Armando Bó: “En la parodia hay un mundo de oscuridad que en la comedia no está”

Referente del lenguaje audiovisual, hijo del cine nacional y ganador de un Óscar. En unos días se estrena la segunda temporada de “El Presidente”, serie que indaga con acidez sobre la corrupción en el fútbol. Sobre este y otros proyectos conversó con Infobae Cultura

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Armando Bó, ganador de un Oscar en 2015 por el guión de "Birdman", y director de películas como "El último Elvis" y "Animal" (Foto: Lihueel Althabe)
Armando Bó, ganador de un Oscar en 2015 por el guión de "Birdman", y director de películas como "El último Elvis" y "Animal" (Foto: Lihueel Althabe)

Un argentino dirige a un chileno que cuenta la historia de un brasileño. Acaso el brasileño menos carismático y más influyente del fútbol mundial, a quien nadie recuerda haberlo visto pateando una pelota. Tal vez el chileno no-futbolista más relevante de la historia del fútbol trasandino hasta el día en que dejó la Conmebol para jugar para el FBI. Quizás el argentino joven con mejor presente y mayor proyección internacional en la industria del cine y la tevé. ¿De quiénes se trata? El argentino es Armando Bó, ganador de un Oscar en 2015 por el guión de Birdman, nieto e hijo del cine nacional, premiado director de comerciales de publicidad y de películas como El último Elvis (2012) y Animal (2018). El chileno es Sergio Jadue, ex presidente de la Federación de Fútbol de Chile. El brasileño es nada más y nada menos que João Havelange, presidente de la FIFA durante 24 años. Y esta historia –o parte de ella– es la que se podrá ver a partir del 4 de noviembre en Prime Video, la plataforma para streaming de Amazon: Juegos de corrupción, la segunda temporada de El Presidente, la serie cuya primera parte se inspiró en el escándalo conocido como “FIFA-Gate” y que ahora pone el foco en vida y obra de quien dirigió los destinos del fútbol mundial entre 1974 y 1998.

Así como en la primera temporada es el personaje de Julio Grondona quien lleva adelante el relato, esta vez es Jadue (de nuevo genialmente interpretado por el chileno Andrés Parra) el encargado de narrar el cuento, algo que ocurre en off pero también en primer plano, interrumpiendo escenas y rompiendo la famosa “cuarta pared” para hablar a cámara y sumar con sus acotaciones desopilantes una dosis extra de mordacidad al tono satírico que domina la serie. Porque es así: aun cuando reconstruye una época sangrienta para buena parte del continente, El Presidente se vale de la ironía y la parodia. Lo cual no debe confundirse con comedia. Armando Bó, creador, director y showrunner (es decir productor y guionista principal) de El Presidente lo explica a su manera: “Prefiero hablar de parodia más que de comedia porque me parece que en la parodia y en la sátira hay un mundo de oscuridad en los personajes que en la comedia no está. Si bien respeto mucho la comedia, creo que la parodia ve todo con cinismo y no evita meterse en temas jodidos, dramáticos, y los denuncia”.

Trailer de "El Presidente" (Temporada 2)

Cuando habla de “temas jodidos”, se refiere a la última dictadura cívico-militar argentina y, más específicamente, al Mundial 78. Porque la serie que creó –y en gran parte escribió y dirigió– gira en torno al detrás de escena de la corrupción en el mundo del fútbol profesional, y esta segunda temporada tiene su eje en la transformación de la FIFA, que pasó de simple organización deportiva amateur a potencia comercial y política, con Havelange como líder de ese proceso. En ocho episodios, la edición 2022 de El Presidente muestra todo lo que Havelange ganó y perdió, robó y apostó desde que decidió dar pelea a los dirigentes europeos por la dirección de la FIFA, y cómo la dictadura argentina y el Mundial 78 –su primer torneo global como presidente– le sirvieron de plataforma para construir su poder. De hecho, destina un capítulo completo al tema. Y lo hace en clave paródica de policial de gangsters, con Fabio Posca en el papel del dictador Jorge Rafael Videla, y Fabio Alberti en el del almirante Carlos Alberto Lacoste, presidente del EAM 78, el ente autárquico que organizó el Mundial.

—¿Temés reacciones del tipo “Qué barbaridad, se toma en joda la dictadura”?

—No. Que tenga humor no quiere decir que sea en joda. Al contrario. Y quien vea el episodio sobre el Mundial 78 va a entender que es explícito, que no es en joda. Hay un mundo de parodia porque es el tono de la serie, pero es una oportunidad para meterse con temas bastante incómodos en la Argentina. El humor es parte de mi vida y me representa. Y encuentro humor también en el drama. Muchas veces me sorprendo en un cine riéndome con escenas que a otra gente hacen llorar. Me es imposible no ver la vida con cinismo. Y, sobre todo, si se trata de fútbol. Pero es mi versión, una ficción sobre cómo Havelange tuvo que lidiar con asesinos a los que lo que menos les importaba era el futbol. Para mí, como artista, fue una buena oportunidad de abordar parte de esa historia a través de una sátira basada en hechos reales.

