María Gadú: “El arte es el mejor diario de nuestros tiempos”

La música brasileña dialogó con Infobae Cultura antes de su presentación en el Teatro Coliseo junto a Liliana Herrero y la española Silvia Pérez Cruz

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María Gadú
María Gadú

María Gadú, la artista que compuso su primera canción “Shimbalaiê” a los diez años y que la convirtió una década después en una de las figuras más relevantes de la nueva música popular brasileña, enciende un cigarrillo, le da una pitada profunda y exhala un suspiro, entre sonrisas. Hoy, en el Teatro Coliseo, presenta Territorios, un espectáculo junto a la argentina Liliana Herrero y la española Silvia Pérez Cruz.

¿Cómo estás?

—Cansada. Estoy en Rio de Janeiro y estamos a pocos días de la elección. Fue el debate entre Lula y Bolsonaro y estamos todos así, haciendo campaña para Lula.

Allí sentada en una oficina desordenada, gris y fría, la artista nacida en San Pablo, irradia una calidez en sus gestos. A lo largo de la charla mantiene un tono sereno, -el mismo que tiene al cantar-, que desactiva cualquier dramatismo, incluso cuando ofrece datos duros sobre la realidad brasileña: las luchas de los pueblos indígenas en el Amazonas frente al avance de las minerías y el agronegocio, los crímenes de odio contra la comunidad lgbtq, el racismo en las calles y los comentarios discriminatorios de los funcionarios actuales de su país.

Desde los 22 años, cuando fue protagonista de la novela Maysa y salió su primer disco María Gadú (2009) se convirtió en una especie de celebridad por el alcance de sus canciones en novelas vistas por millones de brasileños. Al principio, la compararon con Cassia Eller y Marisa Monte. Su estilo intimista y profundo, en cambio, era más cercano al registro de Adriana Calcanhoto. Después llegó la posterior bendición de artistas como Caetano Veloso con el que se fue de gira; los elogios y la amistad de Milton Nascimento; los premios, el prestigio, la madurez artística; y la transformación en ícono del movimiento LGBTQ y militante de la causa indigenista.

Su voz, esa voz dulce que atravesó generaciones en su país con temas como “Dona Cila”, dedicada a su abuela, o “Bela flor”, una historia de amor a la naturaleza, se transformó en una herramienta de cambio social. “Hay gente que piensa que el arte es para entretener y trabajar con ese campo de la ilusión. Yo, también lo hago, pero me emociona el arte que te coloca en un lugar donde puedas ver las cosas”.

En el Teatro Coliseo, presenta
En el Teatro Coliseo, presenta el show "Territorios"

Hace unos meses la artista subió a Youtube una serie de cuatro capítulos llamada O som do rio, un documental inmersivo, recorriendo en canoa, las poblaciones indígenas que viven a la vera de Río Tapojo en la Amazonia. “Descubrí la realidad de esos territorios y como los pueblos indígenas los cuidan y los tratan. No tienen un discurso de propiedad sino de pertenecer a esos lugares. El capitalismo y la colonización llegan con esa idea de propiedad y la idea de propiedad es una idea de consumo. Esa es la realidad de hoy, la pertenencia luchando contra el consumo”.

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En pocos días saldrá de gira para hacer el espectáculo Territorios junto a las cantoras Liliana Herrero y Silvia Perez Cruz, y el guitarrista Pedro Rossi, con las que se presentará este lunes, a las 20.30, en el Teatro Coliseo. Es una reunión cumbre de tres artistas superlativas, que harán un recorrido por canciones de Caetano Veloso, Atahualpa Yupanqui, Fernando Cabrera, Fito Páez, Federico García Lorca y Leonard Cohen, y Milton Nascimento. “Es un concierto tan bonito, es lindo, lindo. El recital comienza con “Giros” la canción de Fito con la que Liliana tiene una relación tan especial. Es bien difícil continuar el concierto después de esa canción. El concierto comienza así con Liliana diciendo “Giiiiroooos”. La cosa más linda del mundo”.

¿Cómo se conocieron las tres?

