Las mujeres de mi vida, la primera exposición de los dibujos de Maitena en el Centro Cultural Kirchner (CCK), tiene de todo: desde sus primeras tiras en las revistas Sex Humor y Fierro hasta las famosísimas mujeres alteradas, recorre más de 30 años de trabajo y abarca cerca de 500 piezas.
Ubicada en el cuarto piso a lo largo de ocho salas, curada por Liliana Viola y con diseño de montaje de Alejandro Ros, Las mujeres de mi vida es el primer proyecto de un ciclo del CCK que propone mostrar grandes historietistas argentinos/as. Se exhiben viñetas originales dibujadas con tinta china y pintadas con tintas de colores, pero también dibujos sobre las paredes, bocetos, impresiones digitales. Van desde el dibujo plano en la serie Mujeres alteradas hasta el dibujo volumétrico en Superadas y concluye en dibujo digital en la serie Curvas peligrosas.
Además, también participa de la muestra el colectivo Línea Peluda, un conjunto de dibujantes agrupados durante las manifestaciones por la ley de interrupción voluntaria y legal del embarazo, con dibujos hechos en blanco, negro y verde, aquí recopilados en un mural. A la vez, está enfrentado a La gran ola de Kanagawa color verde, otro mural que remite a la fuerte militancia verde que sucedió en Argentina en los últimos años.
Desafío curatorial
El dúo Liliana Viola (curadora expositiva) – Alejandro Ros (diseñador expositivo) trabajó en la selección del inmenso material que tenía guardado Maitena ¿Cómo mostrar obras tan chicas en un espacio tan grande? Para Viola era el gran desafío de esta muestra. Para guiar las 12 vitrinas de la serie Mujeres alteradas, la serie que llevó a Maitena a ser conocida en todo el mundo, se crearon gigantografías de ciertos personajes sobre la pared. Esos murales también están titulados y agrupan las viñetas exhibidas en las vitrinas. “¿Y esto era el amor? Si dos personas piensan igual en todo, seguramente una de ellas está pensando por las dos” o “Víctima de la moda: dime cómo te vistes y te diré a dónde vas, de dónde venís y cuántos años querés tener”.
En otra sala, delante de una recreación de su escritorio con sus materiales de trabajo, se amontonan bocetos de versiones parecidas a las que fueron elegidas y enviadas a los diarios. Esos bocetos son de los personajes que conocemos o de las tapas de las agendas, pero con otro corte de pelo, otra prenda de vestir u otros gestos. El montaje simula un corcho delante del escritorio, pero que se descontroló y ocupó toda la pared.
Por eso, la exhibición abarca mucho más que sus dibujos y, por ejemplo, también muestra cómo es su proceso de trabajo. En su escritorio (que tiene tintas, un cepillo, plumines y distintas puntas, lápices, cinta, un vaso de agua con una cucharita) se marcan los pasos de su trabajo: primero, escribe el guion de la viñeta; después hace bocetos en su calcadora; luego, los pasa a buen papel y, por último, finaliza con tinta y pluma.
Otra manera de saldar la dificultad de mostrar miniaturas en el CCK fue crear, en la mitad del recorrido, una sala de murales gigantes de ciertos personajes, sin palabras, acompañados de una instalación sonora y lumínica. Y, al final del recorrido, también se cambia la escala de los pequeños originales de las vitrinas para pasar a unas gigantografías en un laberinto. Es la sala de la serie Curvas peligrosas, el periodo en el que comienza a dibujar en formato digital. El laberinto es, para Liliana Viola, el gran símbolo de la muestra de Maitena, el signo de las mujeres de su vida: las que se pierden, las que encuentran la salida y las que se encuentran sin salida.
La fama y lo peor de Maitena
Antes de la serie Mujeres alteradas, durante la década de 1980, Maitena no era una dibujante tan conocida y sus historietas eran más bien de nicho. Tenía alrededor de 22 años. Sus primeras publicaciones fueron eróticas y con alto contenido sexual, y se leían en Sex Humor, Sex Humor Ilustrado y luego en la revista Fierro. Durante años se desconocieron esos primeros pasos, hasta que en 2017 Sudamericana publicó una recopilación de sus historietas eróticas bajo el título Lo peor de Maitena.
Rodeada de humor machista, conservador y homofóbico, Maitena publicaba estas tiras en las que las mujeres no eran objetos inertes a merced del impulso de los hombres, sino que ellas mismas tenían deseo sexual y lo manifestaban. En el CCK, esta sala es no recomendada para menores.
