Horacio Lavandera: “Cada persona tiene que responder a la música como se le dé la gana”

El pianista y compositor argentino dará, esta noche, un concierto a beneficio de Unicef en el Teatro Colón. En diálogo con Infobae Cultura repasa los puntos principales del evento y reflexiona sobre el presente y futuro de la música clásica

Guardar
Horacio Lavandera
Horacio Lavandera

Escuchar a Horacio Lavandera tocar el piano en el Teatro Colón es siempre una ocasión ideal para encontrarse con música interpretada con excelencia y pasión. Pero si a esa posibilidad se agrega la de aportar una causa noble como la de recaudar fondos a través de UNICEF, para ayudar a chicas y chicos de la Argentina que lo necesiten, el atractivo se amplifica tanto para el público como para el artista.

Por eso, a la hora de hablar de la expectativas que le despierta el concierto que dará hoy, lunes 28 de noviembre a las 20 en el máximo coliseo argentino, el pianista enfatiza su deseo de lograr una gran convocatoria que, al mismo tiempo, “acerque mucho público por primera vez al Colón a escuchar música clásica”.

Los argumentos sobran. Por un lado, ”un programa bellísimo” con obras de Wolfgang Amadeus Mozart (Sonata para piano, K. 331, “Alla turca”), Ludwig van Beethoven (Sonata para piano, Op. 27 N° 2, “Claro de Luna”), Clara Schumann (Trío, Op. 17 para violín, cello y piano; y 6 Canciones, Op. 13 para voz y piano).

Por otro, tres “invitadas de lujo”: Karmen Rencar (cello), Lucía Luque Cooreman (violín) y Virginia Tola (soprano). “Un marco ideal”, define Lavandera, desde su estudio doméstico, en algún lugar del porteñísimo Villa Devoto.

El pianista y compositor argentino dará, esta noche, un concierto a beneficio de Unicef en el Teatro Colón
El pianista y compositor argentino dará, esta noche, un concierto a beneficio de Unicef en el Teatro Colón

¿Qué es más importante en este tipo de conciertos: la música, la convocatoria o el mensaje que intenta transmitir la organización que convoca?

—Creo que aquí se vierten un montón de factores, y el más importante, sin lugar a dudas, es que la convocatoria sea un éxito y que el público pueda estar en contacto con Unicef a través de la música, en este caso de la llamada clásica. Por eso se eligieron este programa y el Colón, y me eligieron a mí para ser el abanderado de esta propuesta.

¿Hacés alguna evaluación especial antes de aceptar propuestas de este carácter, según el tipo de organización? ¿Cómo decidís a quién decirle que sí o a quién que no?

—En este caso, Unicef me convocó para este concierto hace unos seis meses, y desde entonces estamos delineando un proyecto que tiene que ver, en cuanto a mí, cuáles son mis criterios como artista que viene de la música clásica para darle al concierto un marco que llegue a más personas.

Había una idea de que sea un concierto de música clásica. En esta situación, todo me entusiasmaba, y poco a poco se fue armando cada vez con más volumen. Se fueron agregando ideas, otras se fueron descartando. He hecho este tipo de beneficio en distintas ocasiones, con Save the Children, hace ya muchos años; Rotary Club, el Hospital Roffo, entre otros. Y no he tenido que decir nunca que no.

Te puede interesar: ¿Por qué amamos tanto a Martha Argerich?

Cada concierto, un mundo

Cada público genera un clima diferente, que también depende del contexto de cada concierto. ¿Hay una atmósfera distinta cuando la música es un vehículo para hacer visible un mensaje como el de Unicef?

—Creo que cada concierto es un mundo muy particular y un desafío. No podría englobarlos según tales o cuales características. Cada concierto responde a un momento distinto, gente nueva que se acerca, que quizá genera otro tipo de cosas… Esta es la primera vez que todo para un concierto de Unicef, así que vamos a ver qué tal.

No puedo prever lo que va a suceder como tampoco podría hacerlo con un concierto en el Carnegie Hall. Es la sorpresa del artista. Lo que a mí me da la sensación de que sucede mucho en estos últimos años, tanto en Europa como en los Estados Unidos y obviamente en la Argentina, es que hay cada vez más gente nueva, que no son las personas que suelen estar en contacto permanente con lo que se llamaría la música clásica.

