Si todo sale según lo planificado, habrán pasado –en julio del año próximo– nueve años desde que el Teatro Alvear albergara su última función hasta la noche del invierno de 2023 en que reabra sus puertas, el público se ubique en las butacas y la obra Edmond, del francés Alexis Michalik, dé por reinaugurada la clásica sala de la avenida Corrientes. Casi una década de un edificio convertido en el fantasma de su esplendor debido a que el gobierno porteño, pese a repetidos anuncios de reapertura, no destinaba los fondos necesarios para las reformas estructurales que requería la sala para funcionar, sala de tradición histórica y segunda en capacidad de público del Complejo Teatral de Buenos Aires.
Tras llovido, en 2018 su fachada sufrió un incendio y pensar en su funcionamiento redivivo se convirtió en un sueño eterno. Hasta, los dioses quieran, el anuncio oficial de su regreso triunfal que incluyó que Alexis Michalik, actor y director parisino cuyas obras gozan de gran popularidad en el país galo, arribara a la ciudad para realizar el casting de Edmond, una obra de la que es autor y que fue ganadora de cinco premios Moliere, el máximo galardón al teatro francés. Entre audiciones para elegir a los personajes principales y las decenas de actores y actrices que compartirán el escenario en una puesta que suena vertiginosa, según la crítica parisina, Michalik conversó con Infobae Cultura sobre su obra, que promete no tan solo su estreno porteño sino el reestreno de una sala que se extraña tanto.
Michalik se tomó un respiro del casting que realiza sobre todo con un elenco de artistas que son, en su mayoría, debutantes o que están dando los primeros pasos en su carrera por una decisión que hace a las elecciones estéticas del director, como comentará en unos minutos. Pero, claro, los protagonistas de la versión argentina de Edmond ya tienen nombre y apellido y sí son conocidos por el público local: Miguel Ángel Rodríguez, Felipe Colombo y Vanesa González. Ellos estarán al frente de un numeroso elenco que pondrá en escena el nacimiento de Cyrano de Bergerac, la obra clásica del teatro francés, escrita por Edmond Rostand.
Antes de la entrevista, y mirando la avenida Corrientes desde los ventanales del teatro San Martín (cuartel general del Complejo Teatral de Buenos Aires), Michalik observa la dinámica de la escena porteña. “Descubrí una cosa fascinante en Buenos Aires. Es una escena totalmente libre. Se sitúa en el medio de la estructura más propia de los Estados Unidos, con mucho show como los de Broadway y los espectáculos como los de la avenida Corrientes y la estructura cultural europea basada en el teatro público, con obras de repertorio. Son dos mundos que cohabitan en esta ciudad. Además del teatro independiente que me comentaron mucho, pero que todavía no pude descubrir en esta visita. Pero las salas llenas permiten ver a un público al que le gusta mucho el teatro”.
–También viene de conocer el teatro español.
–Sí, el año pasado dirigí una obra mía más reciente, también más contemporánea, llamada Una historia de amor, con un tema más actual y que trata sobre una pareja de mujeres que decide tener un hijo por inseminación artificial y sobre qué pasa cuando una de ellas decide irse días antes del nacimiento del bebé. Fue fascinante trabajar con actores españoles. Y ahora con actores argentinos. Puedo ver algunas cosas que conectan a actores de cada idioma y cada país. Hay cosas que puedo ver en cinco o diez minutos cuando empiezo a trabajar con ellos, al leer un texto o verlos en escena. Pasa igual si no conozco el idioma, se puede ver a los actores que están conectados con el ritmo y actores que parecen más difíciles de trabajar, como aquellos otros que sí están disponibles para trabajar y es una cosa muy interesante. Se puede no conocer tanto el idioma, pero se puede ver esa diferencia entre los actores.
–¿Y qué pudo percibir entre los actores argentinos?
–En Francia mi manera de trabajar es sin estrellas. Trabajo con elencos de actores muy buenos pero sin estrellas y entonces es un trabajo de tropa, de compañía y en el que cada actor hace muchos papeles y todos ayudan con el vestuario, con la escenografía. Son escenas cortas y parece un guion de cine. Edmond tiene como 80 escenas y las escenas no se interrumpen. Po eso el trabajo de cada actor es muy importante, parece una coreografía. Para hacer eso necesito actores que tengan un verdadero sentimiento de tropa y un espíritu de compañía. Porque si los actores son muy individualistas no va a funcionar el ritmo y entonces deben de actuar en conjunto y en cada parte de la acción, no solamente cuando están actuando su parlamento. Y eso estuve buscando en el casting en Buenos Aires. Acá hay una enorme cultura teatral y los actores y actrices trabajaron en muchas obras y tienen ese espíritu que te decía. Y puedo ver las diferencias entre diferentes tipos de actores, lo que les gusta y cómo pueden participar de una obra y eso intento en un casting de actores que se mezclen bien.
–¿Es un elenco joven?
–No, hay de todo: hay jóvenes, no tan jóvenes. Lo más importante es que en Francia decimos que la mayonesa debe prender bien, y es como un buen elenco que prende bien.
