“Yo nunca quise ser el cantante de Virus, pero siempre quise compartir algo con mis tíos. En los ‘90, los 2000 o dos mil y pico, cuando ya tenía una solidez artística y vocal, me hubiese gustado aunque sea tocar el toc toc. Pero no se dio”, dice Federico Moura, quien lleva nombre y apellido ilustres porque es el sobrino de aquel Federico Moura que impactó el rock argentino de los 80. Este sábado en el Teatro Metro de La Plata (Calle 4 entre 51 y 53), Moura con su banda brindarán un show muy especial con nuevas canciones y clásicos (también de Virus, por supuesto) que se vincula con la muestra “Los ‘80. El rock en la calle”. El atractivo extra y relevante para la industrial musical argentina, es que el recital está producido por Oscar López, uno de los personajes más relevantes de la gran historia del rock argentino y latinoamericano en cinco décadas.
La grilla de esta especie de viaje a una década durante la cual la banda de sus tíos Federico, Marcelo y Julio fue una de las que marcó el pulso musical del rock y el pop local la completan Alfre Peria junto a su banda 2mono e invitados de lujo como los Cadillacs Sergio Rotman y Mario Siperman más Ale Delbono y Louise De Arco. Todos embarcados en la tarea del rescate de aquel sonido que renovó los aires del género.
Como toda su familia, Federico, el de ahora, se reivindica platense. Pero aclara: “La única diferencia es que yo salí tripero, de Gimnasia (y Esgrima de La Plata), y ellos son todos pinchas”. Aunque enseguida señala que si existe algún motivo de discrepancia familiar no hay que buscarla en el fútbol. “Cuando en 2017 arrancamos con Mario Serra con el proyecto Viralisados, dedicado a recrear la música de Virus, a mis tíos no les gustó mucho”, cuenta. Las redes sociales amplificaron la “grieta” entre los fans que apoyaban y los que criticaban la iniciativa, y “esas cosas que tendríamos que haber hablado por otros medios -dice- se hicieron virales”. O, para ser fieles al plan, se viralizaron.
Salir a la superficie
Aún así, el músico admite que el ruido que lograron con Viralisados tuvo su importancia. “Me empezaron conocer, se empezaron a enterar de que había un sobrino que cantaba las canciones de Virus aceptablemente, y a muchos les gustó”, explica Federico, que admite que esa oportunidad le llegó de grande -”tengo 51 pirulos”, resalta-, a pesar de haber estado siempre haciendo su propia música aunque sin vivir de ella.
—Nunca viviste de la música pero siempre estuviste vinculado a este mundo.
—Sí. Desde que tuve mi primera guitarra, a los 14 años, hice mis canciones. Cuando era adolescente pasé por todas las que pasás cuando estás en esa etapa: la de grabar un disco, que te caguen, que no saliera, traer y llevar demos… Pasé por todas las que pasan las bandas: la de pagar por tocar, la de que te digan que te van a pagar y no lo hagan, la de tocar no escuchando nada del monitoreo. Creo que eso fue una enseñanza para lo que soy ahora como artista. Cuando llegó Viralisados, que era un proyecto muy en serio, y subí al escenario de un teatro repleto, con auriculares in ears, con una técnica, con luces y pantallas, me dije: ¿Qué onda esto? Pero lo anterior fue una preparación para pararme ahí, estar seguro y no tener miedo.
La importancia de llamarse Moura (y Federico)
—Con el peso que tiene llamarse Federico Moura en el mundo de la música, ¿tu nombre y tu apellido te jugaron a favor o en contra?
—A favor y en contra. Los que querían saca algún rédito comercial o lograr que viniera más gente, lo usaban. O para decir “ey, yo conozco al sobrino de”. Pero también recuerdo que una vez Serra me produjo unos demos y cuando estábamos por publicar en Sony, uno de los gerentes me preguntó si no tenía un apodo, “porque es muy fuerte que te llames Federico Moura”. Ahí me jugó en contra.
—¿No consideraste la alternativa del apodo?
—No. Yo tenía 20 años, los pelos largos por acá, rebelde total… ¡Qué me iba a poner un apodo! Iba con la mía. “Si les gusta lo que hago, bien; y si no, chau. Pero con mi nombre”. Después se terminó cayendo por otro lado. Pero además estaba eso de ver si le llegaba a algún lado al Federico de Virus. Es todo el tiempo una comparación. En las redes, me río, porque están los que dicen que les encantaría que Marcelo y Julio canten algo con el sobrino y los que escriben que no, que Federico es único e irremplazable. ¡Qué novedad! Somos todos únicos. Es la famosa mochila, que a veces pesa y a veces no. Lo más lindo es que cuando la abro y meto la mano, encuentro un montón de cosas lindas de toda esta vida y de llevar este nombre y este apellido.
