La sala está a oscuras, con algunas sillas aquí y allá colocadas boca abajo, como inutilizadas, y una luz cenital encegueciendo hacia la platea. Mientras el público ingresa, algunos se animan a levantar las sillas y a sentarse sin temor ni timidez. Se apaga el foco y comienza la función.
Desde el momento uno la obra interpela e incomoda. Es la idea. Nadie saldrá de allí de la misma manera que ingresó. Las preguntas se agolparán, y será tema de conversación cuando haya terminado.
La actriz se ubica en el medio del escenario y conversa con el auditorio que, claro, no responde. Ella continúa el monólogo, ajena a la indiferencia. Y el público asume el goce de esa situación placentera e incómoda a la vez. Un poco como en la vida.
El mundo es más fuerte que yo es, sin intención consciente previa de la compañía –La mujer mutante– un homenaje al teatro, pero, a la vez y además, una experimentación. Sin ánimo de develar nada, porque la “gracia” (o una de ellas) de la obra es el factor sorpresa, la conmoción, en el sentido más amplio del término, es lo que en algún punto sostiene y motoriza.
Para la compañía –que tiene a la cabeza a la actriz Victoria Roland y al director Juan Coulsasso–, esa suerte de juego, de inquietud, de energía sostenida, de música en vivo, de movimientos a través del espacio es la razón de ser de ese espectáculo. Así queda conformada la Trilogía Mutante, por esta, El mundo es más fuerte que yo, de 2017; Una obra más real que la del mundo, de 2019, y Algunas notas para inventar otros mundos, la más reciente, de 2022. Con este grupo de obras plantean la posibilidad de un viaje perceptivo entre los límites de la ficción, la vida, la muerte. El teatro como máquina creadora y la ciudad como portal hacia otros mundos. “Una suerte de huida del teatro para invocar su reinvención o el intento fugaz de fundar otras comunidades, relatos e imaginaciones para un mundo cada vez más incierto”, presentan.
Y no escatiman en recursos ni le mezquinan a su deseo y su búsqueda, van a fondo a pesar de cualquier coyuntura adversa pandémica, pospandémica y económica. Tal vez por ello La mujer mutante se presente como “una trinchera al borde del mundo (pero completamente adentro)” o como “una compañía en crisis existencial, que decide hacer obra de eso”.
En El mundo es más fuerte que yo nada es lo que parece, o tal vez sí, porque los límites se desdibujan, ficción, realidad, público y actores, asistentes –como si fuera un juego de palabra en sí, del que asiste, colabora, pero a la vez “va hacia”, concurre–, director, músico, escenario, platea, tiempo. ¿Dónde está la frontera y su subversión? ¿Qué pasaría si…?
Nada es inocente en esta obra, ni el vestuario saturado de la actriz, ni la música –en vivo–, ni los ecos de las obras clásicas, ni el agua, ni el cigarrillo, ni la escenografía, básicamente nada, la búsqueda última es sacudir. Tal vez por ello un terremoto sea parte del texto. O tal vez no.
Hay en La mujer mutante una clara toma de posición, la de jugar y coquetear con las fronteras de las categorías teatral, performático, pura experiencia y ficción. Prefieren eso que encasillarse en cualquier categoría fija. La cuestión, siempre, es mover y moverse.
Tal vez por ello, la segunda obra de la trilogía, Una obra más real que la del mundo, una site-specific en el cementerio de Chacarita –un recorrido por el sexto panteón, en los subsuelos del cementerio– y la tercera, Algunas notas para inventar otros mundos –estrenada en enero de este año en la Bienal de performance–, una suerte de viaje en comunidad por los bordes de la ciudad (comienza en Retiro y llega hasta Ciudad Universitaria), abrevan de ese afán: mover, cambiar, mutar…
De allí nace la trilogía, porque de algún modo buscan huir de la sala de teatro. Concretamente, en El mundo es más fuerte que yo hay una tensión permanente entre la ficción y lo real: por qué hacer teatro, o la clásica tensión entre la vida y el arte. O “qué es más auténtico o cómo la vida nutre al arte y viceversa”, explica Victoria Roland a Infobae Cultura. “De hecho, hay una expulsión de los espectadores a la calle, y hay una permanente interpelación a esto de despertar de las convenciones”, añade.
Las tres obras establecen un diálogo, apunta la actriz. “Una obra más real que la del mundo –de la que se puede participar durante los próximos sábados de noviembre– nos parecía que tenía que empezar en la calle, porque la primera terminaba expulsando a los espectadores a la calle. Y nosotros empezamos a merodear por Chacarita, y nuestra primera práctica fue hacer caminatas a la deriva por Chacarita, y así llegamos al cementerio”. “Nos pareció que teníamos que reconquistar otra forma de ocupar la ciudad, y en ese caso el cementerio, que es un espacio destinado a un fin muy específico, poder habitarlo desde otro lugar”.
“La tercera, Algunas notas para inventar otros mundos, es un relato de ciencia ficción que es escuchado a través de unos auriculares, es una voz que acompaña, junto con unos guías performáticos, que conducen a distintas comunidades a hacer un recorrido en el que esas comunidades, por momentos, ven que hay otra que está a lo lejos, y después se entrecruzan y entrelazan. Es una obra que piensa mucho sobre las problemáticas actuales, sobre la posibilidad del fin del mundo, o de otros mundos posibles. Y te invita a observar la ciudad de una manera distinta”, cuenta Roland.
“Para nosotros, esta trilogía es un viaje hacia la experiencia, el teatro entendido, cada vez más, como una experiencia comunitaria y menos como un espectáculo en su sentido tradicional, como representación, y más como una experiencia en comunidad que altera nuestra percepción”, sintetiza.
Y lo logran. Durante los minutos posteriores al final de la función, los espectadores, ya en la calle, nos preguntamos qué, cómo y por qué, lograron su cometido. Todos vivimos una experiencia única, y nos fuimos sacudidos.
* El mundo es más fuerte que yo se presenta los viernes a las 20 en El Extranjero, Valentín Gómez 3378, C. A. B. A. En cartel hasta el 25 de noviembre. Actúan: Victoria Roland, Flor Sánchez Elía. Música: Matías Coulasso. Texto: Juan Coulasso, Victoria Roland; dirección: Juan Coulasso. Producción: La mujer mutante. El texto completo de la obra y el diario de la actriz fueron publicados por Populibros (hoy Bombal).
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