Entonces, aplauden en momentos en los que no hay que aplaudir… Pero no solamente acá. Me pasó en Viena, cuando estaba tocando la misma sonata de Mozart que voy a tocar, con gente aplaudiendo en el primer movimiento.

El evento también contará con Karmen Rencar (cello), Lucía Luque Cooreman (violín) y Virginia Tola (soprano)
El evento también contará con Karmen Rencar (cello), Lucía Luque Cooreman (violín) y Virginia Tola (soprano)

¿Eso está mal, si en determinado momento el artista provoca una emoción que la gente sólo puede expresar a través del aplauso?

—Lo que siento es una sorpresa. Enseguida hago mentalmente una pequeña fórmula: ‘aplauso fuera de tiempo = gente nueva’. A uno eso lo pone muy contento. Cada persona tiene que responder a la música cómo se le dé la gana. No soy quién, ni creo que nadie tenga potestad para decir qué es lo que hay que hacer y qué no hay que hacer.

Simplemente que estás frente a una obra maestra, y si dura 45 minutos son 45 minutos en los que estás contemplando esa obra maestra. El aplauso en el medio es una espontaneidad que no se puede prever, dentro de lo estructurado que uno puede ser. O una tos, que puede que sea súper molesta. El silencio total en 3500 personas es imposible.

He tocado en muchísimas situaciones, y las reacciones finalmente siempre son una sorpresa. Tocar en La Scala de Milán el “Concierto de Ravel”, en la final de un concurso; obviamente, había gente que conocía mucho la obra, pero otra solamente quería decir “me encanta cómo está tocando este participante del concurso y lo quiero aplaudir”. Y eso me pasó. Nada menos que en La Scala.

¿Cómo lo tomaste?

—Como una sorpresa. Y hay que tomarlo con alegría. Es parte de la espontaneidad, de la comunicación con el público en un marco en el que la música clásica no tiene un contacto fluido. Esa es una realidad: el artista está en el escenario recreando obras a las que se considera obras maestras y la actitud del público es contemplarla, como una persona que va a un museo.

Entonces, cuáles son las herramientas para que esto tenga otro ida y vuelta: se pueden dar en el concierto, en las notas previas como ésta… Y toda ésta es una información que puede ser útil para las personas a la hora de tener criterios, de sus evaluaciones, a la hora de tener contacto con lo que vayan a ver.

Te puede interesar: Lucio Bruno Videla: “¿Por qué no enseñarle al mundo cómo es nuestra música clásica?”

Camino a los conciertos del Siglo XXI: de las redes a la realidad virtual

¿En qué medida cambió esa relación con el público la aparición de las redes sociales, y hasta qué punto no es una manera de que el artista se despoje de cierto ego que podía envolverlo cuando era inaccesible para el público?

—Creo esta interacción permanente tiene justamente ese eje: el de humanizar a las personas. Después, está en la responsabilidad moral de cada uno qué es lo que va a humanizar. En mi caso soy pianista, doy conciertos, creo contenidos -por ponerle un rótulo bien del Siglo XXI-, y que la gente que pueda estar interesada siempre suma.

Es enriquecedor para ir generando un contexto dentro de lo que es un concierto. Pero hablar de cómo se va a ir desarmando la estructura del concierto dentro del siglo XXI ya es otro punto. Hay muchísimas teorías de cómo ira habiendo una interacción cada vez más directa.

En estos últimos años, lo que está surgiendo mucho es tener que hablar antes de cada pieza, contando dos o tres emociones que a mí me suscita cada obra, y de ese modo dar un contexto.

El programa incluye composiciones de Wolfgang Amadeus Mozart, Ludwig van Beethoven y Clara Schumann
El programa incluye composiciones de Wolfgang Amadeus Mozart, Ludwig van Beethoven y Clara Schumann

A modo de introducción.

—Sí. Porque, a ver: viene una persona que baja del colectivo después de todo el día en la oficina, compra su entrada en el Colón, que sabe que es a beneficio de Unicef, está charlando con un par de amigos, se sienta en la platea y de repente aparece un pianista que toca una música de una sutileza extrema.

No hay ningún contexto. Viene de la calle, del ruido de cualquier lugar y no hay ningún contexto para entender que esa pieza de Mozart es una sonata para piano que dura 26 minutos, que son obras que descienden de la música popular… Y con dos o tres cosas explicadas se alinean un poco las emociones. Así que en mi opinión está bien hacerlo.

