final lo importante son los libros, que lo escriba un hombre o una mujer debería ser tan anecdótico como la altura o la dieta de los autores. Lo pienso y hasta me da gracia. Pero por supuesto, también me hace feliz este nuevo lugar abierto a tantas nuevas maneras de ver y entender el mundo por fuera de lo exclusivamente masculino. Y lo celebro”.
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