El acto de alimentarnos, en mayor o menor medida, es algo compartido por todos los seres vivos para subsistir. Lo que tal vez nos diferencie del resto de habitantes del planeta, como humanidad, sea el humor, que, también en mayor o menor medida, es algo que nos asegura la subsistencia. El entretenimiento, disfrutar de un espectáculo que, además, nos relaje y descomprima es, sin duda, bueno para la salud.
El humor permite, siempre –hasta Freud tiene su propia teoría al respecto– decir lo que la solemnidad no se atreve; apelar a chanzas y chistes para evidenciar los temas en agenda otorga una impunidad que se agradece y que es necesaria.
Entre las obras que ofrece la vastísima cartelera porteña, hay dos que tienen en común el humor y cierta ligazón con la comida, aunque más no sea un pretexto, un lugar o, tal vez, una situación anecdótica. Por una parte, Del otro lado, una historia que tiene como espacio un restaurante y, por otra, Carniceros de la lírica, cuyos protagonistas, quieren salir(se) de ese lugar que los rodea de carne y sangre; apuestan a evidenciar, desde lo dicho, lo no expresado y la puesta en escena, las desigualdades, sus realidades, ciertas miserias y mezquindades humanas de una forma fácil de digerir.
En el primer caso, Del otro lado evoca a las comedias de situación, a un teatro tal vez más clásico pero con los condimentos y los elementos temáticos actuales. Dos amigos, de buena posición social, debaten sobre el trabajo, el hacer o deshacer, la pareja y los hijos dentro de un contexto cómodo, por así decirlo; mientras que, literalmente del otro lado, Mabel y Rodrigo, cocinera y bachero, también se ponen existencialistas, de un modo, tal vez, más profundo. En el medio, el tiempo gira, como una calesita, en la que el silencioso mozo se hace cargo de ello.
Se destacan las actuaciones, la escenografía, la plasticidad de una de las actrices para actuar mientras amasa ñoquis en escena y la escenografía móvil. A la vez, de una manera natural, se atraviesan temas como la familia, la delincuencia, el poliamor, el hastío, el compromiso social, el feminismo de una manera que, sin culpa, el público traduce en carcajadas.
Carniceros de la lírica, por su parte, responde a la misma premisa –hacer reír–, pero desde otro lugar. Esta obra, que podría ser ingresada en la categoría de sainete, juega con el grotesco, la atemporalidad y la música. Hay, sí, una conciencia de ciertos temas actuales, como, por ejemplo, la inequívoca e injusta competencia entre el pequeño comercio de barrio y los supermercados, pero se mantiene más al margen de buscar ser “actual” para reivindicar otros valores, como el vínculo con el cliente del barrio –al que se le fía–, la radio, la música, el colectivo sindical al que transformar en público destinatario del propio arte, lo místico, los sueños y deseos.
Con una estética propia del absurdo, en la que la utilería cumple un rol fundamental, al igual que maquillaje y peinado, los tres personajes, Albrecht, Telch y don Hugo, atienden su juego con cierta insatisfacción pero con ilusión, fe y esperanza en lo que vendrá. Al punto que para uno más que para otros, el milagro sucede.
Con el plus de la música en vivo, los tres actores ponen, realmente, toda la carne al asador, y se animan a cantar, lo que el público agradece y disfruta, además de convertirlos en participantes auténticos del show que los carniceros dan en el evento de su gremio.
Poética, con cierta melancolía propia del tango, esta obra estrenada pospandemia y que solo ha cosechado buenas críticas se presenta por cinco únicas funciones, con dos especiales en las que se podrá acceder a una consumición de choripán y vino junto con la compañía.
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* Del otro lado se presenta en El Tinglado Teatro, Mario Bravo 948, CABA. Funciones: miércoles a las 21, hasta el 30 de noviembre.
Actúan: Augusto Alvarez, Matías Hynes, Diego Leske, Tomás Raimondi, Teresita Rellihan, Florencia Sacchi. Escenografía: Ramiro Starosta; texto y dirección: Damián Kepel.
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* Carniceros de la lírica se presenta en El Astrolabio Teatro, Terrero 1456, CABA. Funciones: sábados a las 20, hasta el 12 de noviembre.
Actúan: Hugo De Bernardi, Manuel Longueira, Andrea Ojeda. Escenografía: Hernán Muñoz; producción: Periplo, Compañía Teatral; dramaturgia: Alberto Muñoz; dirección y puesta en escena: Diego Cazabat.
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