En pocos días se cumplen cien años de la muerte de Marcel Proust, una de las figuras centrales de la literatura del siglo XX, conocido fundamentalmente como el autor de esa obra monumental que es En busca del tiempo perdido, a la que le consagró buena parte de su vida. El escritor francés no llegó a ver publicada íntegramente la novela –los últimos tres tomos de siete fueron impresos años después–, sin embargo, todavía hoy es un libro inacabable que despierta siempre nuevas lecturas. Las publicaciones recientes de Les soixante-quinze feuillets –un manuscrito que estuvo perdido durante cincuenta años y que se considera la semilla de su opus magnum– y El remitente misterioso, una serie de relatos inéditos que vieron la luz en 2019, dan motivos adicionales para seguir descubriendo los senderos proustianos, que sin dudas serán transitados con fervor por estas fechas. En Argentina, donde se sintió tempranamente su influencia en autores que van desde Mujica Láinez hasta Alan Pauls, y en especial Juan José Saer, habrá desde el lunes hasta el viernes una serie de charlas con especialistas, críticos y lectores atentos de Proust en la Alianza Francesa y el Centro Cultural Rojas, además de conciertos, obras de teatro y proyecciones.
Pese a la fama que hoy tiene el libro, su autor tuvo serias dificultades para encontrar un editor que publicara el primer tomo. “Es un tipo de escritor que era considerado mundano. Esas primeras cuarenta o cincuenta páginas son extrañas aún hoy. Como dice Gérard Genette, hay una idea de novela que nunca termina de empezar, donde uno está esperando la trama o la acción, se encuentra con un narrador insomne que da vueltas en la cama esperando el beso de una madre. Nada más trivial, y sin embargo él le dedica ese largo comienzo que ha llevado a que mucha gente abandonara la lectura, sobre todo los editores a los que se la ofreció”, le dice Walter Romero a Infobae Cultura. El poeta, traductor y doctor en Letras va a estar dando este martes en el Rojas una clase introductoria para acercarse a la lectura de En busca del tiempo perdido, oportunidad para tomar aliento en este desafío que, lejos de agotarse en la extensión de la obra, suma una estructura compleja en sus procedimientos y variedad de temas.
“La novela admite muchas posibilidades, desde lo genérico es difícil entender si es una novela histórica, autobiográfica o de costumbres. Una forma de leerla es a contramano de todo lo que venía ocurriendo en la literatura de las primeras décadas del siglo XX”, dice Romero, quien durante tres años dio clases en el MALBA sobre En busca del tiempo perdido, recopiladas ahora en el libro Formas de leer a Proust, editado hace poco por el museo. “Proust se plantea un desafío que es escribir una especie de novela total y creo que lo cumple o está lo más cerca que un ser humano puede de cumplirlo. Lleva a su punto cúlmine la gran novela realista que intenta describir los nuevos fenómenos sociales de las grandes ciudades y eso lo mezcla con la exploración del yo, en línea con los experimentos modernistas de autores contemporáneos como Virginia Woolf y James Joyce”, le dice Santiago Llach a Infobae Cultura. El poeta, docente y organizador del Mundial de Escritura ofrecerá una charla también el martes, en la que dará razones para embarcarse en una experiencia que parece ir contra esta época de distracción permanente.
“Ya en la época de Proust estaba esa discusión sobre la necesidad de escribir breve, a la velocidad de los autos, trenes o aviones. Todas las vanguardias escribían casi taquigráficamente. Uno diría que Proust escribe contra su tiempo, y ni hablar el nuestro, en el que predominan los textos fragmentarios de las redes. En ese sentido, me parece que la experiencia de leer la obra es interesante porque nos ofrece un remanso desde donde mirar de otra manera”, dice Llach, que este año coordinó por segunda vez una lectura colectiva de la novela. “Es una experiencia que genera mucho entusiasmo y fanatismo. Siempre más personas leen mejor que uno, y en este caso es un libro ideal para leer en compañía porque la sola lectura es casi una epopeya”, comenta el autor. El miércoles, en el cine Cosmos, se proyectará El tiempo perdido, documental de María Álvarez que fija el mismo tipo de experiencia. La directora, con su cámara, siguió los encuentros de un grupo de personas que desde hace dieciocho años se reúne en un bar de Buenos Aires a leer una y otra vez En busca del tiempo perdido.