–¿Cómo eligió que no fueran celebridades, estrellas, como dice?
–Claro, el hecho es que yo no conozco muy bien a los actores de Argentina, si son conocidos o no, para mí no es diferente, lo que veía es qué me parecían. Claro que hay protagonistas, Edmond y otros personajes, pero no hay grandes diferencias de jerarquías. Unos tienen unas partes más importantes pero los otros están durante todas las escenas con muchos papeles. La gente que va a mis obras habla de “los actores” en general y no de uno en particular. A los elencos de mis obras les digo que lo que importa es la historia y que la hagamos todos juntos, y si lo logramos entonces triunfamos.
–Edmond parte del clásico Cyrano de Bergerac.
–Claro, la obra trata sobre cómo una obra se crea. La inspiración viene de la película Shakespeare in love, la película de 2000, que me gustó tanto que me dije: “Qué buena idea hablar sobre la creación de una obra maestra como Romeo y Julieta”. Y Cyrano, para los franceses, es la obra preferida del 90 por ciento. A la gente que no le gusta el teatro, le gusta Cyrano. Cyrano fue escrita en 1897 y yo pensaba que había sido escrita mucho antes porque está escrita en versos alejandrinos, que son propios del teatro de mucho antes. También aprendí que Edmond Rostand, el autor de la obra, tenía sólo 28 años cuando la escribió. Antes había escrito fracasos y sobre Cyrano nadie creía que sería un éxito. Nadie, ni los actores, ni la gente, nadie. Edmond estaba seguro de que sería un fracaso y el día de de la de la primera función es un día histórico para el teatro francés porque fue el éxito más increíble de toda la toda su historia. Es una función que durante años la gente decía que había estado en la sala ese día. Al final de la obra la ovación del público hizo que el elenco saludara cuarenta veces y podría haber seguido, pero Edmond decidió que mejor cortar de súbito. Cuando aprendí eso pensé que debía escribir algo y al principio quisieron hacer una peli y durante 10 años porque fue una idea para una película. Pero el dinero para la producción no aparecía porque creían que no habría interés en un film sobre el teatro. Y pensé por qué no hacerla en el teatro. Y el éxito de la obra fue tan increíble que la misma gente que me decía que no habría interés me decía luego: “Oh, deberíamos de hacer una película”. Y también hay una película.
–Bueno, primero la pensó como una película. ¿Cuánto influye el cine en su manera de escribir una obra de teatro?
–Mi manera de escribir es cinematográfica, mis obras teatrales tienen este ritmo del cine, pero mi manera de contar es muy teatral. Porque uso cada cada cosa que el teatro permite y el cine no permite, como el hecho de que un actor no puede hacer muchos papeles en el cine y en el en el teatro sí y yo uso estas convenciones al servicio de mi guion. Mi manera de contar una historia es como una peli. Yo sé que en el teatro para que la gente venga lo más importante es el guion. Mi manera de contar no es muy lineal pero cada vez estoy intentando hacer una estructura original y muy simple de entender pero muy complicada de contar. Yo he hecho un teatro popular y quiero que la gente que viene si conoce nada a Cyrano pueden entender toda la obra lo mismo que quienes sí conocen a Cyrano. Lo más difícil en Edmond fue incluir la historia de Cyrano dentro de la obra, fue lo más difícil en la estructura de construir esta historia.
–Señaló que quiere un teatro popular, ¿cómo es su planteo?
–Tal vez en Argentina me parece que el teatro es una cultura muy popular pero en Francia hay mucha gente a la que no le gusta el teatro o que no conoce el teatro y que piensa, tal vez, que el teatro es aburrido. Han visto una obra cuando estaban en el colegio y fue una obra muy aburrida y entonces no quieren ir al teatro y para mí la cosa es importante que esta gente pueda ver una de mis obras y pensar que el teatro no es aburrido, es divertido, pero tampoco es malo o feo o sin cualidades.
–Edmond ganó cinco premios Moliere y su propuesta era poco común para la escena parisina, ¿fue un reconocimiento a una renovación?
–Yo estoy muy implantado en la escena privada. En Francia hay una escena privada y una escena pública, que no se mezclan mucho, hay veces que se encuentran en los Moliere y también en el público que, claro, puede ver teatro público y privado. Pero hay cosas que se están moviendo en el privado desde hace como 10 años. Hay muchas más obras sin estrellas pero con un buen guion y una economía inteligente y que pueden estar en escena durante muchos meses o años, si funciona muy bien. En el teatro francés de hoy el lugar del autor es mucho más sexy. Los temas de los que hablan las obras son también más contemporáneos pero sin ser aburridos. Pienso que yo tengo un pequeña parte de este cambio, como los Moliere para Edmond, que no fue mi primera Moliere, pero que mis obras hablan de eso, de un guion con un ritmo inspirado por el cine, por la televisión y con temas fuertes y contemporáneos. Eso es lo que está cambiando en París y de eso es lo que estoy más orgulloso. De eso y de emplear muchos actores, dar trabajo para muchos actores.
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