Con más salas y funciones, comienza este jueves la novena edición de Asterisco, uno de los pocos festivales en la región especializados en dar visibilidad y difusión a la cultura LGBTIQ+ a través de producciones afines. Son alrededor de 50 películas las que se podrán ver este año, varias con entradas gratuitas o disponibles online a través de la plataforma Cont.ar. El Centro Cultural Kirchner, el Centro Cultural Conti, el Malba, el Centro Cultural Recoleta, Hasta Trilce, la Universidad del Cine y el Puticlub serán las sedes de este evento que busca sumar nuevos espectadores. “Queremos que el festival esté en lugares muy distintos entre sí, con públicos también diferentes. No queremos que sea para pocas personas, por eso tratamos de abrirlo a todo el mundo”, dijo Diego Trerotola, director artístico de Asterisco, en la presentación para la prensa.
“Uno de los cambios fundamentales de la programación de este año es que hay más cine del presente que cine retrospectivo”, señaló Trerotola. Una oportunidad para ver películas que aún no se han mostrado en países de habla hispana, como el film brasileño que abrirá el festival, Siguiendo todos los protocolos, ópera prima de Fábio Leal que renueva la representación del homoerotismo en el cine brasileño, a través de una historia que aborda desde la comedia la reinvención del deseo en el contexto de pandemia. También se proyectará para el cierre la nueva película de Manuel Abramovich, Pornomelancolía (2021), que recientemente abrió una polémica tras las duras críticas de su protagonista, el influencer Lalo Santos, quien decidió no acompañar la presentación en el Festival de San Sebastián.
Otra producción reciente que compite en la sección de largometrajes argentinos es Me busco lejos (2022), de Diego Lublinsky, un documental aún no estrenado que sigue los pasos de la cuñada del director, una joven inmigrante brasileña que huye de la cultura religiosa y represiva de su país para vivir una vida más libre en Buenos Aires. También participan El fulgor (2021), de Martín Farina, una exploración sensorial del cuerpo masculino en el entorno rural de Gualeguaychú, entre los rituales de la carne y el carnaval; El apego (2021), thriller de Javier Diment que gira en torno al drama de los abortos clandestinos en la Argentina de los setenta, y Yo soy Alma, de Mariana Bellone, retrato biográfico de una mujer trans cordobesa que abandona la fuerza policial para cambiar de género. Figuras clave del under y la noche porteña como Sergio de Loof y la dupla creativa de Marcelo Bosco y Jo Johannes son también retratadas en Copacabana Papers y BJ: The Life and Times of Bosco and Jojo.
La sección Pionerxs queer ofrece en esta edición un corto de Lucrecia Martel filmado durante sus años de estudiante. La otra, de 1989, recupera las voces de transformistas de aquella época, muchos de los cuales murieron. “Es una voz de la resistencia, en un momento donde nadie entrevistaba a esas personas. Era una cultura muy underground y Martel tuvo la capacidad de llegar a un intimismo muy profundo con ellas, que resistían toda la homofobia y la transfobia de aquella época. Más allá de que fuera un ejercicio universitario, lo podemos considerar como un borrador de su obra”, afirmó Trerotola. También se pasarán La tigra (1953), de Leopoldo Torre Nilsson, y Las ratas (1963), de Luis Saslavsky, dos obras del pasado del cine argentino que introdujeron temáticas tabúes en su momento y mostraron ambientes poco visitados.
Habrá además una retrospectiva de los cortos de Enzo Monzón, un cineasta santafesino que vive en Barcelona y que recupera en sus películas el espíritu iconoclasta del teatro de Alejandro Urdapilleta y Batato Barea. Del director también se exhibirá el largo Reina Hormona, una coproducción con España que plantea una distopía kitsch en un geriátrico para la comunidad LGBTIQ+. Otro de los focos está dedicado a producciones recientes de Canadá, un país que ha estado presente en las distintas ediciones del festival gracias a la visión rupturista de directores como Bruce LaBruce, Xavier Dolan y GB Jones. Pat Rocco Dared (2021), de Bob Christie y Morris Chapdelaine, recupera el legado de uno de los pioneros del cine homoerótico en los Estados Unidos y mira retrospectivamente los tiempos más arduos del activismo gay. Out in the ring (2022), un recorrido de la presencia queer en la lucha libre profesional, y Well Rounded (2020), que explora el amor a través de diferentes historias de cuerpos gordos, racializados y queer, son otras de las películas canadienses que participan de esta edición.
“Hay una tendencia en muchos festivales a trabajar con una visión positiva de la cultura LGBTIQ+ que suele ser condescendiente. Nosotros buscamos romper ese lugar de asimilacionismo o pinkwashing para mostrar una diversidad crítica y real. En cada edición nos cuestionamos las líneas trabajadas previamente, no hay secciones fijas ni reglamento, sino que tenemos una identidad mutante”, dijo el director artístico de Asterisco, que destacó la amplitud de criterio a la hora de seleccionar los trabajos. “Hay gente que viene a ver las películas y se pregunta por qué están en un festival LGBTIQ+. Ese cuestionamiento nos parece importante, no sabemos a dónde vamos pero queremos seguir expandiendo esta cultura”, agregó. En esa dirección, la sección Work in progress incentiva que se hagan películas que rompan con los modelos hegemónicos de representar la diversidad sexual.
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