—A Liliana la conocí unos años atrás cuando estaba tocando en Rosario y ella fue a uno de mis conciertos. Imagina lo que fue para mí. Era muy fan de ella y terminé muy emocionada. A partir de ahí nos empezamos a mandar mensajes y mantuvimos el contacto por años. A Silvia la descubrí en una disquería pequeña de Buenos Aires. Escuché su disco y fue maravilloso. Cuando nos encontramos las tres en Punta Ballena empezamos a cantar enseguida. El formato del concierto tiene ese espíritu, como si estuviéramos en una mesa tomando unos vinos y unas cervezas, celebrando.

¿Y el repertorio?

—Tenemos un grupo de wasap donde estuvimos mucho tiempo colocando listas de músicas para completar los tres territorios de nacimiento de cada una: España, Argentina, Brasil. Cuando nos encontramos teníamos aquella lista de canciones en la cabeza pero sucedió todo diferente. Estábamos charlando y de golpe alguien tocaba la guitarra y decíamos: esa música es linda y quedaba. O Liliana recordaba algo antiguo de un pueblo y ahí nacía un dueto maravilloso con Silvia. O yo recordaba algo de Brasil y Liliana lo conocía. El repertorio fue construido así. Las canciones iban apareciendo y todo el mundo terminaba cantando con todo el mundo. Es un repertorio vivo. Sinceramente tenemos más músicas de las que caben en un concierto.

No saben si podrán repetirlo y las entradas se venden a un ritmo acelerado. El espectáculo tiene un precedente inolvidable, unos conciertos en Uruguay en el local Medio y Medio de Punta Ballena, del que sólo quedaron registros fotográficos y el recuerdo de los que asistieron de tres noches memorables, a las que se sumó Fernando Cabrera para cantar con ellas una versión de “El tiempo está después”.

La española Silvia Pérez Cruz,
La española Silvia Pérez Cruz, María Gadú y Liliana Herrero

“Ese tema lo grabé a causa de Liliana Herrero, porque yo lo conocí escuchando su versión. Es una canción que no consigo escuchar sin llorar. Estábamos viviendo el momento político más severo del Brasil desde 2013, donde comenzó el curso del golpe que tomó forma en el 2016, y entonces fue una canción que volvía y me daba fuerzas. Esa versión de Liliana, donde cantaba: “un día nos encontraremos en otro carnaval”, era para mí como una alabanza de buena fortuna.

María Gadú incluyó esa canción de Cabrera en su último disco Quem sabe isso quer dizer amor de 2019. Fue la única pieza en castellano que se ganó un lugar en ese recorrido por clásicos de la música popular brasileña y autores como Paulinho Moska, Caetano Veloso, Marisa Monte, Lucas Santana, Lô Borges, Renato Russo y Gonzaguinha. Su madre fue la que le despertó el interés por otras obras del cancionero latinoamericano. “La generación de mi madre es de la generación de Caetano Veloso y Milton Nascimento que tuvieron encuentros muy fuertes con la música argentina. En los repertorios de los discos que se oían en casa estaban Mercedes Sosa, Violeta Parra, Fito Páez. Entonces tuve una entrada a esa música través de compositores y cantoras de América Latina. Aunque Brasil es autosuficiente porque es muy grande y produce muchas cosas y está la barrera del idioma. Falta esa conexión. Eso fue malo para Brasil porque es un desperdicio que nuestra gente no haya sido educada con el cancionero latino”.

Ese mismo año, María Gadú escribió “Quem?”, una letra cargada de cierta desolación, donde escribía, reflexionaba en voz alta y se hacía preguntas: “¿Quién va a gritar primero? ¿Quién? ¿Quién? El grito que se afloja en la desesperación/El cofre que se rompe por la voz del trueno”. La canción compartida con el músico pernambucano Lenine, funcionaba simbólicamente como una crónica sobre el estado de las cosas en Brasil, pero también como un alerta frente a la crisis ambiental del planeta. Esa canción escrita doce años atrás, anunciaba un futuro que ya llegó. “Cuando escribí esa canción estábamos en una situación y hoy estamos mucho peor. Estamos llegando a un límite de nuestra casa, de nuestra tierra. Trabajo con los pueblos indígenas de aquí, soy activista socio ambiental y la tristeza es grande, por la falta de cuidado. Veo la máquina del capitalismo alrededor del mundo avanzando y trayendo esas varias especies de facismo. Entonces no puedo ser optimista”.