"Que tenga humor no quiere decir que sea en joda. Al contrario", dice Armando Bó (Foto: Lihueel Althabe)
"Que tenga humor no quiere decir que sea en joda. Al contrario", dice Armando Bó (Foto: Lihueel Althabe)

La segunda temporada de El Presidente llega después de las buenas críticas y las nominaciones a los premios Emmy que obtuvo la primera, estrenada en 2020. Y el vaso comunicante entre aquella y esta, que se estrena ahora, es –además del fútbol y la corrupción– Sergio Jadue. da sus motivos para la elección del personaje y la manera en que interviene.

—Así como en la primera temporada contamos el FIFA-Gate y la corrupción en el fútbol contemporáneo, en esta temporada elegimos ir para atrás en el tiempo para llegar a un momento en el que el fútbol todavía no era el negocio que es hoy, y descubrir cómo este tipo, Havelange, pudo ver algo que los demás no. El mundo era otro: había comunistas, había dictaduras militares y también había ideales; era un mundo más corrompible. Y la segunda temporada hurga ahí. En la primera temporada ya nadie cree en nada; en la segunda, lo que se ve es la descomposición y cómo, a través de los años, Havelange fue protagonista de ese proceso. Lo más difícil fue encontrar humor. Porque en la temporada 1 lo teníamos naturalmente: el mundo del fútbol es una sátira en sí mismo; si corregís la mirada un poquito, ya te reís, es muy absurdo. Pero en los 70 no era tan así, había ideales, había otras cosas. Y Havelange era un tipo amargo, también. De ahí la decisión de agarrar al corrupto de la temporada 1 para que cuente la historia. La idea de que sea el pequeño corrupto quien cuenta la historia del gran corrupto me hacía reír mucho.

"El Oscar te abre muchas puertas, pero no todas son para ser atravesadas" (Foto: Lihueel Althabe)
"El Oscar te abre muchas puertas, pero no todas son para ser atravesadas" (Foto: Lihueel Althabe)

Si bien hace lo imposible para no espoilear nada, no disimula su entusiasmo a la hora de hablar de la nueva edición de El Presidente. Y prácticamente no da lugar al repaso de sus logros –que no son pocos– ni sus proyectos... que son muchísimos. Su relato no se detiene.

Havelange nunca fue un frontman, nunca fue el más simpático ni el que mejor hablaba. Pero manipulando a los demás y sabiendo cómo llevar el poder, descubrió esa manera de manejar el fútbol que también explotó Grondona, a través de los equipos chicos que empezaron a tener el mismo poder de voto que los equipos grandes. La serie te cuenta como él logra sacar del medio a los europeos, que hasta ese momento eran los que manejaban el fútbol. Es muy sofisticado: un brasileño blanco que va a Europa como latino y conquista el mundo aprovechando el apoyo de África en un mundo lleno de racismo... Y apoyándose en Pelé, porque también se da cuenta de que con la estrella a su lado podía entrar en cualquier lugar. Lo mismo que pasó con Grondona y con Maradona. La serie empieza con el cumpleaños número 100 de Havelange... Porque al fin de cuentas tuvo mucha mala suerte: vivió hasta los 100 años (risas). Siempre fue un rey, hasta que explotó el FIFA-Gate y se convirtió en un villano. Si se hubiera muerto a los 97, no se habría enterado de nada. Pero el tipo era un corredor de natación, compitió en los Juegos Olímpicos del 36, en la Alemania de Hitler, y llegó a los 100 años.

—¿Hubo mucha tarea previa de investigación periodística para reconstruir esa vida?

—Sí. Lo disfruté mucho, fue muy duro, porque no fue fácil: Havelange se encargó de hundir todo lo que hablaba mal de él, entonces no se sabía casi nada. La investigación fue muy dura porque el tipo se ocupó de editar su vida, casi. Así que hubo que crear mucha ficción. Finalmente es mi versión de su historia.

"Es un buen momento mío no solo como director sino también más como productor." (Foto: Lihueel Althabe)
"Es un buen momento mío no solo como director sino también más como productor." (Foto: Lihueel Althabe)

—¿Cuánto de hechos reales y cuánto de ficción hay, entonces?

—Las cosas importantes son reales, los hechos son los hechos, pero obviamente es mi visión y la del grupo de escritores que participó conmigo de la escritura. Y la de todos los que produjeron la serie: Amazon, Kapow, Fabula y About Enterteinment. Para mí fue una oportunidad muy grande porque lo hicimos a través de About, la productora que formamos hace un par de años. Y al ser un proyecto para Latinoamérica, es un proyecto gigante.

—Pero no es el único en el que estás involucrado...

—No, claro. Paralelamente tengo un proyecto para hablar de este tiempo y de esta época, que no es con esa mirada.

—¿Te referís a la serie sobre la tragedia de Cromañón?

—Sí. Es un buen momento mío no solo como director sino también más como productor. Son ejercicios que uno hace porque obviamente no tengo una sola manera de ver las cosas. El Presidente era imposible hacerla sin humor porque el mundo del fútbol te pide que en algún punto te rías. Pero no todas las historias tienen humor, y hay que mirarlas de otra manera.

