Su primer disco salió en 1979 y ahora, con 22 álbumes editados y una trayectoria llena de reconocimiento de sus pares y del público, Rosa Passos admite que su nuevo trabajo, a dúo con el guitarrista Lula Galvão, representa uno de los desafíos más complejos desde su debut.
Por un lado, porque marcará su regreso al ruedo luego de casi dos años en que se mantuvo aislada por la pandemia (aunque se dedicó a filmar videos a distancia con músicos amigos que difundió en las redes sociales). Por otro, según admite, porque “es muy difícil hacer un trabajo en guitarra y voz: es preciso tener mucha capacidad para no caer en el lugar común, para que no sea monótono”.
Su fórmula para salir airosa, como siempre, es la que mostrará en sus shows en Buenos Aires del viernes y sábado próximos, en Bebop Club de Palermo, donde se presentará con este guitarrista al que define como su “marido musical”: se conocen desde hace 38 años, compartieron 19 de sus 22 discos, y aprovecharán el escenario porteño para celebrar tanto tiempo de amistad y sociedad artística.
Será su cuarta visita a la Argentina de esta artista nacida en Salvador, Bahía: la última fue en 2018 para brindar conciertos acompañada por el contrabajista Paulo Paulelli y la anterior se remonta a 2013, cuando se presentó junto con la Banda Mantiqueira, una big band brasileña, en el Festival de Jazz de Buenos Aires, luego de haber participado en su primera edición, en 2007.
El diario El País de España sostuvo que “nadie toca y canta bossa nova como Rosa Passos desde João Gilberto” y sus miles de seguidores pueden dar fe de que no es una exageración. Cantante, guitarrista y compositora, es una de las mejores exponentes de la música popular brasileña que visita al jazz, o viceversa, en una relación virtuosa que la llevó a presentarse en el Carnegie Hall y en el club Blue Note de Nueva York o a grabar un disco con una leyenda jazzística como el contrabajista Ron Carter, además de tener un doctorado Honoris Causa en la célebre escuela Berklee, en Boston.
En la entrevista con Infobae, Passos cuenta cómo serán los nuevos conciertos que brindará en Buenos Aires junto con Galvão y anticipa que en marzo próximo compartirá con Carter y el pianista Kenny Barron un homenaje a Antonio Carlos Jobim en el Lincoln Center de Nueva York, como una suerte de antesala de los tributos que se harán en 2024 para conmemorar los 30 años de su muerte.
— ¿Cómo serán sus nuevas presentaciones en la Argentina?
— Con Lula Galvão estamos celebrando 38 años de amistad y ese es el principal objetivo del concierto. Nuestro disco todavía no salió porque está en proceso de masterización. Calculo que se editará a fines de noviembre o diciembre. Tengo 22 discos y 19 fueron con arreglos de Lula. Compartimos muchos viajes por el mundo y muchos proyectos. Tenemos toda una historia de camaradería.
— ¿Cómo se conocieron?
— Fue en 1984, cuando yo cantaba en una sala de conciertos en Brasilia donde la gente comía e iba a bailar clásicos de la música popular brasileña y él tocaba la guitarra. Fue una gran experiencia y los dos crecimos mucho porque teníamos que tocar unos 100 temas cada noche, durante varias horas.
— ¿Qué le aporta Galvão en materia humana y artística?
— Construimos una gran amistad y un respeto musical hacia el otro, y a partir de eso fue creciendo una afinidad, una complicidad. Siempre digo que con Lula hacemos música del corazón, que es cuando no se precisa hablar en otro lenguaje y uno se entiende perfectamente con el otro. Ustedes en Buenos Aires van a poder comprobar lo que estoy diciendo porque es un show muy intimista, con clásicos de la música brasileña y algunas composiciones mías. También voy a tocar la guitarra.
— ¿Cómo eligieron el repertorio del nuevo disco que presentarán en Buenos Aires?
— Desde hace bastante tenía en mente algunas canciones que debían estar en este disco, clásicos del MPB (música popular brasileña), temas muy queridos que fueron compuestos por Noel Rosa, Nelson Cavaquinho, Johnny Alf, Jacob do Bandolim, y Hermínio Bello de Carvalho, además de los nuestros. Es muy difícil hacer un trabajo en guitarra y voz: es preciso tener mucha capacidad para no caer en el lugar común, para que no sea monótono. Nosotros conseguimos eso por nuestra afinidad musical.
— ¿Este disco fue pensado durante la pandemia? ¿Cómo pasó esa etapa de aislamiento?
— Este trabajo es un poco nuestro reencuentro. Estuvimos separados dos años, cada uno en su casa, pensando que cuando pasara la pandemia podíamos ir a un estudio para hacer este disco. La pandemia nos ayudó a organizarnos. Lula ya había hecho los arreglos del disco que grabé con temas de Djavan, así que fuimos buscando canciones que nos gustaban hasta armar un repertorio.
— ¿Pudo dedicarse a la música durante el aislamiento?
— Siempre estoy haciendo música y durante la pandemia la hice en mi casa. Grabé unos 200 videos que se difundieron por Instagram con músicos amigos de todo el mundo: Japón, España, Cuba, Israel, Brasil, Estados Unidos y la Argentina. La gente me lo agradeció y así pude pasar ese momento.
— ¿De dónde proviene su amor por el jazz?
— Se lo debo a mi padre. Desde chica escuchaba jazz porque a él le gustaban mucho las orquestas de jazz, las grandes cantantes, y por eso pasé mi infancia y adolescencia escuchando esa música. Tuve la oportunidad de estudiar piano, pero cuando escuché a Joao Gilberto quise aprender a tocar la guitarra y estudié jazz y bossa nova. Siempre digo que la bossa nova es prima del jazz. Son parecidos y descubrimos la fórmula de hacer música brasileña con una connotación jazzística.
— ¿Por eso llegó a tocar en importantes escenarios de los Estados Unidos?
— En Estados Unidos y en Europa estoy siempre invitada para tocar en grandes clubes y salas como el Carnegie Hall, donde canté con Kenny Barron. También grabé un disco con Ron Carter. Y en marzo voy a compartir un concierto con los dos y mi baterista Rafael Barata en homenaje a (Antonio Carlos ) Jobim en la sala más importante del Lincoln Center. En Estados Unidos están queriendo homenajear a Jobim porque en 2024 se cumplen 30 años de su muerte. En Brasil eso no pasa.
— ¿Por qué?
— Jobim es más respetado afuera que en Brasil. Aquí es muy difícil hacer música de calidad.
— ¿Qué representa Joao Gilberto para usted?
— ¡Todo! (se ríe). Fue la mayor influencia de mi vida. Será siempre mi maestro: aprendí a tocar la guitarra gracias a él, y también aprendí la “batida” (N. de la R: su forma de tocar tan característica, en la que hay ritmo y armonía al mismo tiempo), pero no copiándolo sino a mi manera.
— Después de tantos años de carrera, ¿qué le falta hacer en la música?
— Todo lo que pude hacer, lo hice. Soy una persona realizada. Conseguí alcanzar niveles muy altos en la música, como tocar en el Carnegie Hall, tener el título de doctora en Berklee, la mejor escuela de jazz del mundo; tener la ciudadanía en algunas ciudades de España. Son cosas muy significativas para mi carrera, pero también disfruté muchísimo haciendo los videos con mis amigos durante la pandemia y ahora es un sueño cumplido mi nuevo disco y estos conciertos con Lula, mi marido musical.
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