En una de las esquinas emblemáticas de Palermo, Nicaragua y Thames, se encuentra DAIN Usina Cultural, fundada en 2011, “mezcla rara de Musseta y de Mimi”, librería, galería de arte y bar porteño donde conviven las expresiones más audaces de la literatura vernácula e internacional con exposiciones de artes visuales, y donde también se puede tomar un café con los mejores scones de Buenos Aires y la más refrescante limonada con menta y jengibre.
Con una arquitectura modernista y atestado de libros, este verdadero banquete intelectual no deja de sorprender. Si levantamos un poco la vista nos vamos a encontrar en sus paredes con una extraordinaria exposición temporal de Leonardo Gotleyb, uno de los artistas visuales más premiados de la Argentina, según podemos leer en sus abultados antecedentes dentro y fuera de nuestro país. Obras de gran formato realizadas en la técnica xilográfica (1) nos remiten a mega-ciudades y laberínticos paisajes urbanos. Cierta ambigüedad en su poética nos ubica ante fantásticos rascacielos o despojos post-industriales, según como queramos verlos.
Complejas urbanizaciones, lugares difíciles de habitar, extraños pasadizos, o ciudades imposibles, nos acercan a las utopías de Italo Calvino o al propio Giovanni Piranesi de las cárceles. El blanco y negro de sus obras refuerzan el dramatismo de las imágenes. Madera, metal, vidrio y cemento, se inmiscuyen en grandes planos oscuros que sustentan finísimos grafismos permitiendo diferenciar los materiales, verdaderos protagonistas de sus producciones gráficas.
En esta oportunidad, Gotleyb nos presenta también una nueva serie de obras, que conviven con sus anteriores producciones. Siempre haciendo referencia a un “lugar”, con mayor o menor posibilidad de habitar o transitar. De allí el nombre de la exposición: “Adverbio de lugar”. Verdaderos “objetos gráficos”, cargados de referencias y significación en la vida del artista. Plenos de color, utiliza materiales textiles y polímeros, con otra técnica grafica no menos antigua, denominada stencil. Hojas de plantas tropicales que crecen en su jardín de La Boca, juegos infantiles, animales y peces pueblan estas obras menos dramáticas que sus series anteriores, con una mirada optimista, herederas de las post-pandemia que tanto azotó a la humanidad en tiempo presente.
La xilografía o grabado en madera, es una técnica o expresión artística de impresión que tiene su origen en China, en el año 750 de nuestra era aproximadamente. Seiscientos años más tarde, fue introducida en Occidente a través de la ruta de la seda y los viajes de Marco Polo. Originalmente estuvo asociada a la impresión de los libros en forma de codex, hasta la aparición de la imprenta de tipos móviles de Gutemberg en 1450, que la reemplazó, comenzando su independencia de la industria gráfica, perfilándose ya como expresión meramente artística. Aunque siguió por muchos años unida a la ilustración de imágenes.
En DAIN Usina Cultural, se dan cita el Baruj Spinoza del historiador y ensayista mexicano Enrique Krauze, que acaba de presentar su ultimo libro Spinoza en el Parque México, presentado brillantemente por Jorge Fernández Díaz, también nos podemos encontrar con Claudia Piñeiro, firmando incansablemente autógrafos sobre su más reciente novela El tiempo de las moscas. Como si esto fuera poco, podemos toparnos con la filósofa Diana Cohen Agrest, la diputada Mariana Zuvic, o el sociólogo Juan José Sebreli. No podemos dejar de mencionar a Pilar Sordo o Rosa Montero, que forman parte de la nutrida agenda de esta verdadera Usina de Cultura.
La exposición puede visitarse hasta el 6 de diciembre.
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