Una herida por cerrar y la libertad de ser solista
Federico confiesa que aquel cortocircuito familiar que generó la creación de Viralisados nunca fue resuelto y que lleva cinco años sin hablar con sus tíos, pero que en plan de mantener su presente de vida saludable decidió decir basta y correrse. “No quiero relaciones con toxicidad, a pesar de que sean familiares”, sentencia.
Mientras tanto, en 2019 y confiado en la solidez que había alcanzado Viralisados, les propuso a Serra y el productor Jorge Lescano grabar con la banda un disco de canciones propias, que se materializó en Piel, de cuyas ocho canciones siete surgieron de la pluma de Federico, y su vida cambió de dirección.
“Hasta entonces, yo tenía mi empresita de pintura de casas, con la cual llevaba trabajando 20 años, y de repente subirme a un escenario y que pasaran cosas, irme a Chile con Miguel Mateos, hacer giras por lugares con 5 mil personas, estar nominado como Mejor Álbum Grupo Pop en la edición 2020 de los Premios Gardel, con Miranda! y otros grossos más, para mí fue un golpe bárbaro. Pasé a otro ámbito, dejé el laboro…”, resume el artista.
Sin embargo, la pandemia puso paños fríos sobre la actividad del grupo; y los rumores del regreso de Virus, que se concretaron con la convocatoria de Mario Serra, completaron el cuadro de fin de ciclo para Viralisados.
—¿Cómo reaccionaste cuando te enteraste que Mario volvía a Virus?
—Mi reacción fue: “Mario, está buenísimo. Es una oportunidad para vos, después de muchos años. Pero sabé que Viralisados se acabó”. Porque nosotros lo hicimos mientras no estaba Virus. La gracia era revivir la música de del grupo porque no estaba tocando. Así que me agarró eso de volver sobre mis canciones, que es algo que hice toda mi vida. Sólo que yo había tenido bandas, pero nunca había sido solista. Y ser solista me da cierta libertad para interpretar también temas de Virus, temas en portugués, que me encanta… Entonces, si hago Virus es “Fede Moura interpreta a Virus”; si quiero hacer canciones de Ney Matogrosso es “Fede Moura interpreta a Ney”.
—¿Cómo funcionó en vos poner tus canciones a compartir repertorio junto a hits como “Imágenes paganas” o “Luna de miel en la mano”?
—Funcionó naturalmente. Me la jugué. Una vez, en vivo, dije que no íbamos a competir con esos temas porque es imposible competir contra 30 años de un hit, pero pedí que le diéramos la oportunidad al artista Fede Moura. Pero ahora, lo que voy a hacer en el show de este sábado es intercalar un tema mío y uno de Virus. Y ahí vas a tener un parámetro de cómo suenan. Porque en parafernalia, propuesta, secuencias, violas… En sonido estamos buen rumbeamos. La música que hago suena, llega, golpea. Pero claro, contra 30 años de hits no hay nada que hacerle. Entonces, separo eso; una cosa es como competís o convivís con el hit; y otra es la parte musical. Son dos cosas distintas.
—¿Son diferentes las emociones que te hace sentir cantar tus canciones y las de Virus?
—Como crecí musicalmente en la época de Virus, viéndolos tocar. hacer esas canciones me remonta a esa época, a mi viejo desaparecido, a cuando a los 16 años iba a la Capital con el micro Rio de la Plata a visitar a Julio, y a Marcelo, a algún ensayo, a los shows… Estuve en todas las presentaciones importantes de Virus: en las tres fechas de “Virus Vivo”, en la presentación de Superficies de placer. Entonces, esas canciones me llevan a esa época. Y las mías también lo hacen, porque yo tengo una formación muy ochentosa, y mis temas están bañados de los ‘80.
Dos historias, dos pérdidas, dos referencias
—Tu vida está atravesada por dos pérdidas trágicas: la de tu papá, secuestrado el 8 de marzo de 1977 por un grupo de tareas de la dictadura, y la de Federico, que murió el 21 de diciembre de 1988, después de haber sido diagnosticado, a comienzos del año anterior, con VIH positivo. ¿Qué lugar ocupan en tu vida la historia de tu viejo, y la de Federico como artista y como tío?
—La de mi viejo… No tengo muchos recuerdos de él. Yo era muy chiquito; iba a cumplir seis años cuando desapareció y con mi vieja ya se había separado hacía un tiempo de mutuo acuerdo, para no complicarnos por su militancia. De hecho, en la lucha él conoce a otra mujer, y tuve dos hermanas más. Pero lo tengo totalmente asimilado. Nunca milité en H.I.J.O.S. ni estuve muy involucrado en esa historia, pero sí alguna vez he compuesto una canción que la han usado en la camioneta que utilizaban para hacer los escraches. La canción se llamaba, precisamente, “Escrache”. Me pidieron permiso y no tuve ningún drama. La causa la apoyé, la apoyo y la apoyaré siempre; estoy de ese lado, y hablo sin ningún problema del tema. Una vez me preguntaron qué le diría a mi viejo si lo tuviera por un ratito y pudiera decirle algo, y respondí que le diría que lo vuelva a hacer. Porque es la que él quería, y por la que él y tantos más se la jugaron.
