La verdadera historia del regreso de Hernán Casciari a la escritura que hizo llorar a Messi

Cuando Argentina ganó la Copa del Mundo, algo resucitó luego de siete años: “los dedos se movían solos”, dice el autor. El texto emocionó al capitán de la Selección Argentina. Aquí, el detrás de la escena del hecho literario que conmovió a la Argentina en vísperas de Navidad

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Hacía siete años que Hernán
Hacía siete años que Hernán Casciari no escribía; pero, en sus propias palabras, "el domingo los dedos se movían solos" (Foto: Adrián Escandar)

“Anto me mostró lo de Hernán, lo que escribió, cómo lo contó, fue impresionante, nos pusimos a llorar los dos porque es algo muy cierto todo lo que cuenta, muy emotivo”. El que habla, del otro lado, es un campeón del mundo. El campeón del mundo. Lionel Messi le mandó un audio a Andy Kusnetzoff, conductor del programa Perros de la calle, luego de que el relato que ahí leyera Hernán Casciari se viralizara y llegara a sus manos.

Se titula Messi y su valija y narra la historia de Leo y la suya abrazadas bajo el paraguas de la migración. Así empieza: “Los sábados de 2003 por la mañana, TV3 de Cataluña transmitía en directo los partidos de las inferiores del Barça. Y en los chats de argentinos emigrados se repetían dos preguntas: cómo hacer dulce de leche hirviendo latas de leche condensada, y a qué hora jugaba el chico rosarino de quince años que hacía goles en todos los partidos”.

“Nos emocionamos, nos hicieron llorar y quería que lo sepan”, dice Messi en ese audio escueto, simple, pero a la vez sentido. Cuando le llegó el mensaje, el conductor lo puso al aire. Casciari se emocionó mucho y dijo: “Es el ‘ya está' que hace Lionel”. De esta forma se completaba un círculo, el de un escritor que narra un cuento, le llega al protagonista, y este le muestra su emoción al escucharlo. Pero hay más círculos. Más que círculo, un espiral.

El escritor escribió una crónica después de que Argentina salió campeona del mundo

Un punto importante en el espiral es 2012 (el 11 junio de 2012), cuando Casciari publicó en su blog un relato titulado Messi es un perro. Podría decirse que es su primer cuento viral. “La respuesta rápida es por mi hija, por mi esposa, porque tengo una familia catalana. Pero si me preguntan en serio por qué sigo acá, en Barcelona, en estas épocas horribles y aburridas, es porque estoy a cuarenta minutos en tren del mejor fútbol de la historia”, comienza.

Ahí dice que, luego de ver cómo juega su perro Totín con una esponja, “Messi es el primer perro que juega al fútbol”. Luego explica con más precisión, siempre entre el humor y la profundidad: “Messi es un perro. Bate records de otras épocas porque solo hasta los años cincuenta jugaron al fútbol los hombres perro. Después la FIFA nos invitó a todos a hablar de leyes y de artículos, y nos olvidamos que lo importante era la esponja”.

El mensaje de Messi a Andy Kusnetzoff y Casciari tras su relato

Hay un consenso bastante generalizado que dice: los cuentos de Hernán Casciari son todavía mejores cuando él mismo los lee. Acostumbrados a disfrutar de la literatura en la íntima soledad de la lectura, el narrador y director de la revista Orsai apretó alguna perilla que nos hizo volver a un viejo, histórico y milenario ritual: sentir los cuentos desde la oralidad. Como miembros de una tribu ignota alrededor del fuego escuchando las historias de su chamán.

En una entrevista de 2017 con Infobae Cultura, sostenía que “la literatura es una porción pequeña de lo que verdaderamente importa. La literatura ya no es nada. Somos un grupo de gente comunicándonos (...) La gente lee menos pero eso no significa que ya no quiera que le cuenten una historia. Van en la cinta mientras corren escuchando podcasts. La gente nunca va a dejar de querer que le cuenten una historia, capaz que lo que no quiere es leer”.

Esta semana, luego de mucho tiempo, Hernán Casciari volvió a ser viral. No era un relato de sus años más “productivos” que ahora resignificaba bajo el calor de la gesta de Qatar; no, era algo nuevo y sentido, con toda la potencia de su estilo. “Hace siete años dejé de escribir —tuiteó—, pero el domingo los dedos se movían solos. Redacté una larguísima crónica para la próxima Revista Orsai, y hoy leí un breve resumen de este texto en la radio. Se llama Messi y su valija”.

Messi y la Selección de
Messi y la Selección de caravana con la Copa del Mundo ante millones de argentinos (Foto: REUTERS/Martin Villar)

Hacía siete años que Hernán Casciari no escribía. Él mismo lo dijo en varias ocasiones. Una de ellas, en Caja Negra. “Un día dejé de escribir”, contó en aquella entrevista con Julio Leiva, tres meses atrás. Desde el 6 de diciembre del 2015 se volvió “impotente en la escritura”. ¿Por qué? Porque dejó de fumar. No es que quiso; tuvo que hacerlo. Un infarto en Uruguay cambió su vida. Le pusieron un stent y el médico fue determinante: “tenés que dejar el tabaco”, le dijo.

“Fumaba muchísimo. Fumaba tabaco espolvoreado con marihuana”, contó. No era un simple vicio, era un ritual. Armaba el cigarrillo, empezaba a escribir y al segundo párrafo ya estaba envuelto en humo. “No estaba drogado, pero estaba en una frecuencia”. Todo conllevaba un cálculo: índica para escribir, sativa para corregir. “Mis cuentos nacían de una entonación que yo podía dosificar sin estar en un estado de exaltación ni de meditación”.

Intentó escribir sin fumar. En esa época, los domingos escribía un cuento dominical para el diario español El Mundo. “Hice uno, salió para el orto. No me dijeron nada; los gallegos nunca dicen nada. Hice otro y me di cuenta que no estaba sintiendo ningún placer en la construcción. Un ritual que, me di cuenta, tenía desde los trece años. Entonces tomé la decisión de dejar de escribir”. No fue fácil, sobre todo para alguien que construyó una carrera.

Hernán Casciari (Foto: Adrián Escandar)
Hernán Casciari (Foto: Adrián Escandar)

Así nació, en sus propias palabras, “un nuevo juguete”: leer en voz alta. Hizo del reciclaje una performance: “La lectura de cosas ya escritas se convirtieron en mi pasión primaria. La escritura, la observación, poner en palabras algo, eso bajó, no lo pude hacer más, y subió otra cosa: el poder decirlo. Ese caminito me enloqueció la cabeza de felicidad. Es algo que empecé a hacer sin fumar”.

También se fortaleció en otros rubros, sobre todo como gestor cultural: “Estoy convencido de que antes del infarto podía escribir un cuento en una semana, pero al mismo tiempo era todo lo que podía hacer en esos cinco días. La sensación de nebulosa que me ocasionaba mi propia ingesta no me permitía hacer más cosas que esa. Ahora tengo muchos proyectos y los hago con una lucidez que antes no tenía”.

Hoy Hernán Casciari vive en el campo y hace malabares entre tantos proyectos, de los cuales muchos apuntan al cine. Ese Casciari, con ese nuevo juguete, no para de divertirse. Sin embargo, ahora, con la gesta de Qatar, con la alegría de un pueblo entero, algo cambió. Él mismo lo dijo: “el domingo los dedos se movían solos”. Así volvió a la escritura. En la próxima edición de Orsai, que saldrá el 15 de febrero, podremos leer la crónica entera y fundirnos nuevamente en la emoción.

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