Doha, la capital de Qatar, es una ciudad moderna completamente renovada para acoger la Copa del Mundo, y pensar que es una urbe reciente y tecnológica es algo habitual, pero en sus museos y galerías esconden la esencia de su historia, tradiciones y un vasto legado por explorar.
Una espectacular rosa del desierto de más de 40.000 metros cuadrados da la bienvenida a la llegada de todos los aficionados y turistas que visitan Qatar y que llegan desde el aeropuerto al corazón de la ciudad por la popular avenida La Corniche, su paseo marítimo.
Se trata del principal museo del país, el Museo Nacional de Qatar, una joya arquitectónica que encabeza la sorprendente oferta cultural de un país que ha reinventado las tradicionales visitas a museos con muestras interactivas y las últimas innovaciones tecnológicas en las que el futuro marca tendencia.
Obra del arquitecto francés Jean Nouvel, ganador del Premio Pritzker, este monumental edificio evoca la tradición y origen del pueblo catarí, a través de una de sus principales manifestaciones, la rosa del desierto. Una piedra siempre caprichosa y de una belleza sorprendente producto de la cristalización de la arena, el mar y la fuerza del viento.
Sus obras concluyeron en 2019 y fue construido en la zona de los alrededores del palacio original del jeque Abdullah bin Jassim al Thani, sede del Gobierno y residencia particular durante 25 años, y cuyo palacio forma parte de la visita al museo.
Además, la rosa del desierto catarí cuenta con un auditorio de 220 plazas, restaurantes, un centro de investigación y un jardín botánico.
El lago que abraza al museo, con 114 esculturas en su interior, simboliza las dunas y da entrada a una exposición de cerca de 1,5 kilómetros con 11 galerías de caprichosas formas –sin líneas rectas– que permite recorrer la historia y el legado del país, desde sus orígenes prehistóricos y humildes, hasta la época dorada impulsada por el petróleo y el gas.
Pero no es un museo al uso, es probablemente uno de los museos más tecnológicos e interactivos del mundo. Capaz de generar una inmersión total en los visitantes gracias a paredes en las que se proyectan imágenes y sonidos con una definición ultrarrealista.
Es una experiencia para los sentidos, pero también para profundizar con sus cerca de 8.000 piezas en las comunidades nómadas, el pueblo beduino, los animales del país, objetos arqueológicos y patrimoniales, manuscritos, fotografías, joyas, trajes e incluso un área destinada a la que fue una de sus principales actividades económicas, la pesca de perlas.
En este sentido, cuenta con la alfombra de perlas de Baroda, encargada por el Maharajá de Baroda (India), en 1865 con más de 1,5 millones de perlas y diamantes, rubíes, esmeraldas o zafiros engarzados en oro.
La “rosa del desierto” es, por méritos propios, la gran experiencia sensorial de la oferta cultural catarí.
El triángulo de oro de Doha
El Museo Nacional de Qatar se encuentra prácticamente frente a otro de los grandes referentes del arte en el país, el Museo de Arte Islámico. Situado entre el mar y el zoco Souq Waqif, forma el”triángulo de oro” de toda visita obligada a Doha. Son sus tres principales joyas.
El Museo de Arte Islámico no podía ser menos y su diseño fue encargado a otro galardón Pritzker, I.M. Pei –mundialmente reconocido por la pirámide del Louvre de París–.
En él, Pei rediseña los elementos tradicionales de la arquitectura islámica tradicional, en concreto se fija en la mezquita de Ibn Tulun, la más antigua de El Cairo, para fusionarlos con la arquitectura moderna. Y además, lo hace en una isla artificial ganada al mar arábigo en el paseo marítimo capitalino de La Corniche.
El museo se articula en cinco plantas en las que recorrer catorce siglos de arte islámico con especial atención a estos imprescindibles: el manuscrito Shahnameh escrito hace mil años por el poeta árabe Ferdowsi, el Libro de los Reyes, que narra las historias y mitos del gran imperio persa preislámico, la zona de artilugios de navegación con el astrolabio planisférico fabricado en el Irak del siglo X durante el gobierno abasí, y la placa de esmeralda tallada del siglo XVI.
Durante la Copa del Mundo de Qatar 2022, y durante todo el invierno, sus jardines cobran vida y en ellos es habitual encontrar mercadillos en el fin de semana (viernes y sábado), clases de yoga o familias de picnic.
Deporte interactivo y Diego Maradona
Otro de los museos que ningún visitante puede perderse es el Museo Olímpico y del Deporte 3-2-1 situado precisamente en uno de los estadios con mayor solera del país, el Khalifa de Al Rayyan que acogerá seis partidos de la Fase de Grupos del Mundial, uno de octavos de final y el que decidirá el tercer puesto de la Copa del Mundo.
Exposiciones interactivas, reliquias de los mayores deportistas de la historia, sala con todas las antorchas olímpicas, las mascotas y el merchandising, vehículos e infinidad de tesoros, como unos guantes de Muhammad Ali o un balón firmado por las estrellas del equipo de baloncesto de EEUU de Barcelona 92, en un tour a través de una edificio de diseño espiral en el que es, literalmente imposible, aburrirse en sus cerca de 19.000 m2.
Durante el Mundial de Qatar 2022, acoge además la exposición temporal Mundo de Fútbol en la que recoge la historia del balompié desde sus orígenes.
En esta muestra, los visitantes podrán encontrar objetos que todo buen aficionado sabrá apreciar como la camiseta que Diego Maradona usó en México 86, el balón que se usó en la primera Copa del Mundo de Uruguay en 1930 o un busto de bronce del pie derecho de Pelé.
Como parte de su colección permanente, los visitantes pueden deslizarse por fotos y objetos de leyendas del deporte como Roger Federer y Steffi Graf, Tom Brady y Jonah Lomu, Hicham El Gerrouj y Mohamed Sulaiman –el primer medallista olímpico de Qatar–, una réplica de un Fórmula 1 de la Scuderia Ferrari o camisetas de futbolistas como Zidane, Messi o David Beckham.
Arte moderno árabe
Otra de las opciones interesantes es visitar el MATHAF, el Museo de Arte Moderno, con sus cerca de 9.000 obras de artistas del mundo árabe desde la década de 1840 a través de pinturas, lenguaje visual o esculturas, en una de las colecciones más relevantes de artesanía y arte árabes del mundo.
El edificio en el que se encuentra es un espectáculo en sí mismo. Una escuela renovada en 2010 por el arquitecto francés Jean-François Bodin que se encuentra en el complejo del Educational City de la Qatar Foundation.
La zona merece una visita al acoger también la mezquita de Education City, la Biblioteca Nacional de Qatar, diseñada por Rem Koolhaas y que es una de las grandes sorpresas del país, y el Jardín Botánico Coránico.
Entrada y el One Pass
Como en cualquier país del mundo, los museos se pueden visitar de manera independiente, a precios que rondan los 13-27 dólares con las exposiciones temporales incluidas, o adquirir un pase especial durante el Mundial Qatar 2022 para museos, el One Pass, en tres modalidades.
El One Pass Gold permite por 100 dólares visitar 5 museos, las exposiciones temporales y obtener descuentos en otros eventos e incluso en establecimientos para cenar. Por su parte, el One Pass Platinum permite por unos 137 dólares acceso ilimitado a los 5 principales museos y amplía los descuentos en establecimientos para cenar y tiendas. Por último, el One Pass Diamond permite por unos 550 dólares ampliar los descuentos y vivir una experiencia VIP en las visitas. Todo un lujo para los visitantes al Mundial con ganas de profundizar aún más en la rica cultura catarí.
Fuente: EFE.
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