Todo artista, en general, representa lo que lo conmueve y lleva, en algún punto, un registro del mundo que lo rodea. Salvador Dalí, que no requiere de presentación, no es la excepción, con el aditamento onírico, claro, que le aporta el surrealismo.
Los considerados “inquietantes” paisajes imaginarios de Dalí contienen, a menudo, referencias a su propia vida, y Horizonte olvidado es un ejemplo de ello, ya que está inspirado en los recuerdos de sus vacaciones infantiles en la playa de Rosas, en la Costa Brava.
Esta serie de escenas que representan sus vacaciones de verano infantiles fueron pintadas por el artista catalán cerca de sus treinta, y a diferencia de otras de sus obras, incluyen una paleta tonal más pálida que la que manifestará más adelante en su carrera. Asimismo, como puede observarse en este caso, las figuras principales, las bailarinas, son, también, de una belleza y representación más clásica.
La mujer que camina a lo lejos se cree que es su prima Carolinetta, mientras que las figuras que bailan en primer plano –las ya mencionadas bailarinas– están inspiradas en la imagen de una postal, tal vez, por ello, su sutileza clásica. Todo hace suponer que Dalí pretendía que el efecto de la escena fuera alucinatorio y que las figuras aparecieran como proyectadas sobre un fondo preparado o un decorado teatral. El cielo y la playa-mar blancos, con un horizonte igual de sutil y claro, en los que se pueden hallar otras figuras logran su cometido.
Como se ha mencionado, Horizonte olvidado pertenece a una serie de escenas de playa que Dalí pintó entre 1934 y 1936, y representa la playa de Rosas, en la Costa Brava española, un lugar que él visitó con su familia durante su juventud. El cuadro se distingue por su ambiente pálido y crepuscular y por el detalle con el que captó una variedad de temas –un grupo de bailarinas de ballet supuestamente copiado de una postal antigua, los restos de una barca decrépita, un hombre tumbado en la arena y una misteriosa figura que cruza a grandes zancadas el paisaje del fondo–, todo a escala diminuta.
La mujer del fondo es identificable como la prima del artista, Carolinetta, presente en otras obras de esta serie, seguramente compartiendo el receso estival, como sucede en Paranoiac Astral Image (1934) y en Morphological Echo (1936); en este último cuadro también aparece el mismo hombre recostado e incluido en Forgotten Horizon. Dalí describió las figuras de estos cuadros de playa como “instantáneas”, con lo que quería decir que pretendía que tuvieran un aspecto casi alucinatorio, como si se proyectaran sobre un fondo preparado o un decorado teatral.
Los conservadores de la Tate, donde se encuentra la obra, hallaron que al exponerla a la luz infrarroja, se evidenció que el artista había transferido la imagen de las bailarinas directamente al paisaje pintado, delineando sus contornos y rasgos faciales. Se cree que él ya había empleado esta técnica en 1935 cuando el mismo cuerpo de baile fue incluido en el cuadro Rompecabezas de otoño, aunque en este último caso, si bien las bailarinas tienen el mismo tamaño que en Horizonte olvidado, su imagen está invertida.
Se cree que Dalí comenzó pintando el cielo, el agua y la arena con imprimación blanca en toda la superficie y que la calidad excepcionalmente fluida de la pintura se debe a que utilizó resina natural sola o mezclada con pintura al óleo de linaza para crear un medio más líquido que pudiera aplicarse fácil y fluidamente con un pincel muy pequeño. De hecho, en su manual de pintura, Cincuenta secretos de artesanía mágica (1948) es mencionado al expresar que con un pincel “largo y fino”, “solo podrás utilizar mezclas de una consistencia extremadamente líquida”.
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