La escritora, ensayista e historiadora Lucía Gálvez celebró este domingo 12 de noviembre su cumpleaños número ochenta en el Club del Progreso. La sede para el festejo no pudo ser mejor elegida: tanto por el peso –precisamente histórico– del solar, como por la relación que la homenajeada guarda con ese espacio que integró como directiva y presidió en consecutivas gestiones su marido, Bartolo Tiscornia.
Gálvez, una adelantada local en abordar el rol crucial de la mujer en nuestro país, según dan cuenta títulos como Mujeres de la conquista (Planeta, 1994) Delfina Bunge (Planeta, 2000) o Las mujeres y la patria (Norma, 2001) fue reconocida, además, por una vastísima obra de divulgación con alcance didáctico y académico. Miembro de la Academia de Historia de la Ciudad de Buenos Aires y el Instituto Histórico de la Manzana de las Luces, fue distinguida por la Fundación Konex con el Diploma al Mérito (2014), recibió un reconocimiento del Instituto de Letras y Ciencias Humanas por su trabajo en relación con la cultura hispanoamericana, y fue declarada Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.
Lucía es, además, heredera de una tradición literaria e intelectual: nieta de los escritores Manuel Gálvez y Delfina Bunge (se ocupó de esta abuela dedicándole una biografía) resulta, a su vez, digna continuadora de la inquietud por decodificar el ser nacional; sus diagonales, sus raíces, sus misterios no ajenos a la política, a la construcción colectiva. En esa línea, la cosmovisión sudamericana es, en su obra, uno de los grandes temas.
A lo largo de casi veinte libros, Lucía Gálvez atravesó la columna vertebral desde el mismísimo origen identitario pre-nacional: Las mil y una historias de América, Guaraníes y jesuitas, ¿Como Dios manda?: Iglesia, masonería y Estado en la Argentina, Güemes, baluarte de la Independencia, Historias de inmigración, son algunas de las puntadas bibliográficas mediante las cuales recorrió prolija y profusamente esa legítima indagación que la moviliza en la escritura tanto como en la investigación.
En los últimos tiempos no ha estado en actividad, pero se destaca que escribió el prólogo del libro Breves relatos para grandes corazones de la periodista Nínawa Daher, hermana de su nuera Sumaia Daher.
En la cita cumpleañera, Lucía –a su vez, argentinísima guitarrera, entonadora de tangos, milongas, villancicos y aires criollos– se dio el gusto de celebrar la octava década cantando junto a su familia. Sus hermanas Delfina y Carmen, sus hijos Pablo, Santos, Lucía y Pancho, entre quienes se reproducen músicos y artistas casi con rigor genético, participaron con voces, guitarra y hasta baile improvisado.
La música fue, con la homenajeada, protagonista definitiva del encuentro: entre los cincuenta invitados, otros familiares –Sumaia Daher y Magdalena Fleitas, respectivamente nuera y sobrina de Lucía– y amigos íntimos como Enrique Espina Rawson, completaron el festejo con espontáneas performances que llenaron la tarde de sonoro color.
En suma, acaso reproduciendo una colonial postal rioplatense de las que Gálvez tanto sabe y tanto recogió en sus páginas, en la emblemática sede de Sarmiento 1334 y a la providencial sombra del gomero, tuvo lugar este criollísimo encuentro que bien ilustra la esencia local tan querida por ella, por sus lectores y por quienes la rodean.
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