Ramón Díaz Eterovic y la novela negra: “El género pasó de la marginalidad a ser referencia”

El escritor, figura de la Semana de la Novela Negra de Viña del Mar, repasa hitos de su vida relacionados con la literatura y cómo su personaje emblemático, el detective Heredia, se convirtió en ”punto de vista para mirar a la sociedad chilena”

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Ramón Díaz Eterovic
Ramón Díaz Eterovic

En más de cuarenta años de trayectoria, el destacado escritor chileno Ramón Díaz Eterovic ha sido reconocido con más de 30 premios literarios y sus libros han sido traducidos a más diez idiomas, lo que lo ha convertido en el principal autor del género policial en Chile, dando vida al detective Heredia, personaje en torno al cual construyó más de una decena de novelas, llegando incluso a tener una serie televisiva.

Considerando todo lo anterior, Díaz Eterovic forma parte del jurado del primer concurso de novela negra Puerto Negro, organizado por la Universidad Andrés Bello (UNAB), y será uno de los expositores principales de Puerto Negro, Semana de la Novela Negra, encuentro cultural que reunirá a más de treinta escritores nacionales e internacionales. El evento se realizará del jueves 20 al sábado 22 de octubre en UNAB Sede Viña del Mar y también será transmitido vía streaming.

“El concurso es muy importante porque es el primero de novela que se hace en Chile”¸ resalta Díaz Eterovic, y destaca que si bien ya había organizado Santiago Negro, este es el primer que se enfoca en novelas y que está abierto para toda Hispanoamérica. La convocatoria cerró con la recepción de 156 novelas provenientes de 17 países.

“Me parece clave, porque es novedoso para Chile, y el premio, además del dinero, implica la publicación en dos editoriales, y eso siempre va a ser lo más importante para un escritor”, asegura.

Ramón Díaz Eterovic llega a este encuentro tras su nominación al Premio Nacional de Literatura, la cual fue promovida por la editorial LOM y reconocidos autores nacionales, a los cuales se sumó apoyo de otras instituciones, como los profesores de la carrera de Licenciatura en Letras de la UNAB, de lo cual, el autor se manifiesta “muy agradecido”.

“Yo creo que esto fue importante como reconocimiento para la narrativa policial. Cuando empecé a publicar por el año 85, había tres o cinco autores que hacían policial, ahora, si uno se da el trabajo, encuentra fácilmente cincuenta autores que van en la misma línea. En cuarenta años este género ha pasado de ser marginal a ser una referencia importante en la narrativa chilena”, afirma.

Y agrega: “Este género ha sido un gran aporte en la captura de lectores, profesores de colegio me cuentan que a los niños les cuesta leer, pero que de pronto leyendo historias de Heredia los chicos se sienten atraídos por la lectura. Comienzan con una novela y se leen dos o tres historias más”.

"La oscura memoria de las armas" (LOM), de Ramón Díaz Eterovic
"La oscura memoria de las armas" (LOM), de Ramón Díaz Eterovic

El detective Heredia

A través de esta entrevista, Ramón Díaz Eterovic repasa los hitos que lo llevaron a dedicarse a la literatura y cómo la novela policial terminó siendo parte central de su vida a través de la creación del detective Heredia, personaje que lo ha acompañado por más de cuarenta años.

—¿Cuál fue el momento en su vida en que decide que se va a dedicar a la literatura?

—Bueno yo creo que esto pasó cuando estaba en la universidad, gané algunos concursos, y de alguna manera tenía una sensación de que escribir era algo significativo para mí y para mi vida. Ahora esa decisión no fue un obstáculo para desarrollar una carrera profesional en lo que estudié en la universidad, ya que fueron dos cosas compatibles y paralelas.

—¿Cómo logró compatibilizar su vida profesional con su obra?

—Yo soy administrador público, y logré compatibilizar ambas cosas siendo disciplinado, teniendo por lo menos un par de horas al día para la escritura en las mañanas y en las tardes.

