Desde Bilbao. Hace un calor inaudito en el País Vasco y en toda España. Los bilbaínos se quejan y no pueden creer que, cuando el otoño ya está avanzado, las temperaturas promedios de esta última semana hayan superado los 28, 29 grados. Inclusive por las noches y las madrugadas. El norte de España y esta región en particular se distinguen por los días nublados, la lluvia casi permanente y a esta altura del año, por un clima poco amistoso con frío y viento. No es, ni mucho menos, el caso de esta semana en donde se llevó a cabo la décima edición de BIME (Bilbao International Music Experience), que comenzó el miércoles y concluye este sábado con una maratón de recitales gratuitos y al aire libre en varios sitios emblemáticos de la ciudad.
Al margen de las temperaturas de verano, dentro del Palacio Euskalduna -sede de los encuentros profesionales que se realizaron desde el miércoles y hasta el viernes- hubo febril actividad, rondas de negocios, discusiones sobre el futuro de la industria musical en la era del streaming y las redes sociales, y sobre todo, muchos encuentros, casuales y de los otros. Si algo tiene de distintivo este encuentro de profesionales de la música -productores, managers, músicos, ejecutivos discográficos, periodistas- es la posibilidad de establecer contacto y cerrar negocios en medio de un clima distendido y agradable. Así funciona, así sucedió en la primera edición americana que se realizó este año en Bogotá, en mayo, y así fue en Bilbao, la ciudad del Athletic de Bilbao (la bandera roja y blanca a rayas horizontales es omnipresente en los balcones de la ciudad), el fantástico Museo Guggenheim (que celebra los 25 años de su inauguración, un hecho que cambió la historia de la ciudad) y los pintxos (pequeñas porciones de exquisitas combinaciones de pan, aceite de oliva, quesos, fiambres, carnes y pescado).
Por lo demás, lo que dejó esta edición de BIME que celebra 10 años de existencia, es una contundente demostración de vitalidad de una industria que sufrió la pausa de la pandemia. Aunque la música no dejó de publicarse, sí dejó de tocarse en vivo y por ende, de vender entradas y poner en marcha una gigantesca maquinaria de toda una cadena laboral que implica cientos, miles de puestos de trabajo que hacen posible que la energía desbordante de la música, sea del género que sea, se muestre ante el público en estado puro. Y facture, porque de eso se trata. El fenómeno al que Buenos Aires asiste con la serie de recitales de Coldplay es en sí mismo, un síntoma claro de este renacimiento. De eso se habló en BIME Bilbao este año.
Además de las charlas y los negocios puestos en marcha para producir, editar, promover y vender música, BIME propone un nutrido programa de recitales con una variada paleta cromática de géneros y artistas de todo el mundo de habla hispana. Este año no hubo grandes nombres y eso, contra lo que podía suponerse en términos de repercusión, generó un saludable clima de renovación generacionales. Nombres de bandas y solistas “emergentes” como N. Hardem, Rosario la tremendita, Tronis, Amaia Yaniz, Cosmic Wachos y Euskoprincess entre otros, dejaron su huella por la originalidad de sus propuestas, el desenfado propio de una nueva generación y nuevos códigos de comunicación con el público.
Lo que va a ocurrir este sábado, refrenda el espíritu del encuentro, íntimamente relacionado con el latido cultural de Bilbao, capital de Viscaya, columna vertebral del País Vasco y faro económico del norte de España. Luego del mediodía, repartidos en 6 escenarios ubicados al aire libre en sitios emblemáticos de la ciudad, habrá recitales en la Karola del Euskalduna, Doña Casilda, Indautxu Plaza, Azkuna Zentroa y La Ribera. La idea y el objetivo de los organizadores es democratizar el acceso a la música y la cultura, mostrando la musica de los talentos emergentes del mundo que llegaron aquí para mostrarse.
Al margen de la vitalidad puesta de manifiesto por estos artistas en cada escenario, algunas precoces conclusiones de BIME permiten avizorar el futuro de la música y de la industria montada a su alrededor, hoy tomada por las cifras del Big data, la comercialización por las plataformas de streaming y las posibilidades de difusión y mercadeo para un producto cultural consumido por varios miles de millones de personas alrededor del mundo. Todo lo que se habló en este BIME estuvo teñido del entusiasmo y el optimismo que parece tener este año, 2022, el primero verdadero de la pospandemia -ya no hay rastros de controles sanitarios para ingresar a España y apenas aquellos protocolos de cuidado sobreviven en la obligación de serguir usando barbijo en el transporte público. Contra todos los males de este mundo la respuesta es, una vez más, arte, cultura, música. Desde el norte de España para todo el mundo de habla hispana, esa fue la canción que más sonó en BIME. Ahora, todo apunta a Bogotá 2023, la próxima cita de este encuentro.
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