La actualidad de la novela también se la puede encontrar en la transposición de la propia vida en la obra, un elemento preponderante en la llamada autoficción, tan en boga en estos tiempos. “Si realmente La Recherche es una autobiografía camuflada hay entonces una operación increíble. Todos los personajes estarían en clave, con todas las modulaciones de ese yo heterosexual que enmascara a un escritor homosexual. Las historias de amor que aparecen en la novela posiblemente sean también el camuflaje de historias con varones. Estas cuestiones han dado ríos de tinta para los problemas de la literatura del yo que la crítica viene trabajando en los últimos veinte años”, dice Romero, que señala el caso de Proust como uno de los pocos en la literatura en los que la biografía se refleja en la obra y viceversa. “Contrariamente a su propio postulado de que no importa la biografía para entender la obra, vemos que todo el tiempo está teñida por las implicancias autobiográficas”, señala el autor de Formas de leer a Proust.
La doctora en Letras y traductora Valeria Castelló-Joubert abordará el viernes 18 la justificación de la homosexualidad a la luz de la belleza en la obra del autor francés, a partir de una lectura pormenorizada de “Antes de la noche”, breve relato que bajo la rúbrica de “estudio” Proust publica en 1893 en La Revue Blanche. “Como buen esteta que era, el hecho de atribuirles a los “invertidos” -así llamaban entonces a los homosexuales- un sentido particular para percibir lo bello, equivale a colocarlos por encima de quienes son insensibles a la belleza. Esto los pone a salvo de la repugnancia que podía inspirar la idea de la homosexualidad en la época”, le dice Castelló-Joubert a Infobae Cultura. “La homosexualidad atraviesa de punta a punta La Recherche. Si bien el narrador no pertenece a la raza de Sodoma, su capacidad para reconocer a quienes la integran forma parte del desarrollo de su sensibilidad, a la par de su formación estética. El narrador, al igual que Swann, y tanto como Charlus, perseguirá, por encima de todo, la belleza”, agrega la especialista.
Las charlas de Experiencia Proust, gratuitas aunque con aforo limitado, serán transmitidas vía streaming para todo el país a través de UBA WEB TV. El filósofo francés Jean Paul Enthoven abrirá las jornadas este lunes a las 19 con una conferencia acerca de los celos y el amor en la obra de Proust, una temática tratada en sus libros sobre el escritor. También brindarán charlas la investigadora Magdalena Cámpora y el filósofo Martín Buceta, quien estará dando un curso a distancia sobre las ideas proustianas. En una entrevista con Cecilia Szperling, quien ofrecerá un taller de lectura, el crítico Daniel Link cotejará sus marcas en el libro de Proust con aquellas que hiciera Anne Carson en Albertine, rutina de ejercicios, una serie de apuntes sobre la figura femenina de la novela. Habrá además cursos a distancia, presentaciones de la Orquesta de la UBA Rector Ricardo Rojas con un repertorio de piezas de los salones proustianos y una obra de teatro de Alberto Tarantini con textos y músicas de la novela, en un espectáculo que acompaña al protagonista en su afanosa búsqueda de liberarse del orden del tiempo por medio de la sensibilidad musical puesta en escena por Tarantini –canto y saxo tenor– y Roxana Baldor en piano. Como entretenimiento extra, el público podrá completar el famoso Cuestionario Proust que popularizó el autor francés.
Toda la información de las jornadas se puede consultar en la página del Rojas.
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