Escribir el tipo de novelas que yo hago implica investigar bibliografía, leer prensa y libros, buscar información de cosas que uno necesita para desarrollar alguna idea o algún contenido dentro de la historia.

Antes, cuando trabajaba, me dejaba un par de horas al día, generalmente en la noche, y las dedicaba a escribir. Una novela no se puede escribir en una semana, necesitas tiempo para desarrollar un proyecto largo, lo que generalmente a mí me toma de siete a ocho meses.

—A propósito de lo que cuenta, ¿cuál es su método para escribir?

—Hay una etapa en la que se escribe la idea inicial, pero luego de eso hay muchas revisiones, se agregan cosas y sacan otras. Uno hace, o yo por lo menos hago, cuatro o cinco versiones de cada novela, entonces, la verdad, es que la novela, que se puede leer en uno o dos días, lleva detrás muchos meses de trabajo.

Cuando tengo la idea general la voy desarrollando y viendo por dónde puede pasar la historia, me hago una suerte de mapa, pero lo interesante y lo mágico es que casi siempre estas planificaciones van quedando de lado, porque la misma novela te lleva muchas veces a situaciones que no estaban consideradas en un comienzo. Muchas veces personajes que no eran importantes pasan a serlo, y viceversa, entonces hay una dinámica interesante, y que encuentro muy atractiva, que es el proceso cuando uno está escribiendo y va surgiendo la novela.

—¿Entonces sus novelas no tienen un final claro cuando las comienza a escribir?

—Bueno, tengo de alguna manera un punto al que quiero llegar, pero muchas veces llego a otro lado, porque como decía, las novelas tienen una dinámica propia, pero sí hay cosas más o menos básicas a las cuales quieres llegar, y finalmente lo haces, y sirven para redondear el tema la historia.

Eso es parte del atractivo de escribir, que no es como sumar dos más dos y que te dé cuatro, puedes terminar de otra manera.

"El color de la piel" (LOM), de Ramón Díaz Eterovic
"El color de la piel" (LOM), de Ramón Díaz Eterovic

—Respecto a la investigación previa que realiza, ¿cuánto de lo que investiga llega efectivamente a la novela? ¿Cuál es la importancia de ese proceso?

—Hay distintos tipos de cosas, a veces puede ser algo tan simple como el auto que va a usar el asesino, en otros casos son más de fondo, por ejemplo, cómo se puede cometer una estafa. Yo leo, investigo, me documento… a veces no ocupo nada y otras veces puedo tener mucha investigación para una frase.

En ocasiones es investigación de campo, yo trabajo mucho con la ciudad como personaje, a veces tengo que caminarla para comprobar algunos datos, ver que efectivamente existan las cosas que voy a mencionar; a veces es necesario averiguar algo sobre la historia de una casa, una calle.

Tal vez es una manera de tener más antecedentes sobre lo que uno está tratando de escribir, porque uno no puede escribir solo a través de la experiencia. En mi caso, que llevo como veinte novelas, tendría que vivir varias vidas, y no tengo tampoco el oficio de mi personaje, en este caso, Heredia.

—¿Cómo llega a hacerse Heredia una parte tan transversal de sus obras? ¿Por qué se transforma en el hilo central de su narrativa?

—Eso pasó, yo creo, en la cuarta novela, cuando sentí que una parte importante de mi proyecto narrativo tenía que estar vinculado con la novela criminal o policial, y protagonizada por este personaje. De alguna manera yo creo que encontré en él, o a través de él, un punto de vista para mirar la sociedad chilena.

Este punto de vista me resultó cómodo, atractivo, y tiene mucho que ver también con mi mirada de la sociedad; y sentí que era un personaje que podía dar para otras historias. Ahí me preocupé de construirle un pasado, dar algunas pistas de su infancia y de su vida más de adulto, y también me preocupé por darle, de alguna manera, una familia: si bien es un personaje huérfano, lo voy acompañando por su amigo el kiosquero, de algún amigo periodista, policía, una serie de personajes que lo ayudan también a hacer su trabajo.

