Un extraño y complejo dibujo del escultor y pintor del Renacimiento Italiano Miguel Ángel Buonarroti, autor de los célebres frescos de la Capilla Sixtina o la majestuosa escultura del David emplazada en Florencia, está siendo restaurado por Museo Británico y se estima que podrá volver a exhibirse en mayo de 2024 como parte de su colección permanente.
Epifanía, el nombre del dibujo realizado entre 1550 y 1554 por Miguel Ángel Buonarroti (1475- 1564), es una de las dos obras que se conservan del maestro italiano en el museo londinense, según refiere el medio británico The Guardian.
El dibujo adquirido por el Museo Británico en 1895 es objeto de un proceso delicado de conservación y restauración que arrancó en 2018 con el propósito de “estabilizar la frágil obra para las próximas décadas”.
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El gran boceto de carbonilla y tiza negra sobre papel de 232.7 centímetros de alto por 165.5 centímetros de ancho, en sus casi 500 años de existencia, ha sufrido la degradación y fue objeto de repetidas restauraciones en su paso por distintas manos, desde Italia país en el que estuvo hasta finales del siglo XVIII, hasta Inglaterra y un estancia en los Países Bajos y su regreso al país que aloja el importante museo nutrido por obras arqueológicas tan fundamentales como las del antiguo Egipto y Grecia, entre otras.
La obra representa en su composición a la Virgen María ubicada en el centro, el niño Jesús a sus pies y un infante San Juan Bautista, y varios personajes masculinos identificados como el profeta Isaías -supuestamente-, y San José de brazos cruzados, entre otros bosquejos de rostros y figuras.
El boceto realizado a escala fue realizada para ayuda a Ascanio Condivi (1525-1574), un artista poco distinguido pero famoso por ser el biógrafo de Miguel Ángel, en la producción de un cuadro que inacabado que se encuentra en la Casa Buonarroti de Florencia.
La obra fue montada sobre madera en el siglo XVI lo que contribuyó al considerable oscurecimiento de las hojas, detalla el museo. El dibujo tiene una base conformada por 26 hojas de papel (un cartone, en italiano) hechos de algodón, cáñamo y lino que fueron superpuestas y pegadas para crear la extensión requerida de 2.32 de altura por 1.65 metros de ancho.
La otra obra de estas características que se conserva de Miguel Ángel es Nápoles, en la Galleria di Capodimonte, producida hacia 1546 para un encargo que le realizaron al artista, que representa un fragmento del fresco la “Crucifixión de San Pedro”, de la Capilla Paulina, en el Vaticano.
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Desde 2018, los especialistas en conservación han registrado los desgarros, reparaciones, parches, marcas de agua y la estructura de la obra, financiados por el Bank of America que apoya a museos e instituciones para proteger obras de importancia histórica o cultural.
El dibujo fue trabajado con las técnicas de última generación en conservación que posee el museo, indica el medio, mientras los especialistas estudian la mejor manera de preservar la compleja estructura y los trazos dibujados en tiza negra y carbonilla.
En la etapa de análisis la obra fue examinada con distintas técnicas como la fotografía con luz reflejada, luz rasante, UV e IR (Odin), microfotografía y el muestreo de fibras, entre otras técnicas, y por ejemplo, el uso de la imagen por transformación de la reflectancia (RTI), método fotográfico que revela la información de la superficie invisible en un examen normal, permitió adquirir información sobre el estado de la obra.
Luego de que fuera retirado el lienzo del panel de pino, la Fundación Factum -conocida por la preservación digital de obras arqueológicas como la Necrópolis de Tebas, Egipto- realizó imágenes digitales en 3D para registrar la topografía de la superficie, previa limpieza del dibujo, según refiere el informe técnico del museo. Y parte de la decisión adoptada en función de lo analizado fue no retirar el forro de papel marrón que sostiene la obra desde el siglo XIX, y montar la obra, al finalizar el trabajo, en un nuevo panel de aluminio ligero, pero rígido.
También, antes de fin de año, la obra será volteada para permitir un examen detallado del reverso, incluyendo algunos desgarros que atraviesan tanto el dibujo como el papel del forro, detalla el medio.
Según la conservadora principal del museo Emma Turner, se sabe que Miguel Ángel, quien trabajó hasta los 80 años y falleció a los 89, quemó algunos de sus dibujos en su estudio antes de morir para no revelar su método de trabajo.
“Queremos ser lo más neutrales posible en nuestras intervenciones de conservación. Se ha investigado tanto, y hay mucho más que haremos antes de aplicar cualquier tratamiento, que estaremos tan seguros de ofrecer la mejor solución que podamos en esta fecha. Epifanía nunca estará en un estado fantástico, pero esperamos mantenerla estable”, citan las conclusiones de Turner.
Fuente: Télam
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