Recuerdan esas escenas de La ciénaga, aquella película de 2001 de Lucrecia Martel. La que da comienzo al film: Mecha le pone hielo a una copa de vino tinto para que no se caliente y la hace tintinear. Entre el ruido de los bichos del verano, los ocupantes de las reposeras (al lado de una pileta) se levantan y acuden al llamado del vidrio y del vino. Corte al monte. Los niños corren en el monte con sus armas. En una ciénaga una vaca se hunde, se mueve desesperada por salir de ahí, pero se hunde. Se indica que las armas piadosas hablarán. Corte a la pileta. Hombres y mujeres de edad adulta, madura, acostados en las reposeras al lado de la pileta, llena de agua sucia. No se sabe si duermen o si miran a algún punto, llevan puestas gafas oscuras. Otra vez Mecha aparece con unas copas de vino y hielo. “Un vinito”, ofrece y también recibe las copas vacías de los invitados. Cae al piso con las copas en las manos. Su marido le dice: “Mecha, levantate que va a llover”. Las niñas desde el cuarto ven la escena. Bajan a ayudar a Mecha, que tiene vidrios incrustados en las tetas.
Qué gran comienzo para una gran película. Como se dijo, era el 2001 cuando se estrenó y todo el mundo reconoció que estábamos ante una obra maestra y una gran cineasta, Martel, salteña ella. Qué difícil no ver la película en aquel momento y sentir que la vaca hundiéndose y esos invitados a la pileta mugrosa y nosotros y el país mismo hundiéndose eran una misma cosa. Verla en 2022 no es muy diferente. Quizás, sommelierie mediante de estas dos décadas, ya no se le pondría hielo al vino. Aunque, quién sabe. En Salta sigue haciendo mucho calor.
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¿Por qué el recuerdo, tan presente, de La ciénaga? Una encuesta realizada entre críticos, realizadores, artistas y demás la votó de un modo masivo como la mejor película argentina de todos los tiempos que, se sabe, en el caso del cine en general se remontan a la llegada del siglo XX y a la Argentina en particular a 1933, cuando se estrenó ¡Tango! (sin contar el cine mudo anterior). Por otro lado, la última encuesta de esta naturaleza fue realizada en 2000, antes del debut de La ciénaga que, como se ve, veinte años después sigue rompiendo las estanterías. De este modo, se puede afirmar que en estas nueve décadas de cine argentino, Martel ocupa un podio indiscutido y todos podemos festejar sin dudas ni controversias. Larga vida a Lucrecia Martel.
(El film está disponible en la plataforma Prime Video).
Lucrecia Martel había salido a la palestra de las pantallas grandes y el público masivo con esa gran iniciativa del INCAA que se llamó Historias breves, en 1995, y que si bien tuvo nuevas ediciones, nunca se repitió con la fuerza de esos cortos que preconfiguraron al Nuevo Cine Argentino. Perdón la digresión, pero en aquel momento yo era muy chico, tenía 17 años, y salí impactado de la sala, pronto la vería otra vez. Y recuerdo que el corto que más me impresionó era “Rey Muerto”, de Martel, que narraba una Salta machista, la violencia, el alcohol, y una mujer que decidía tomar su camino. ¿En cuánto? ¿Doce minutos? Qué genial.
Seguramente la habrán entrevistado o algo, pero luego la vi a ella, en el cine Lorca, entrando con un cuadernito y sola (como yo) al cine Lorca en 1997 para ver El sabor de las cerezas, de Abbas Kiarostami. Un cuadernito de notas para ver una gran peli y aprender. Era muy linda imagen. Luego vino La ciénaga y todo lo demás. Y todo lo demás incluye el mediometraje que se puede ver en MUBI, Terminal norte, que es hermoso y musical y en pandemia. E incluye el documental que Martel preparaba sobre el asesinato por unos terratenientes (está filmado) de unos miembros de una comunidad diaguita que los interpelaban quejándose por el avance sobre sus tierras que realizaban en Tucumán. Lo esperamos con ansias.
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Qué lindo tener cineastas que amamos. Es decir, como amamos a escritores, artistas plásticos, etcétera. Pero estos son directores que hacen siempre un trabajo colectivo, es decir, son directores de una brigada cuyo fin es hacer una película, con tantos métodos. Martin Scorsese no necesita presentación. Es uno de los genios vivos más grandes de este siglo y el anterior. El jueves 17 cumplió 80 años. Hizo infinidad de obras maestras, como Taxi Driver, Toro Salvaje, La última tentación de Cristo, Cabo de Miedo, La edad de la inocencia, Casino, El lobo de Wall Street, ¡NO PARA! No, y todas las mencionadas son geniales y responden a diversos géneros,
Por otro lado, se puede afirmar que es un gran cinéfilo y que sus iniciativas de restauración de películas antiguas son un aporte a la humanidad: allí buscaremos quiénes éramos cuando todo acabe y la guerra entre Rusia y Ucrania-OTAN acaben con todo. Sin embargo, como buena noticia y antes de que eso suceda, este fin de semana se puede ver en salas locales Taxi Driver en pantalla grande. Por favor, no se lo pierdan. Pese a todo lo bueno que tienen las plataformas, no es lo mismo ver una película acostado en la cama o en el sofá mientras se come un bife a la plancha, que en el cine. Que para eso los hizo dios. Además, siempre será posible llegar a la función en que aparezca ella, Lucrecia Martel, solita y con un cuaderno, para tomar notas de la peli del maestro Marty Scorsese. Sería hermoso. Si pasa, háganlo saber, por favor.
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