El escritor, psicoanalista y poeta Jorge Alemán traza series, establece conjeturas y convoca a repensar las formas de construir sentidos en una coyuntura en que, asegura, “la democracia está emplazada, intervenida y coaccionada por distintos factores de poder” y analiza, retomando su reciente libro Breviario político de psicoanálisis, las dimensiones de los liderazgos nacionales y populares, sus alcances y desafíos.
De visita en la Argentina, el autor de Derivas del discurso capitalista asevera que “los movimientos nacionales y populares, no pueden estar exclusivamente orientados por la cuestión electoral, deben recuperar también su horizonte de participación” y apunta que “hay que preguntarse si van a volver a ser válidas, operativas y transformadoras las modalidades que tuvieron los liderazgos anteriores o si la reinvención de los movimientos populares también exige una nueva modalidad de liderazgo que todavía no podemos incluir en la perspectiva de nuestra imaginación política”.
En este trabajo editado por el sello NED, que define como “un minidiccionario” que el lector puede abordar de corrido o por partes discontinuas, Alemán, nacido en Buenos Aires en 1951, pero radicado hace décadas en España, dice: “Un encuentro que merezca ese nombre es siempre portador de las marcas de lo imprevisible. Todo lo importante nos llega de modo imprevisto, pero lo imprevisto necesita tiempo para prepararse”.
En esas páginas se combina su pasión por el psicoanálisis, la política y el debate, como si esos elementos se conjugaran para plasmar la capacidad del también profesor honorario de la Universidad de Buenos Aires y de la de San Martín por incentivar la reflexión por lo contingente de la experiencia política.
—Presenta a este libro, Breviario político de psicoanálisis, como un golpe de reescritura sobre sus libros anteriores. ¿Cómo se construyeron esos hilos que dieron forma a este breviario?
—Los tres factores que se incorporan en el breviario son la trilogía anterior, Capitalismo, crimen perfecto o emancipación, Pandemónium e Ideología, de los que extraje los hilos, siempre preservando mis referencias a Marx, Freud, Lacan y Heidegger. A través de Lacan intento anudar a Marx, Freud y Heidegger. En este breviario, que es una especie de minidiccionario que el lector puede abordar por cualquier parte del texto, propongo, como dice Daniel Santoro, una suerte de diccionario de la militancia lacaniana, ya que vinculo permanentemente todos estos conceptos anteriores a temas de época. Me refiero a los distintos dispositivos operando, a las emergencias de las ultraderechas, a lo que podríamos denominar genéricamente la promoción del odio, las referencias al feminismo, ciertos interrogantes por el duelo por la revolución y la radicalización de la democracia.
—Nos acercamos a los 40 años de democracia, con la líder del peronismo con una inhabilitación para ejercer cargos públicos, y dice en el libro que, en tiempos de pospandemia, hay un nuevo riesgo que es la democracia, ya condicionada por todos los factores de poder, de quedar destruida antes de su reinvención. ¿Algo de eso se vincula con cómo estamos terminando este 2022?
—Por supuesto. La democracia desde que el neoliberalismo, a diferencia del liberalismo clásico, intenta apropiarse también del Estado y de los distintos elementos constitutivos del Estado, como el Poder Judicial, está absolutamente intervenida y emplazada. Hasta incluso hay una interrogación sobre si hay condiciones de posibilidad para la experiencia democrática. En el mundo del capitalismo actual la democracia está intervenida y coaccionada por distintos factores de poder. Eso no quiere decir que no haya resquicios y los movimientos nacionales y populares una y otra vez exigen una reinvención de sí mismos, no darse por constituidos, no dar por establecido lo que son, no dar por definitivas sus identidades. Ahora, a partir del discurso de Cristina del otro día, donde hizo una fuerte interpelación a todo el sistema político dominante, se abre un compás de espera acerca de qué tipo de traducción colectiva y militante va a tener esa intervención. Aún no se puede adelantar la respuesta.
—En esta coyuntura, si algo logra el liderazgo de Cristina y otros de la región, pienso en Lula también, es la capacidad de seguir marcando la centralidad de la escena política. ¿Cómo analiza esos liderazgos en relación con los discursos políticos contemporáneos?
—En relación con la reinvención de los movimientos nacionales y populares, no pueden estar exclusivamente orientados por la cuestión electoral, deben recuperar también su horizonte de participación. En ese aspecto, hay que preguntarse si van a volver a ser válidas, operativas y transformadoras las modalidades que tuvieron los liderazgos anteriores o si la reinvención de los movimientos populares también exige una nueva modalidad de liderazgo que todavía no podemos incluir en la perspectiva de nuestra imaginación política.