—¿Haces algún tipo de juicio acerca de las elecciones que tomó?
—No, porque no soy egoísta con eso. Yo vivo de la misma manera. Cuando tomo decisiones, escucho y analizo, pero si la tengo entre ceja y ceja voy con todo aunque me la dé contra la pared, y me gusta eso con el resto e la personas. La vida la veo así: hay que vivirla. Y él la vivió así.
—¿Y Federico?
—Federico es una persona que me hubiese gustado conocer más, porque mi familia no tenía una manera de relacionarse igual a la mayoría de las otras. Todo se lo imaginan “uy, cumple años el tío, vamos a su casa”. Y no era así. Ellos vivían de gira, cuando empezaron a tener popularidad se fueron a Buenos Aires, yo era chico, mi viejo había desaparecido… Tenía contacto, pero el verdadero vínculo lo empecé a tener cuando ya era un poco más grande y como te contaba, me iba a Capital a visitarlos y todo eso. Y Federico era un distinto. Yo digo que estaba en otra órbita; pero no en una órbita de estrellato ni nada por el estilo. Tenía como su vida. Julio y Marcelo eran más terrenales. Yo iba a lo de mis abuelos a almorzar, en Capital, esperaba que se despertara Julio, que vivía enfrente, y cruzaba y curtía con él o iba a lo de Marcelo. Pero con Federico me quedó algo pendiente, que fue una charla musical, un consejo. Ese apoyo que quizá después lo tuve con Julio, que me ha dado muchos consejos y me produjo un disco que hice con mi banda en el under. Pero me quedó eso, tanto con mi viejo como con Fede. Lo que me llevé de él es que tuve la suerte de verlo en vivo, que era increíble, y aprendí muchísimo. Aparte, me fui dando cuenta de que coincidíamos en los gustos musicales. Con el tiempo me di cuenta de cuál era la onda; David Bowie, Ney y tantas oteas influencias que son las que a mí me gustan.
Lo que viene, y el día que Fede fue un Virus
“Este sábado voy a combinar tres temas de Viralisados, unos cuatro hits de Virus y los cuatro temas del EP (publicado en 2022), donde participa mi hijo de 17, Valentino, en un rap. Le conté por dónde iba el tema y le pedí que escribiera él y quedó muy lindo. Lo voy a hacer tocar”, adelanta.
—¿Llegaste a cantar alguna vez con Virus? ¿Te hubiese gustado compartir una canción con Federico o con la banda?
—Jaja… Todo el mundo está con que vuelve Virus y que cante el sobrino. Pero yo no lo quiero sacar el lugar a nadie. Nunca quise ser el cantante de Virus, pero siempre quise compartir algo con mis tíos. Esa es la gran diferencia. Yo fui a muchos shows durante la época de Federico, pero no estaba preparado para cantar ni en pepe. No me hubiese animado. Pero en los ‘90, los 2000 o dos mil y pico, cuando ya tenía una solidez artística y vocal, me hubiese gustado aunque sea tocar el toc toc. Pero no se dio. Pero una vez canté en un ensayo, cuando estaban preparando la presentación en Obras de Superficies de placer”.
—¿Cómo sucedió?
—Fui a visitar a Julio con un amigo y me invitó al ensayo. Estaba con la remerita de Virus Vivo 2. Nos sentamos detrás de unos monitores, empezaron a ensayar y Federico no venía, no venía, hasta que el manager avisó que no iba a poder venir. Ya estaba enfermo;, pero yo no lo sabía. Fui el último en enterarme. Y cuando iban a empezar a tocar el segundo tema, Quique Mugetti me preguntó si sabía las canciones, que las sabía, y me dijo que con las de Superficies de placer me ayudaba él. Marcelo también dijo que me ayudaba. Me armaron un pie de micrófono, me paré frente a una pared y tenía una lista con todos los temas de mi vida, de la vida de Virus; era un éxito detrás de otro. Con la mala suerte de que empiezan con “Ausencia”, de Superficies... Mario hizo el redoble y yo lo pisé, entré mal y pararon todos. “No, no…, Es así, tacatacatam, tacatacatam, pin, y ahí empiezas a cantar”, me corrigió. Y después no me acuerdo más nada.
—¿Te quedó alguna foto?
—¡No! Imaginate que no había celulares y uno no andaba con la cámara encima todo el tiempo. Pero yo lo cuento desde el corazón, porque para mí fue inolvidable. Cuando Quique tocó en Viralisados, lo primero que le dije fue: “Decirme, por favor, que vos te acordás que me pediste que cantara en un ensayo de Virus. ¿Te acordás? ¿Te acordás?”. “No”. ¡Jajajajaja! Pero bueno, no importa, Yo me acuerdo, y mi amigo que estaba ahí, se acuerda más aún. Así que que pasó, pasó.
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