“Pulsión” o la imaginación que toma la voz de una madre

A partir de una noticia que la impactó, la escritora de ficción histórica hilvanó el sentir de una madre ante un asesinato

Seguramente mi público lector se preguntará el porqué de este “volantazo” en mi obra, dado que sólo conocen el perfil histórico-romántico. Sin embargo, tengo escritas varias novelas que atraviesan otros géneros, aunque estén inéditas. En el caso de Pulsión, no hubo una idea previa de querer cambiar o hacer algo distinto. Fue una necesidad personal. La violencia siempre me hizo daño, y ante un nuevo caso de violencia entre jóvenes que ocurrió en el año 2020 tuve la necesidad de escribir para poder acercarme a esa noticia que me rompía en pedazos cada vez que la escuchaba. Soy mamá de tres hijos y dos de ellos empezaban a salir de noche, era imposible abstraerse, era difícil dormir hasta que ellos no llegaban. Este caso tomó notoriedad y a mí me hizo mucho daño. No lo podía enfrentar, ni siquiera podía escuchar a las personas que hablaban en casa sobre el tema, no quería ver los noticieros y me peleaba con mi familia porque ellos comentaban y yo no podía soportarlo. Y como yo sano la cosas escribiendo, en el año de la pandemia empecé a escribir. Ni pensaba en una novela, solo se me cruzó la idea sobre qué me pasaría a mí como mamá si mis hijos salieran una noche y al otro día me llamaran por teléfono para decirme que uno de ellos está detenido por haber matado a otro a la salida del boliche. Me puse en esa situación y empecé a escribir con esa primera voz de mamá.

Luego me dejé llevar y me di cuenta de que lo que estaba haciendo era una especie de novela, tenía huecos de información que debía llenar, y para ello recurrí a uno de mis hijos, que fue quien me aportó vocabulario y me contó cómo son las movidas nocturnas entre los jóvenes, entre otras cosas.

Quizás se pregunten por qué no abordé la historia desde el punto de vista de la madre de la víctima; creo que no hubiera podido. Como mamá, me hubiera quebrado mucho más de lo que me quebré al escribir Pulsión. Este punto de vista, además, me llenó de interrogantes: ¿Qué hacemos con nuestros hijos, cómo los educamos? ¿Se necesita una mala base para que un chico mate a alguien o es independiente de la crianza? Entonces yo traté de ponerme en esa situación, qué le pasa a esa mamá que cree que le dio lo mejor a su hijo y se encuentra en esas circunstancias. Por otro lado, también indagar en si conocemos a nuestros hijos. Más de una vez hemos pensado que nuestros padres no nos conocen, pero, nosotros, ¿conocemos realmente a nuestros hijos? Todas esas preguntas yo me las planteaba y las quise volcar en esta historia.

La novela se fue armando con preguntas que me iba formulando, porque también hay una condena social sobre la familia, una onda expansiva que lo consume todo. ¿Quién se queda a tu lado cuando las cosas se ponen feas? ¿Qué pasa con el trabajo, las amistades, los vecinos?

Pulsión está ambientada en una ciudad imaginaria. En una ciudad balnearia, como la mía, y en algún momento se menciona a “la feliz”, como una especie de ironía, pero también como un guiño a mi ciudad. Si bien surgió de un hecho concreto, es ficción que necesité para poder abordar la noticia.

Uno de los temas que también quise tocar es el de los pactos de silencio, esa especie de lealtad hacia el otro, hacia el amigo, que obliga a callarse, y de alguna forma, condena. Pero… ¿hasta cuándo es soportable? También pensé en el silencio de la sociedad, cómo va mutando la relación con los pares, entre ellos y en los chicos, porque en un principio se genera esa especie de cofradía y eso cambia con el tiempo entre familias y entre los chicos. Y por supuesto el silencio de la madre. Ese silencio tan de ella sola.

A medida que escribía y me adentraba más en la historia que estaba contando, se me iban abriendo otras ventanas de interrogantes: cómo generar empatía en una sociedad tan violenta, el uso de las redes, donde todo se publica, incluso un asesinato. Hay un choque en la esquina y en vez de ir a ayudar te ponés a filmar para subirlo a las redes, ¿cómo revertimos eso? Imaginé que a la salida del boliche, mientras un grupo de jóvenes atacaba a un chico indefenso, otros filmaban con sus teléfonos.

Gabriela Exilart (Alejandra López)

Atravesé toda una historia desde la voz de una madre, pero también quise darle voz a una adolescente, no quería quedarme sólo con esa mirada tan particular como es la de una mamá, una mamá que va cambiando la forma de ver las cosas y de opinar en consonancia con lo que va pasando con su hijo. Entonces apareció Magda, una chica que está enamorada de uno de los acusados, y que, sin saberlo, aunque sospechando, es portadora de un secreto que puede cambiar la resolución del caso. Y allí es donde entran a jugar nuevamente los pactos entre amigos, las lealtades, el amor y el miedo.

Cuando terminé, guardé el archivo y empecé a escribir una novela histórica. Pulsión tenía otro título, relacionado con la tristeza, y allí quedó, durmiendo durante casi dos años. No se la di a nadie, es la primera vez que se publica una novela mía que no habían leído mis lectores cero. Y fue así porque no estaba pensada para publicar, además era algo muy mío, muy fuerte, una especie de terapia. Hasta que un día, volví sobre ella y me di cuenta de que podía servir como novela. Entonces se la envié a mi agente, Bárbara Graham, de Schavelzon Graham Agencia Literaria, y fue ella quien me alentó a ofrecerla.

No me preocupa el cambio de género, me siento acompañada por mis lectores y por el equipo de Penguin Random House que me hizo el honor de publicarla bajo uno de sus sellos fundantes, Sudamericana. Creo que un escritor tiene que ser libre de escribir aquello que le nace desde adentro. En mi caso, si no siento lo que escribo, tengo la sensación de que sale feo. Por eso le hago caso a mi pulsión de escritura y me dejo llevar.

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