Pero también están quienes se oponen.

—Hay autores o pensadores que dicen que eso le puede quitar un poco de magia. Pero tener a 3500 personas no alineadas y con un criterio totalmente distinto de lo que van a escuchar hace que tal vez lo que tarda la primera sonata es lo que tardan en empezar a engancharse. Porque hasta ahí no entendieron nada; era un pianista tocando algunas melodías que quizá conocen, quizá no, pero vaya a saber uno qué es todo esto.

Luego, hay tantos otros tipos de explicaciones que se pueden ir dando con mayor tecnología. Aunque para eso hacen falta aún más creadores de contenido, para las nuevas generaciones. La cuestión de la realidad virtual, de cómo vivir un concierto…

No me extrañaría nada que en el futuro al propio intérprete le pongan anteojos y entonces las personas del público vean exactamente lo mismo que veo yo y escuchen mi respiración mientras estoy tocando. Van a ser nuevas manera de interactuar de la gente.

Te puede interesar: Javier Camarena: “La ópera nació como un espectáculo para el pueblo, no hay que olvidarlo”

Lo “nuevo” en lo “viejo”

Lo que no va a pasar nunca, si no tenés el conocimiento, es que descubras una marcación que nunca habías visto antes en una obra como “Claro de luna”. ¿Cómo es que aparece algo nuevo en una obra que se toca desde hace 220 años?

—Simplemente, es estar revisando los manuscritos; y cuando uno los va a ver se encuentra con estas sorpresas. Pasó con la sonata de Mozart que voy a tocar este lunes, en cuyo manuscrito se encontró, en 2014, que hay notas distintas a todas las ediciones y grabaciones que se conocían hasta entonces. No se podría decir que tienen errores, sino que fueron lecturas hechas de un texto que no estaba chequeado con el manuscrito recientemente descubierto.

Es como estudiar la Biblia después de haber estudiado a los discípulos de Jesús. Cuando vas a la primera fuente te encontrás con detalles como el que me tocó a mí descubrir en el manuscrito de Claro de Luna, durante una masterclass. Un crescendo que está marcado distinto en todas las ediciones posteriores que yo conozco. Hay un piano en el compás 27, y da para hablar.

¿Esos “descubrimientos” se comparten con otros músicos?

—Yo estoy en contacto con todas las personas de la casa Museo de Bonn, y podemos estar ahí discutiendo, hasta que me muera puedo discutir. Y ellos pueden tener otra visión, y yo obstinado seguir el manuscrito. Pero también pudo haber habido entre el manuscrito y la primera edición una carta de Beethoven en la que decía que el primer piano tendría que haber estado en el compás 28.

Como dice el musicólogo Charles Rosen acerca de La tempestad, que es apenas posterior a Claro de luna, lo más probable es que si uno quiere seguir al pie de la letra no va a responder a las ideas del compositor, porque Beethoven estaba decepcionado con la primera edición. Hay muchas cartas de Beethoven con muchísimas frases muy fuertes o insultantes contra sus editores, que eran humanos y se equivocaban.

Es un trabajo habitual corregir mucho el trabajo del copista, cuando uno quiere que las cosas estén en un determinado lugar. Beethoven era muy preciso. También es probable que el mismo compositor pueda no ponerse de acuerdo. Ahora bien, esto de bucear en los manuscritos es gracias a la tecnología, que los hace accesibles para todos, y genera un gran enriquecimiento.

Durante el verano se presentará Festival Nacional de Folclore de Cosquín
Durante el verano se presentará Festival Nacional de Folclore de Cosquín

¿Qué lugar ocupan tus composiciones en tu multiplicidad de ocupaciones?

—Es un todo; ninguna parte descansa. Estoy componiendo como siempre. Lo que pasa que mi música no tiene tantos lugares y no es masiva para nada. Ya encontraré el momento y las personas que quieran apostar a hacer algo tan de vanguardia.

Creo que el foco para todas las personas que están en la música clásica está en no perder más público del que se está perdiendo. Si a eso le agregamos música tan compleja, es expulsar aún más. Así que lo reservado a la música contemporánea se hará, mechando algo en el momento que sea el adecuado. En el concierto de Unicef sería algo extemporáneo, muy ruidoso y extrañísimo.