—El amor es un tema muy potente del libro, sobre el que dice, por ejemplo, que está cada vez más sometido y subordinado a dispositivos de rendimiento donde hay que dar la talla y presentarse sin ninguna falta. ¿Qué forma va tomando esa subordinación?
—He exprimido la hipótesis de Lacan relacionada con el discurso capitalista donde dice que ese discurso está estructuralmente constituido como un rechazo del amor para interrogar al amor en el período neoliberal, es decir, los imperativos de rendimiento, los sistemas de evaluación, los de citas, todo siempre bajo un régimen donde el valor de cambio es el determinante de las relaciones sociales. Es decir, que me pregunto qué pasa con las relaciones sociales en una época en la que las estructuras simbólicas que anteriormente funcionaban han colapsado. El amor como experiencia existencial, que no puede completar nunca a las personas porque es una intersección entre dos faltas, está puesto en cuestión en una época en la que se busca todo el tiempo colmar, saturar y que todo sea evaluado en términos de rendimiento. Sin embargo el crimen nunca es perfecto y el amor puede reinventarse a través de distintas experiencias, allí la teoría del sujeto que propone el psicoanálisis es donde puede ser fecundo un nuevo modo de concebir el amor que se sustraiga al régimen de circulación de la mercancía. Cómo separar al amor del régimen de la mercancía será uno de los grandes desafíos políticos.
—En relación con estos conceptos que circulan mucho en estos años, como el de empatía, plantea que es “el nombre neoliberal que podría indicar el nivel de aceptación que tenemos de los demás”. ¿Cómo sería eso?
—Esas palabras que provienen del counselling, el management del alma, la autoayuda donde se habla de empatía, resiliencia, autoestima, introducen una cuantificación, hay mucha o poca empatía, mucha o poca resiliencia y precisamente destruyen las zonas de las experiencias humanas que no son mensurables o calculables a priori ni tienen modo alguno de ser establecidas en esas lógicas cuantitativas. La palabra simpatía, hospitalidad o todas aquellas que nombraban los vínculos con los otros parecen ser sustituidas por una especie de performance. Un político español decía de otro: “Es que tiene muy poca empatía con los extranjeros”, como si la empatía fuera una antena especial que tuviera determinado ente y los seres humanos deben utilizar. Todo esto destina a los seres humanos a funcionar en lógicas neoliberales donde el valor que se debe dar cada uno a sí mismo es más exigente, como si los seres humanos estuvieran abocados a automaximizarse en el valor.
Jorge Alemán: “La poesía es la que más pone a prueba y hace emerger lo imposible de decir”
En su viaje a la Argentina, Jorge Alemán no solo presentó Breviario político de psicoanálisis, también hizo lo propio con La hora del rechazo, su libro de poesía editado por Activo Puente, y en este diálogo define ese vínculo con la práctica poética como un intento de generar la instrumentalización de la lengua, ya que la identifica como “la que más pone a prueba, manifiesta y hace emerger lo imposible de decir”.
—La disputa por el lenguaje inclusivo tomó forma en distintos debates de este año, hasta llegó a prohibirlo el Gobierno porteño. Justamente sostiene que pensar el modo en que se habita la lengua es un acto político de primer grado. ¿Cómo es posible pensarlo sin caer, como dice en el libro, en un uso instrumental de la lengua?
—El uso instrumental de la lengua es un problema político de primer orden, por supuesto que no estoy en contra del lenguaje inclusivo, quienes reaccionan ante eso lo hacen de manera reaccionaria intentado una prescripción normativa. Dicho esto, hay que incluir como problema que la experiencia del ser en relación a cómo habitar la lengua nunca se puede reducir a la posibilidad de querer nombrar todo. Es propio de la experiencia de la lengua que exista lo imposible de nombrar, de llevar a la palabra, la poesía existe por eso. Es eso mismo lo que hace que uno ensaye modos de experimentar la lengua, de habitarla, en definitiva, de generar una resistencia a su instrumentalización.
—En este viaje a la Argentina presentó también el libro de poesías La hora del rechazo, ¿qué relación con la lengua propone la poesía que le interesa como indagación, como espacio de exploración?
—Concibo a la poesía como un modo de tratar de entrar en la experiencia con lo imposible de decir, la poesía no está para decirlo todo, ni para nombrarlo todo, ni para instrumentar la lengua a su favor, sino para mostrar los puntos de quiebre, de fisura, los lugares donde la lengua nos atraviesa y nos deja perplejos. A la vez, la poesía no retrocede frente a ese desafío e intenta, con eso imposible de decir, generar una escritura que juega siempre con los límites entre el sonido, el ritmo, la respiración y el sentido que la combinatoria de las palabras genera. Pero precisamente lo que caracteriza a la poesía, a diferencia de otros discursos, es que es la que más pone a prueba, manifiesta y hace emerger lo imposible de decir.
Fuente: Télam S. E.
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