Sebastiano Timpanaro, el marxista de la “fragilidad humana” y la importancia de la naturaleza

Ediciones IPS acaba de publicar “Sobre el materialismo”, un clásico del debate de la izquierda europea en la segunda posguerra. ¿Cómo interviene en la actualidad este libro escrito en 1970?

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Sebastiano Timpanaro
Sebastiano Timpanaro

La primera vez que Ariel Petruccelli leyó el nombre de Sebastiano Timpanaro fue a fines de los años ochenta. Algo de su tonalidad irreductiblemente italiana le llamó la atención. Estaba escrito varias veces en Consideraciones sobre el marxismo occidental de Perry Anderson. Una “elogiosa referencia”, dice Petruccelli. Para ese momento Timpanaro tenía un solo libro traducido al español, Praxis, materialismo y estructuralismo, que fue publicado en 1973 por la editorial barcelonesa Fontanella. Los ejemplares que circulaban en el país eran relativamente pocos e inconseguibles, por eso “no pude leerlo hasta muchos años después”, comenta. A Juan Dal Maso le pasó lo mismo: también leyó por primera vez su nombre en el libro de Anderson. Ya corrían los años noventa. “Recuerdo que me llamó la atención que Anderson lo reivindicaba mucho. Unos pocos años después me empecé a interesar en Gramsci -por extensión- por diversos debates del marxismo italiano, pero no lo tenía mucho en el radar”, cuenta. A raíz del libro que Petrucelli y Dal Maso escribieron juntos en el año 2020, Althusser y Sacristán, surgieron varios debates entre la militancia marxista que hicieron que Timpanaro regresara del olvido exigiendo una lectura mejor.

Así fue como se publicó, hace apenas unos meses por Ediciones IPS, Sobre el materialismo: ensayos polémicos en torno a la teoría, la praxis y la naturaleza, de Sebastiano Timpanaro. Es el mismo texto de 1973 que editó Fontanella pero con pequeñas correcciones que ambos investigadores hicieron siguiendo la publicación original en italiano de 1970, y una gran batería de notas al pie. Además, escribieron un prólogo —o presentación, como suele decirse— que titularon “En defensa del marxismo”. Ahí ponen en contexto al autor, al libro, los debates de esa época, y sostienen que Timpanaro no sólo “adelantó ciertos tópicos de la crítica marxista al posmodernismo”, sino que también “rescató la importancia de los condicionamientos biológicos y naturales de la realidad social” revalorizando la discusión de “la relación entre sociedad y naturaleza como parte de la lucha por el comunismo”. Lugo de esta presentación está el prefacio del propio Timpanaro, donde no escatima munición: “las dos interpretaciones de Marx que han tenido éxito en la extrema izquierda occidental en estos últimos años” —escribe en 1970—, se refiere a la Escuela de Frankfurt y a los trabajos de Althusser, “representan un paso atrás”. Así empieza este libro: sin vueltas.

Nacido en el norte de Italia, en la ciudad de Parma, el 5 de septiembre de 1923, y muerto en Florencia, el 26 de noviembre de 2000, de Sebastiano Timpanaro no tenemos tantos datos biográficos como quisiéramos. Fue filólogo, como su madre, y se dedicó al estudio de la filología clásica especializándose en la cultura del siglo XIX. Entre los libros que publicó están La filología de Giacomo Leopardi (1955), La génesis del método de Lachmann (1963), Clasicismo e Iluminismo en el Ochocientos italiano (1965) y Antileopardianos y neomoderados en la izquierda italiana (1982). Formó parte del ala izquierda del Partido Socialista Italiano (PSI), luego integró el Partido Socialista Italiano de Unidad Proletaria (PSIUP) y posteriormente, después de la disolución del PSIUP, el Partido de Unidad Proletaria. En los setenta, cuando el capitalismo renovaba su rostro con el neoliberalismo y la Unión Soviética era un totalitarismo consumado, Timpanaro señaló que “aquella tranquila confianza en el progreso histórico como portador ineluctable de comunismo han caído”, por lo cual se volvía necesario realizar “un planteamiento correcto de la relación entre teoría y práctica”. El marxismo se encontraba en una encrucijada y él proponía variantes para sortearla.