Del Colón y La Scala al Festival de Cosquín

Lejos de estar acotado a la llamada música clásica, el universo musical de Horacio Lavandera se extiende hacia los terrenos de la música electroacústica, el rock, el tango y también el folclore, a punto tal que será parte de la programación de la edición 2023 del Festival Nacional de Folclore de Cosquín, haciendo música de Atahualpa Yupanqui y Nenette Pepin Fitzpatrick, lo cual no deja de ser llamativo.

El pianista cuenta, entonces, que todo comenzó con un viaje a Córdoba junto a su novia Lucila Morono, fotógrafa en el CONICET y de origen cordobés. “Unos 10 años atrás, mi padre me había regalado unas partituras de Yupanqui y me dijo que me fijara bien, porque la compañera de Yupanqui era una gran pianista. Y sí, las partituras tenían el sello de una pianista; no podían haber sido escritas por un guitarrista”, recuerda Lavandera.

Te puede interesar: Los tesoros de la biblioteca personal de Atahualpa Yupanqui, para todos

De modo que decidió llevar unas grabaciones propias sobre Luna tucumana. “Hice una exploración sobre ello, me enteré de toda la histrión de Nenette y decidí que tenía que hacer algo con eso”, cuenta. Esas grabaciones llegaron primero a oídos de la cantante Mery Murúa, quien lo conectó con “el Coya Yupanqui”, hijo del legendario folclorista.

“Fue muy amable, me recibió, me dijo cosas muy generosas sobre la grabación y me empezó a mandar manuscritos inéditos de su madre y su padre. El resultado de eso es la grabación de ese material en A Nenette y Don Ata, que incluye una particular versión de Luna tucumana.

“Mi versión de ‘Luna’ tiene que ver con todo este panismo de Nennette, que estudió con Antonio de Raco y con Juan José Castro, entre otros. Ella, que firma como Pablo del Cerro le dio otro mar a la música de Yupanqui. Creo que cuando Atahualpa conoció a Nenette su estética se convierte en lo que conocemos hoy y que lo convertiría en un ícono”, reflexiona el músico.

Después, un encuentro fortuito derivó en otro encuentro, de ahí a otro más y merced a la gestión de otro pianista local, Andrés Guevara, el paso final fue la programación de una presentación junto a Jairo, para homenajear a Nenette y a Yupanqui. “Mi parte sería homenajearla a ella”, aclara.

En un escenario atípico.

—Imaginate. Estoy súper nervioso, porque creo que es la primera vez que va a haber un artista que va a hacer una música de las características que voy a hacer yo. Veremos cómo reacciona un público ante un piano que tiene muchísima ascendencia en Bach. Precisamente el Coya me envió un mensaje en el que me dice que Bach era el compositor preferido de su padre; los de Nenette eran Beethoven y Schumann. Así que traté de hacer esta unión en mis reversiones.

"La vida en general puede ser cada vez más solitaria", dijo
"La vida en general puede ser cada vez más solitaria", dijo

Has recorrido muchacho, un largo camino

¿Te parás a veces a recorrer el camino que transitaste desde tus días de “niño prodigio” a los 37 años que tenés hoy?

—Sí, y lo hago con mucha alegría. Tengo un enorme privilegio de que mi padre haya estado tan cerca en mi formación; no se perdía ni una sola clase. Estaba muy pendiente de lo que me enseñaban mis maestros y tenía un criterio excelente como músico, de muchísima honestidad para con el arte. Y eso es lo que me transmitió.

Sí pienso que para otra persona podría haber sido una presión enorme venir de una familia de músicos tan exigente. Pero me gustaba convivir con eso y algunas cosas discutirlas, también.

Un músico muy famoso, que tuvo una infancia de niño prodigio, me dijo hace unas semanas que la pasó muy mal y que odiaría regresar a ese momento. ¿Alguna vez te sentiste incómodo por que te vieran como alguien distinto?

—Nunca me lo puse a pensar. Necesito unos segundos… (Baja la cabeza y mantiene silencio por un minuto) Creo que hay un punto que me sucedía a mí, en el que sentía que la gente con la que me estaba rodeando en ese momento era la gente con la que me quería rodear en ese momento. Los maestros que tenía en cada momento de mi vida eran los que yo había elegido, y la exigencia que me ponían Stockhausen o Pollini, tal vez los más exigentes que existen en el planeta tierra, era la que yo quería; por eso los iba a buscar a ellos.

