Minino Garay, de los orígenes del cuarteto cordobés a “Speaking Tango” y la cumbre del jazz europeo

“Soy el que siempre vuelve”, dice el percusionista nacido en Córdoba y residente en París. En medio de los preparativos para el Divino Festival, una fiesta itinerante que reúne a solistas franceses con músicos argentinos, conversó con Infobae Cultura

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Minino Garay
Minino Garay

Minino Garay tiene 8 años y en su casa del barrio Ayacucho de Córdoba capital suenan los discos de cuarteto característico. Su madre Nury Taborda es letrista de esa época dorada del género, y su tío Ranulfo Taborda, es un exitoso productor artístico y creador del revolucionario conjunto femenino Las Chichi. El grupo liderado por tres mujeres y acompañadas por Chébere se transformó en un fenómeno comercial en 1975. “Yo me crié en ese ambiente”, dice el músico cordobés, que hace treinta años vive en París y es uno de los percusionistas argentinos más requeridos de la escena del jazz europeo y la world music: lleva grabados más de doscientos discos, incluyendo colaboraciones con otros artistas y producciones propias, pero el cuarteto es su documento de identidad.

En 2018 grabó el disco Tunga tunga’s band, un tributo al cuarteto cordobés, donde participan íconos del género como La Mona Jiménez, Carlos “Pueblo” Rolan, Ariel Ferrari y Eduardo Gelfo, hijo de Leonor Marzano del Cuarteto Leo. “Cuando hice el disco de cuarteto, por ejemplo, estuve contento de poder presentarlo, aunque en Europa comprendieron mucho menos ese disco. Incluso en Argentina costó que entrara. Igual estoy seguro que este disco va a marcar un antes y un después. Sé que está muy bien hecho y algún día eso le dará un puntapié a otro artista para que reivindique la buena música popular de Córdoba. No lo que están haciendo ahora que no tiene nombre”, dice Minino.

Recién llegado a la ciudad el músico Minino Garay no para de entrar y salir de su casa en Palermo por los preparativos del Divino Festival, una fiesta itinerante que reúne a solistas franceses con músicos argentinos: Camille Bertault (voz), Louis Winsberg (guitarra), Baptiste Herbin (saxo), Julien Alour (trompeta), Abel Rogantini (piano), Pablo Fenoglio (trombón), Guido Martínez (contrabajo), Hernán Hecht (batería), y Minino Garay (percusión y alma mater del encuentro).

Con este seleccionado se presentará el próximo martes 6 de diciembre en Niceto Club. “La idea es mezclar todos esos músicos y armar una gran fiesta que viaja por Mendoza, Córdoba y Buenos Aires. Siempre elijo gente diferente. Mi idea es que los músicos franceses conozcan la Argentina y descubran la calidad artística que hay acá. Yo soy el eslabón de todo eso”, dice el percusionista, a cargo de la dirección musical.

Minino Garay - Speaking Tango

El artista cordobés siempre busca excusas para regresar. Acá están su madre Nury Taborda, los muchachos de la esquina del barrio Ayacucho en Córdoba capital a los que le dedica una canción en su último disco Speaking tango, y su pareja la actriz y cantante francesa Alex Pandev, que eligió quedarse a vivir más tiempo en Buenos Aires. Minino Garay se reparte entre esos enclaves emocionales de su vida: el barrio Le Marais en París, el barrio Palermo de Buenos Aires y las calles de Córdoba, donde surgen sus distintos proyectos musicales. “Voy y vengo. Ya estoy acostumbrado. Mi madre y hermanos están ahí en Córdoba y voy siempre. Nunca estuve menos de dos años sin ir. No tengo nostalgia porque estoy muy presente en Córdoba. A parte mi mujer decidió vivir más en la Argentina y yo estoy un poco en Francia y un poco acá. El hecho que ella esté acá me hace volver todos los años. Tengo la casa. Vengo y vivo con la misma plata de acá. Soy el que siempre vuelve”, dice el percusionista.

-¿Cómo es tu día a día en París?

-Cuando no estoy ensayando para un proyecto o estoy estudiando, estoy inventando alguna cosa. Y, además están los conciertos. Siempre tengo shows de otros artistas, porque sigo tocando para otra gente. Alguno de esos artistas tienen más o menos éxito. De acuerdo a eso uno tiene más o menos trabajo, además está mi último proyecto de Speaking tango con el que estoy yendo a otros países. Entonces la agenda se te llena rápido y vas a México, volvés y te vas a Dinamarca y Berlín. De ahí llegás, estas tres días tranquilos y te vas a Roma. Mi vida es así, viajar y viajar.

-Este año sacaste dos discos. Uno junto al charanguista Daniel Díaz y el otro llamado Speaking tango con el pianista Hernán Jacinto.

-Con el Speaking tango tengo resultados maravillosos sobre todo en México. Es un espectáculo que me identifica completamente porque tenés el nivel de los textos y la gente se divierte y escucha buena música y buenas improvisaciones. El disco con Daniel Díaz es más experimental, pero tuvo muy buena recepción en la música para películas y documentales. Decidimos recopilar todos esos materiales donde se utilizaron esas músicas en este disco, donde se muestra que uno se abre a muchos tipo de músicas.

Minino Garay
Minino Garay

-Pareciera que siempre estás inventando proyectos nuevos.

-Sí, pero algunos pueden interpretar eso como si estuviera perdido de hacer tantas cosas diferentes. Pero no, yo me siento libre y completamente en mi lugar.

-¿Por qué te fuiste de Córdoba, qué buscabas?