“Sobre el materialismo: ensayos polémicos
“Sobre el materialismo: ensayos polémicos en torno a la teoría, la praxis y la naturaleza” (Ediciones IPS)

Sobre el materialismo es un libro que propone pero que también derriba. Habla del “carácter reaccionario” del “giro idealista”, del “fácil antileninismo, hoy de moda en gran parte de la extrema izquierda”, de “las escorias romántico-existencialistas que contaminan gravemente el pensamiento de Horkheimer y Adorno y también el del último Marcuse”, del dogmatismo de Stalin (”una reducción inmediata, no solo de la ciencia a ideología, sino de la misma ideología a instrumento de propaganda”), del psicoanálisis y el estructuralismo (”profundamente penetrados por la ideología antimaterialista”). También explica que “en la cultura burguesa la lucha se desarrolla hoy, expresándolo de forma muy esquemática, entre dos idealismos: un idealismo historicista-humanista y un idealismo empiriocriticista y pragmatista” y que “la victoria del segundo es la victoria de la tecnocracia sobre el viejo humanismo”. El marxismo de ese entonces, lo que se conoce como marxismo occidental, estaba muy preocupado por “demostrar que no es ‘tosco’”, es decir, que no es “materialismo vulgar”. Timpanaro acuerda, pero insiste en que, siguiendo a Lenin, “hay una situación de desequilibrio a favor del idealismo y de ahí se deriva la necesidad de dirigir la polémica más contra este que contra el materialismo vulgar”.

El idealismo se podría definir, a grandes rasgos, como una gran tradición filosófica que va de Kant a Hegel —con un nutrido abanico de variantes— y que afirma la primacía de las ideas por sobre la realidad, es decir, que la existencia de las cosas no es independiente de la conciencia. El materialismo propone lo opuesto. En 1859, en el prólogo de Una contribución a la crítica de la economía política, Marx escribire: “No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia”. De esa idea nace toda su teoría. En La ideología alemana, escrito entre 1845 y 1846 junto a Friedrich Engels y publicado póstumamente en 1932 en la Unión Soviética, explica que en el desarrollo de la historia “surge una clase condenada a soportar todos los inconvenientes de la sociedad sin gozar de sus ventajas. Una clase que forma la mayoría de todos los miembros de la sociedad y de la que nace la conciencia de que es necesaria una revolución radical, la conciencia comunista”. Quitando el carácter predictivo, Timpanaro subraya la necesidad de volver sobre ese materialismo para entender cuánto nos determinan los procesos biológicos y, por consiguiente, la naturaleza, algo que desde el idealismo resulta imposible.

Ariel Petruccelli sostiene que de Timpanaro “lo enteramente reivindicable es su actitud y su enfoque general a la hora de afrontar cuestiones teóricas y políticas. Quiero decir: un espíritu crítico sin concesiones a las modas; un talante materialista y realista de vocación científica. La plena conciencia crítica le hizo ser muy consciente de que sus intervenciones eran esbozos, apuntes preliminares que debían ser profundizados y contrastados empíricamente. También habría que destacar la voluntad dialógica y la búsqueda de elevar el nivel del debate político. Por último, su intento vincular el marxismo con el pensamiento de Leopardi y su abordaje cercano, si bien crítico, al psicoanálisis”. Giacomo Leopardi fue un poeta y erudito italiano del Romanticismo que murió en 1837. Uno de los poemas que cita en Sobre el materialismo dice: “Naturaleza, verde siempre, marcha por tan largo camino que inmóvil nos parece”. CTimpanaro buscaba romper aquella vieja máxima que todavía hoy se escucha en algunos círculos universitarias, que “todo es cultural” o que “todo es social”. Lo pone en estos términos: “Sostener que como lo ‘biológico‘ se nos presenta siempre mediatizado por lo ‘social‘, lo ‘biológico’, es nada y lo ‘social’ es todo, sería, una vez más, un sofisma idealista‘”.

