“Vengo a despedirme de los escenarios, no de la gente, ni del país y los amigos”, dijo Joan Manuel Serrat a principios de noviembre en Buenos Aires. Anunciaba que con su gira El vicio de cantar dejaba los escenarios. En esa conferencia en el Teatro Astros, todos preguntaban si era verdad que era el final. Él sonreía con serenidad y decía que sí, que era hora de concluir con esa larga y emocionante carrera de músico. “Escogí la música en lugar de la universidad. No pensé que duraría hasta hoy”.
Este viernes en el Palau Sant Jordi, será la última función de una serie de tres recitales en Barcelona. En el primero de ellos, el pasado miércoles, inició la noche con una sus habituales ironías. Solemne y socarrón, pidió al público que descartase cualquier tentación de nostalgia pero aconsejó “limpiarse las lágrimas con la manga del vecino”. Comenzó con “Cançó de bresol” y la juntó con “El carrusel del Furo”, tema que le dedicó a su abuelo Manuel, asesinado y desaparecido en tiempos de la Guerra Civil.
La gira “El vicio de cantar” tuvo un largo recorrido por dos continentes. Comenzó el 27 de abril en el Beacon Theatre de Nueva York y siguió luego por Miami, Puerto Rico, República Dominicana, México, Colombia, Costa Rica, España, Venezuela, Ecuador, Argentina, Chile, Perú y Uruguay. Serrat ha agotado entradas a gran velocidad y ha visto redoblar fechas, hasta llegar a las cifra final: 74 conciertos entre América y España.
La gran fiesta de despedida, el último concierto de una gira que duró ocho meses será en su Barcelona natal A días de cumplir los 79 años (el martes 27), Serrat cierra su carrera en la misma ciudad donde la empezó hace ya 58 años, en 1965, con poca vocación de nostalgia y mucho ánimo de fiesta, porque el cantautor barcelonés ha pedido a sus seguidores que lo despidan con alegría.
Sobre el escenario, lo acompañan algunos de los músicos que estuvieron con él por siempre y otros que se sumaron para este último viaje de canciones inolvidables. Ricardo Miralles, en el piano y los arreglos; Josep Mas “Kitflus”, en los teclados; José Miguel Sagaste en el saxo, Úrsula Amargós Rubio en viola y coros; Vicente Climent en la batería, David Palau a las guitarras y Raimon Ferrer, en el bajo y contrabajo. Para cada una de las canciones, hay proyecciines de fotografías, animaciones, e imágenes de arte de diversas época, entre ellas La Gioconda de Leonardo (con varios memes y grafitis inspirados en la obra) y ciertas escenas de los murales del enigmático artista británico Banksy.
Cantautor, compositor, actor, escritor, poeta y músico. Premiado con la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio. En su obra se palpan influencias de poetas como Mario Benedetti, Antonio Machado, Miguel Hernández, Rafael Alberti, Federico García Lorca, Pablo Neruda, Joan Salvat-Papasseit y León Felipe. También de géneros como el folklore catalán, la copla española, el tango, el bolero, el barroco y el cancionero popular latinoamericano.
“¿Cuántos Serrat caben en la memoria y el corazón de un fan? ¿Cuántas de sus imágenes acompañan recuerdos, algunos de ellos, incluso, centrales en las historias y las vidas de varias generaciones? ¿Cuántas madres y padres cantores de ducha y de cuna se enredaron en sus versos? ¿Cuántos romances y canciones de amor se tomaron de sus letras? ¿Cuántos de nosotros despertamos a la política desde su militancia de vida y obra y su resistencia a las dictaduras?”, se preguntó Hinde Pomeraniec en su crónica del primero de los shows de Serrat en Buenos Aires. “... no fue una ceremonia triste y una vez más hubo fiesta. Si hubo lágrimas, fueron de emoción”, agregó.
La ciudad con más conciertos ha sido Buenos Aires, con cinco recitales muy emotivos en los que narró anécdotas de su larga relación con Argentina, algo que también ha hecho en otras muchas ciudades de Latinoamérica, su segunda casa. Y vuelve a la primera casa, donde si hace lo mismo que en las ocasiones anteriores, elegirá unas veinte de las setenta canciones de su repertorio.
“Mediterráneo”, “Lucía” o “Aquellas pequeñas cosas”, u otras como “Hoy puede ser un gran día”, “Para la libertad” o “Fiesta” estarán allí, lanzadas al público, para que sean cantados con desenfreno y emoción. “Se acabó, que el sol nos dice que llegó el final”, cantará esta noche El chico del Pueblo Seco, el Nano, Joan Manuel, como cantó siempre. Nunca supo que podría volverse literal. Quizás en el fondo siempre lo supo. Hoy es para siempre.
Con información de Télam y EFE
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