-Tenía 20 años y me fui para descubrir el mundo con la excitación de conocer otro país. Eso fue maravilloso. Fue una de las mejores decisiones de mi vida. Sino la mejor, la que cambió mi vida. Ya llevo más o menos entre 200 y 240 álbumes hechos entre participaciones y mis proyectos propios. Hago muchas cosas y las divido por continentes. Tengo las cosas que he grabado para músicos africanos, África del Oeste y más la parte árabe. Los discos que hice en Europa para otra gente. Después discos en Latinoamérica. Digamos que cuando me fui en el ‘88 hubo un grupo de gente que también se fue de Córdoba y de Buenos Aires. Entonces cada uno se fue a lugares diferentes y empecé a visitarlos. Esos amigos se hicieron conocidos en esos países y yo me hacía conocido junto a ellos. Después te hacías amigo de los músicos que eran amigos de ellos y así, una cadena. Entonces muchas estrellas del jazz italiano, español, alemán, holandés, yo los conozco desde hace treinta o veinte años, y eso te da la posibilidad que te inviten a hacer discos con ellos. Ya escucharon hablar de vos y te vas y te tomás un tren, un avión y ya estás en otro lado. Ensayás y tocás. Cuando estás acostumbrado te adaptás muy rápidamente a las partituras que te van a escribir, a la música que vas a tocar y a los grooves de cada uno. Ya tengo un disco duro en mi cabeza donde sé cómo voy a utilizar ciertas cosas para cada instrumento, cada música y lo que tengo que hacer.

Lorena Jiménez y Minino Garay - El baile de la vida

-Hay en tu forma de tocar el instrumento una libertad para tocar jazz, folklore y música de América Latina. Pero sobre todo hay una búsqueda de un sonido con identidad.

-Completamente, es con lo que me identifica la gente y por eso me llaman a tocar. Es lo que dicen: “Minino tiene un sonido”. Tengo sets específicos donde está mi bombo legüero con el cajón peruano. Eso ahora es muy común pero hace treinta años que lo hago. Cuando conocí a Raúl Barboza en Francia y empecé a tocar con él, me armaba un set con tambores irlandeses, tambores de África, me sentaba al cajón peruano y hacíamos los discos de chamamé. Esos discos ganaron premios e influenciaron a otros músicos para que tomaran ese sonido. Gente como el Chango Spasiuk escucharon esos discos y se dieron cuenta que es lo que había que hacer con la percusión en el chamamé, y no lo que se hacía con la batería que era un horror. Esos discos dieron que hablar en los años noventa. Toda esa gente después se puso a meter el cajón peruano en el chamamé y tenés tipos hasta hoy que lo hacen. En ese momento, había que ser el primero en hacerlo, tocarlo y grabarlo en un disco, siendo que el cajón peruano en el chamamé lo había tocado Bam Bam Miranda con Teresa Parodi en el ‘85, pero no sé si quedó registro de eso en un disco. En todo caso ahí no se dieron cuenta de ese aporte y el valor de Bam Bam Miranda, salvo el percusionista Facundo Guevara que estudió con él y toda esa gente que son los que siguen el fruto de ese trabajo. Cuando hago el disco con Barboza ahí cambió un poco la cosa. Y lo mismo va a pasar con el disco de cuarteto que hice, con cuerdas y una cierta estética.

-Ese disco de cuarteto tiene relación directa con tu historia familiar y un valor sentimental.

-La historia es simple, el hermano de mi madre, que fue uno de los grandes productores de la música popular, creó el grupo Las Chichí, que era un grupo de cuarteto característico cordobés, que fue el primer cuarteto de mujeres porque hasta ahí la única mujer era Leonor Marzano que tocaba el piano en la Leo. Pero en Las Chichi tenías tres chicas veinteañeras que cantaban y eso se salió de la norma en un ambiente misógino como el cuarteto. Yo quise hacer un disco respetando esas letras picarescas y de amor, el homenaje a Dybala, y a todo ese tipo de cosas populares de las cuales proviene esa música. Ahora quieren hacerla más latina, le meten los caños, pero no tiene nada que ver con eso. El cuarteto es folklore, es la música del inmigrante, pasodoble y tarantela mezclados que dan ese ritmo característico. También es asumir esos orígenes europeos de la misma manera que uno asume la masacre de los indios, aceptando todas esas historias en paralelo de nuestro continente. No hay que negar ni una ni otra.

Minino Garay
Minino Garay

-En 2008 grabaste el disco Altiplano con Jaime Torres y el músico africano Magic Malik. ¿Es uno de tus discos favoritos?

-Sí, incluso tengo un segundo disco que nunca salió que está hecho hace diez años. Es una maravilla. Me tengo que ocupar. Tengo que hablar con el hijo de Jaime. No puede ser que no salga un disco así. Es cumplir el sueño de Jaime, porque era un enamorado de ese proyecto y tengo ese disco listo.

-¿Qué recordás de ese encuentro musical?

-Fue una grabación en los estudios Ion con el portugués Da Silva y con todo el equipo de Magic Malik que nunca habían visto un charango en toda su vida. Cuando vos escuchás ese disco hay una magia que pasó entre Jaime y Malik. A mí me gustó ser ese eslabón entre esos dos personajes. Cuando el disco salió tuvo premios en Francia y Japón. Lamentablemente no pudimos girar mucho porque sabemos lo que pasó después con Jaime. Pero es uno de los discos de Jaime que dio que hablar. Para tocar ese disco tenés que tener una cierta experiencia de cómo hacer sonar y creer en esa música. Mezclar la música del mundo y del jazz. Tenés que tener a un tipo como Malik y Jaime que de la nada te hacen un todo.

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