Juan Dal Maso y Ariel
Juan Dal Maso y Ariel Petruccelli

Tres aportes de Timpanaro, según Juan Dal Maso: “El primero, el carácter de su intervención en una coyuntura específica, que es un panorama del marxismo europeo de la segunda posguerra dominado por posiciones que asociaban el materialismo con un pensamiento vulgar o mecanicista. Timpanaro se propone conscientemente ‘torcer la vara’, incluso -como él mismo reconoce- con cierta rusticidad, algo necesario para restituir la importancia del materialismo en la discusión marxista. Ahí me parece que se destaca su defensa de Engels contra Lucio Colletti, que no deja de ser una defensa crítica, pero también otras polémicas, como con las corrientes praxiológicas o Lévi-Strauss. El segundo aspecto tiene que ver con su propia lectura del marxismo, en la que se destaca algo al parecer bastante excéntrico pero que quizás no lo sea tanto, como la reflexión sobre las posibles relaciones entre el marxismo y el pensamiento del poeta italiano Giacomo Leopardi, simultáneamente pesimista y hedonista. Por último, como tercer aspecto, una suerte de combinación entre los dos anteriores, Timpanaro termina haciendo una relectura del marxismo: la cuestión de las determinaciones biológicas y naturales vuelven a pesar en la comprensión de esa segunda naturaleza que es la vida social”.

¿Cómo se lee Sobre el materialismo, a cincuenta y dos años de su publicación? Para Dal Maso, “es un libro que, al reivindicar simultáneamente el marxismo y sus bases teóricas materialistas, puede ser un punto de apoyo para salir al cruce de diversas posiciones actuales -tanto progresistas como reaccionarias- que reivindican más bien las posturas contrarias: el relativismo, el subjetivismo, la epistemología de parte (que supone la imposibilidad de generalizar los conocimientos de determinadas situaciones por fuera de los grupos afectados directamente)”. También “para pensar una ética de la vida en común basada en la fragilidad biológica del ser humano” porque “esta fragilidad es un rasgo común que nos hermana y que -en última instancia- es una especie de fundamento natural para la lucha por el comunismo”. “La lucha por la libertad e igualdad en condiciones dignas para todas las personas es inseparable del sentimiento de simpatía por el sufrimiento ajeno, pero también está vinculada a que vos no nacés y te cortás solo el cordón umbilical, o sea, no somos individuos autosuficientes, necesitamos la organización y la sociabilidad y el proyecto de una revolución socialista construida desde abajo, como lo quería Timpanaro, tiene también este fundamento”, agrega.

Para Petruccelli, el libro “tiene una actualidad enorme” porque “el idealismo y el subjetivismo que Timpanaro detectara y combatiera al interior de la izquierda de los años setenta, no han dejado de crecer en la cultura política contemporánea, plagada de identitarismos y de una primacía de las emociones por sobre la razón”. Y agrega: “Su búsqueda de claridad analítica, rigor hermenéutico y firmeza política es hoy incluso más necesaria que hace cincuenta años. Obras como las de Timpanaro nos recuerdan que los datos de la realidad hay que aceptarlos intelectualmente, por mucho que rechacemos esa realidad en términos morales. Nos ayuda a reconciliarnos con la fragilidad humana. Y nos permite una relación más sensata y ecuánime con la naturaleza de la que somos parte (aunque a veces lo olvidemos)”. Otra de las formas en que este marxista italiano regresa del olvido para intervenir en el contexto actual, tan distinto al suyo, tiene que ver con lo que dice Dal Maso en el final de esta entrevista: “Para pensar la cuestión ecológica también desde este punto de vista: saber los límites de nuestra lucha ‘contra’ la naturaleza es fundamental para no continuar destruyéndola, cuestión que el capitalismo desoye permanentemente”.

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