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¿Podrías escribir una canción esperanzadora?.

—Siento que sí. Estoy haciendo un disco de canciones inéditas hace algunos años ya, que es un disco de luz. Es un disco hecho con los pueblos indígenas, que son los dueños de la resiliencia. Ellos vienen resistiendo y vienen insistiendo en donde vivir. Claro que no es un disco naif, porque no se puede dejar de hacer canciones que denuncien. Esas canciones son tan importantes como las canciones de luz.

María Gadú
María Gadú

Tus orígenes, con una familia de raíz indígena y una abuela que limpiaba casas para mantener a la familia, seguramente definieron tu historia artística.

—Con certeza. Saber de donde uno viene te coloca en un lugar de responsabilidad. Tengo la oportunidad de trabajar con el arte que es un pilar de educación. Aprendí eso. Mis ídolos fueron todos portavoces de su tiempo. No consigo hacer una gira con Liliana Herrero y no aprender con ella todo el día, porque escucho su obra y admiro su trayectoria. No puedo estar con Caetano Veloso y no aprender eso con él. Entonces los artistas a los que admiro enseñan que el arte es el mejor diario de nuestros tiempos, el más moderno, incluso porque no sólo habla de noticias de hoy, sino que apunta a un futuro más bonito.

Mencionabas a Caetano como alguien referente por su postura artística y política dentro de la canción brasileña. ¿Qué recuerdo tenés cuando cantaron juntos?.

—Conocí personalmente a Caetano cuando fue a un concierto mío en un barcito pequeño. Le hice una canción llamada “Extraño natural”, porque era extraño y muy raro estar con Caetano, pero al mismo tiempo todo fue natural. Su gesto, la forma en que conoce a las personas y la manera de ser es muy abierta. Fue muy conversador conmigo. Cuando me invitó a cantar con él la primera vez, fui a ensayar a su casa y estábamos ahí con las guitarras, conversando y recordando canciones. Cuando abrí los ojos ya estaba en escenario, y cuando los volví a abrir estaba en una gira con él. Me pasaba muchas veces una cosa rara en los shows. Tenía ese vaivén de sentirme con mi amigo Caetano y estaba todo bien, concentrada, cantando la canción, y cuando miraba a mi lado y él estaba allí me producía unos nervios porque me daba cuenta: era Caetano Veloso. La forma de tener una comunión conmigo era hacerme sentir que para él, también yo estaba ahí. Ese gesto de Caetano, lo hace un gigante de gigantes.

Tu último trabajo fue el documental Som do río, donde convivís con las comunidades indígenas del Amazonas, ¿fue un viaje para recuperar tu propia historia?

—Sí, porque es muy extraña la forma en que fue contada la historia del Brasil. Nosotros somos nietos de hijos de indígenas con un pasado escondido. Somos nietos de hijos de negras y negros, que también no tienen esa trayectoria clara que las personas blancas tienen en su árbol genealógico. Lo que te permite seguir la historia de tu camino. Nosotros no la tenemos, porque nuestros bisabuelos no tenían documentos. Todo comenzó con la búsqueda del pueblo de donde venía mi abuelo, porque no sabía, no recordaba. Lo trajeron a San Pablo de pequeño. Mi caso es uno entre millares de casos. El documental habla de un tema del que no se habla en un país que tiene más de 300 pueblos indígenas con sus lenguas. La idea es popularizar el tema, que cambie la percepción del pueblo brasileño sobre un país que es indígena. El arte en este caso sirve para iluminar mi propia historia y quizás consiga algo mayor, que es iluminar muchas otras historias.

*Territorios. Teatro Coliseo. Lunes 24 de octubre a las 20.30, Marcelo T. de Alvear 1125.

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