"La serie no tiene límites en cuanto a explorar un personaje; una película tiene otro tiempo" (Foto: Lihueel Althabe)
"La serie no tiene límites en cuanto a explorar un personaje; una película tiene otro tiempo" (Foto: Lihueel Althabe)

—¿Cuál es la diferencia entre contar una historia por medio de una serie y hacerlo a través de una película?

—Son formatos: contar algo en ocho episodios de una hora no es lo mismo que contarlo en dos horas de una película. En el caso de esta segunda temporada de El Presidente, fueron ocho guiones con un equipo de guionistas, ocho filmaciones con cuatro directores porque yo dirigí solo los dos primeros, hubo mucho equipo brasileño. Está hecha en tres idiomas, es una serie con mucho portugués, con mucho en inglés, y contada en español. Y se respetaron los idiomas de cada personaje: los personajes ingleses son actores ingleses, los alemanes son alemanes, los argentinos son argentinos, y los brasileros son brasileros y todos hablan en su idioma. Es una tremenda producción, y fue muy difícil de lograr calidad con tantos episodios. Fue un desafío personal; dos años y medio de laburo. Si hacer una película es complicado, hacer una serie es multiplicar eso por cuatro. Si una película dura dos horas y una serie tiene ocho capítulos de una hora... Obviamente es diferente la manera de contar, el nivel de detalle es un poco menor, pero al mismo tiempo es un desafío, porque se hace con un equipo que es el doble o triple de grande que el de una película... Igual, depende de cada proyecto, claro.

—¿Y qué es lo que hace que te decidas por una serie o por una película al momento de elegir el formato?

—Claramente, la serie siempre se mete más en los personajes, no tiene límites en cuanto a explorar un personaje. Una película tiene otro tiempo.

"El problema del cine es la poca cantidad de pantallas que tenés cuando estrenás una película, para una serie es todo lo contrario" (Foto: Lihueel Althabe)
"El problema del cine es la poca cantidad de pantallas que tenés cuando estrenás una película, para una serie es todo lo contrario" (Foto: Lihueel Althabe)

—¿No es la industria la que te impulsa a elegir un formato u otro?

—Sin duda, hay momentos en los que la industria pide algunas cosas y en otros, otras. La industria está cambiando. Pero depende de cada uno. El cine es una manera de contar que no va a pasar nunca de moda, que a la gente le encanta ver siempre. Estamos en un momento en el que la gente ve tanto contenido que hay espacio para películas y para series. El tema, en todo caso, es la cantidad de pantallas. En ese sentido, para las series es lo opuesto al cine. Mientras el problema que tiene el cine es la poca cantidad de pantallas que tenés cuando estrenás una película, para una serie es todo lo contrario. Y es en esa contradicción que hoy están luchando esas dos industrias.

—¿Cuántas puertas se abren después de ganar un Oscar?

—Sin duda se abren puertas, el tema a cuáles entrar y a cuáles no. No todas las puertas que abre un Oscar son para ser atravesadas... La industria de Hollywood es una experiencia muy grande donde hay de todo. Lo que te da es la oportunidad de elegir; después, para que se abran las puertas que uno quiere abrir, igual hay que seguir remando... ¡porque no sos el único que ganó un Oscar! (risas). Por suerte puedo elegir lo que quiero hacer. Los Angeles es un mundo aparte en el que yo elijo cómo jugar. La cosa de sueño americano la juego a mi manera. Es un un mundo ideal donde superficialmente parece que todo se puede, pero cuando estás ahí decís: bueno, yo no quiero jugar a todos estos juegos, quiero jugar a algunos. Tengo un mundo paralelo con una productora que ya tiene 18 años y que sigue funcionando. Hacemos publicidad, y de la buena. Y sigo trabajando en eso porque es un mundo en el que aprendí mucho, que al mismo tiempo me da la posibilidad de contar lo que yo tengo ganas sin tener que laburar solamente de eso, como les pasó a mi viejo y a mi abuelo. Estamos muy motivados con mis socios buscando historias y desarrollando; tenemos como 30 proyectos en desarrollo.

"Por suerte puedo elegir lo que quiero hacer" (Foto: Lihueel Althabe)
"Por suerte puedo elegir lo que quiero hacer" (Foto: Lihueel Althabe)

Es la ocasión para profundizar sobre eso... aunque sea brevemente. La serie sobre Cromañón “está en proceso de producción”, concede . La biografía de Robert Cox, el fundador del diario Buenos Aires Herald, “es una película y estamos en pleno casting y búsqueda de financiamiento”. Hay un proyecto sobre la vida del odontólogo femicida Ricardo Barreda del cual Bó no suelta detalle. Y del resto de las carpetas que se apilan en la mesa ratona de su luminosa oficina de diseño setentista a pocos metros del Monumental... mutis.

—Pregunta final: la serie se estrena al mismo tiempo en 240 países, incluido Brasil. ¿Cómo creés que tomará el público brasileño que la historia de Havelange la cuente un argentino?

—¡Vamos a ver! Hay mucha pica así que veremos cómo la reciben (risas).

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