En algunos de esos trabajos Maitena se reconoce copiando el estilo de otros. Por ejemplo, cree haber imitado el estilo de Milo Manara en Sex Humor. Hasta que en la revista La Fiera comienza el trazo que en Mujeres alteradas sería inconfundible. “Yo dibujaba mal” sostiene, y por eso quiso que de Las mujeres de mi vida formaran parte sus borradores y sus trabajos no canónicos: para mostrar que no se reconoce a sí misma como una prodigio, sino como alguien que llegó a ser la humorista mujer más icónica de Sudamérica a través de la práctica y la búsqueda de una manera propia de trabajar.
Hasta que, en la década de los años 90, un día la llamaron desde la revista Para Ti para proponerle una tira semanal. Ella dice: “creía que no era una revista para mí, pero, en realidad, me di cuenta de que sí tenía que ver con ese mundo, porque todas las mujeres, por el patriarcado, sufrimos por lo mismo y somos felices por lo mismo; en cierta medida, tenemos la misma escala de valores y de temas que nos importan”. En ese momento, dejó de trabajar freelance por primera vez, tuvo vacaciones pagas y con obra social para sus hijos. Sus viñetas pasaron a la última página, la revista le aumentó el sueldo y, lentamente, las mujeres alteradas le cambiaron la vida.
Cómo conciliar el humor y lo políticamente correcto
Maitena guardó todos sus bocetos y viñetas durante más de cuarenta años. En conversación con Infobae Cultura, cuenta: “Durante la selección nos reímos mucho, y también nos reímos de las barbaridades de las que ya no nos reímos”.
El humor, casi por definición, implica quebrar la normalidad, lo esperable en el discurso y aludir a temas incómodos o tabúes para provocar la risa. Es parte del humor la remisión a lo incorrecto. En una muestra de humor, y en una época en que lo incorrecto en relación a las mujeres ya no es cómico sino problemático y una cuestión que está cambiando rotundamente a nivel social, la pregunta por los cambios en el humor es ineludible.
Un ejemplo en los chistes de Maitena es la gordura o las celulitis, y el mandato de siempre esconderlas y vivir a dieta. ¿Qué hacer ante estos chistes, frente a los cambios en la concepción del estándar normativo de belleza? En el caso de la primera sala, los nombres escritos en los murales que titulan las vitrinas no solo ordenan las viñetas por temas, sino que también imprimen una mirada crítica sobre aquello a lo que refieren esos chistes no tan recientes. Así es el caso de las vitrinas “maldito patriarcado” o “mamita querida” y “deliciosa criatura”, por ejemplo, que recogen viñetas sobre dar de mamar, sobre la crianza de los hijos y sobre los mandatos de cuidado de los demás que se les atribuye a las mujeres. “Mi cuerpo, nuestros mandatos” agrupa los mandamientos que torturan o torturaban a las mujeres con respecto a su cuerpo. El primero: ser flaca.
Pero también hubo chistes que ni siquiera críticamente valía la pena mostrar. Por ejemplo: “Hay viñetas de La Nación de las cuales hoy me avergüenzo. Las rompí y tiré a la basura. El mundo cambió un montón y yo por suerte también”.
Por los cambios conceptuales y sociales con respecto a las mujeres, ciertos mandatos que hace diez o quince años les eran asignadas a la mujer incuestionablemente, actualmente están tematizados y problematizados. Tal es el caso de las tareas de cuidado (el cuidado de los hijos, de los padres, de sus parejas por parte de las mujeres) o el trabajo doméstico.
Pero Maitena escribió e hizo humor de eso hace treinta años, incluso sin nombrarlos. “Creo que era feminista sin saberlo, porque me cuestionaba el rol de la mujer. La mujer que trabaja y tiene hijos pero además quiere vivir; la mujer que además de ser madre tiene deseo y un cuerpo”.
No solo fue feminista sino que siempre tomó posición política. Con la tragedia de la AMIA, los atentados del 11 de septiembre de 2001, pero también en el caso de la despenalización del aborto, del matrimonio igualitario o de la lucha contra el HIV. La exhibición es total, y recoge además esos trabajos que muestran el compromiso ético que, con talento, ella logra expresar con poquísimos trazos.
* Las mujeres de mi vida está abierta al público, de miércoles a domingos de 14 a 20 hs., en el cuarto piso del Centro Cultural Kirchner. Más información, aquí.
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