Entonces, creo que fui un gran privilegiado, al tener el contexto familiar de mis abuelos y mis dos padres más mi hermana, que acompañaba esa elección mía. Y tenía ese privilegio de poder ir a ese lugar de exigencia sin que me perturbara. Era el desafío. Y los mismo maestros que pudieron funcionar para mí para otras personas pudieron haber sido una pesadilla que no los dejara dormir. Pero por alguna razón yo necesitaba estar en contacto con ellos, me gustaba el desafío.

¿Nunca te sentiste maltratado?

—Las personas, como en todos los ámbitos, como en cualquier trabajo, pueden ser muy fuertes, muy hirientes, muy humillantes. Eso le pasa a todo le mundo. Nada es color de rosa. Entonces, en un momento en el que querés salir de ese maltrato, si tenés una familia muy fuerte creo que es muy fácil.

Lo primero y principal es que si bien parecía un niño muy tímido, era yo la persona que elegía el camino que quería seguir, con qué persona quería trabajar y qué música quería hacer. Mi único objetivo era descubrir algo y me interesaba qué me podía ofrecer cada persona.

Es cierto que en cualquier ámbito de la vida, las personas se tratan muy mal. Hay maltrato familiar, sin entrar a hablar del acoso sexual intrafamiliar que también es súper común. Entonces, el marco social en el que estamos inmersos es un tejido súper complejo y las personas actúan de acuerdo a emociones muy fuertes que tuvieron en su vida; y uno que no vivió eso puede separarse.

Nos organizaremos y veremos cuáles son los puntos en común y listo. En ese sentido, la vida en general puede ser cada vez más solitaria. Pero yo siempre fui solista de piano y estoy muy acostumbrado a estar mucho tiempo solo. Y lo que soy, lo elegí yo.

*Horacio Lavandera toca en el Teatro Colón, a beneficio de Unicef bajo el lema “Sumate a la generación que protege a las chicas y chicos”, el lunes 28 de noviembre a las 20, con la conducción de Teté Coustarot, y con Karmen Rencar (cello), Lucía Luque Cooreman (violín) y Virginia Tola (soprano). Entradas en venta a través de TuEntrada.com

Seguir leyendo

Guardar

Últimas Noticias

La cifra millonaria en la que se subastó la polémica banana de Cattelan

“Comediante”, la pieza de un plátano pegado a una pared con cinta, rompió todas las estimaciones. Justin Sun, fundador de la plataforma de criptomonedas Tron, aseguró ser el comprador en un comunicado de Sotheby’s
La cifra millonaria en la que se subastó la polémica banana de Cattelan

Fui, vi y escribí: Las voces que extraño a veces

Es una de las primeras cosas que perdemos con la ausencia de los que queremos y no siempre tenemos registros para recordarlas. Este artículo reproduce el newsletter de Cultura: lecturas, cine, teatro, arte, música e historias que despiertan entusiasmo y, por qué no, fascinación o perplejidad
Fui, vi y escribí: Las voces que extraño a veces

Mondongo y la sociedad del espectáculo, en Arthaus

El dúo de Juliana Laffitte y Manuel Mendanha presenta “Sin título”, su tercera muestra del año, en la que se exhiben dos piezas de su serie de calaveras, nunca vistas en el país, y ‘El baptisterio de los colores’, que quedará de forma permanente en el espacio del microcentro porteño
Mondongo y la sociedad del espectáculo, en Arthaus

Martín Buscaglia: “Hacer canciones es un oficio delicado y fino”

El músico uruguayo que se presenta este viernes en Buenos Aires, habla de la retromanía cultural y los estereotipos musicales de su país. “La murga-canción es un género que Jaime Roos agotó. Nació con él y nadie logró algo así después”, afirma
Martín Buscaglia: “Hacer canciones es un oficio delicado y fino”

Este es el momento para volver a pensar como Sócrates

En su obra, Donald J. Robertson ofrece una sólida biografía del filósofo de la Antigua Grecia y su época y sostiene que puede servir para enfrentar la ansiedad y el miedo
Este es el momento para volver a pensar como Sócrates