Aparecen también sus enamoradas, sus gustos, acciones, y todo eso de alguna manera lo va asentando como personaje.

Realidad social

—Sus novelas responden a un contexto social, están ligadas a lo que va pasando en el país y también van respondiendo muy bien a la época en la que se desarrollan, ¿cómo va construyendo esa narrativa?

—Lo que quería era hacer una narrativa que estuviese hablando de la historia social chilena, de la política, y que de alguna manera el personaje fuera también un testigo de todo, su historia va evolucionando desde la dictadura y llega hasta nuestros días.

Yo me propuse de manera consciente empezar a abordar en cada novela un tema específico que tuviera ver con las desigualdades o necesidades de la sociedad nuestra.

—¿Cómo van eligiendo o trabajando estos temas?

—Las primeras cinco o seis novelas son más o menos del periodo de dictadura, y luego empiezan ya desde los años 90 en adelante. Ahí, por ejemplo, me empiezan a preocupar el tema de los migrantes, yo creo que mi novela El color de la piel debe ser tal vez una de las primeras que se preocupa de ese tema de fines del siglo XX.

Y ahí van surgiendo otros temas, también, como el narcotráfico, el femicidio o la contaminación ambiental. Cada novela aborda problemas actuales de la sociedad nuestra. Cuando hago talleres me preguntan “¿de dónde sacaste de esto?”, y yo les digo “bueno, abran el diario, escuchen la radio, todos los días salen temas”, uno podría sacar cuatro o cinco temas casi al día o a la semana perfectamente para escribir una novela.

—¿Considerando lo anterior es este tipo de novela finalmente una novela social?

—A mí me interesaba obviamente hacer una narrativa que diera cuenta de una mirada al país en el cual vivimos, y corresponde también de alguna manera una tendencia que caracteriza a la novela policial en Latinoamérica. Al comienzo del siglo pasado era un juego de enigmas, pero de los años 70 en adelante, pasa a convertirse en una suerte de novela social.

Yo creo que hoy en día la novela negra o la novela policial es la novela social en Latinoamérica y en Europa también, porque hay autores que sitúan sus novelas en crímenes y situaciones reales de cada país.

—Esto de situarse un poco en el mundo del crimen, de tener que investigar figuras penales o delitos para escribir tiene gran complejidad, ¿por qué decide quedarse con algo tan difícil a la hora de escribir?

—Cuando decido hacer este tipo de novelas acepto una doble marginalidad, porque, por un lado, era hacerse cargo de una realidad que no todo el mundo quería ver, y, por otro lado, era muy menospreciada la novela policial en la literatura chilena. Pero había una cierta conciencia mía y de otros escritores en Latinoamérica, de trabajar para darle a esta narrativa un valor literario, que fuera de calidad y no se quedara solo en resolver un acertijo, sino que además tuviera mérito por la manera en que estaban escritas y darle valor literario a cada novela, eso fue determinante.

"La música de la soledad" (LOM), de Ramón Díaz Eterovic
"La música de la soledad" (LOM), de Ramón Díaz Eterovic

Las claves de Díaz Eterovic

—¿Qué ha sido para usted lo más difícil y lo mejor de ser escritor?

—Lo más difícil es tal vez atreverse a llevar un proyecto de escritura y sacarlo adelante. Chile es un país donde hay más estímulos para dejar de escribir que para seguir escribiendo, de alguna manera si uno quiere dedicarse a esto hay que creerse el cuento y estar dispuesto a entregar un tiempo importante de su vida en escribir, de otra manera no se puede.

Yo tenía claro eso, mi forma principal de expresión es la escritura, me siento más cómodo escribiendo que hablando, yo suelo hacer las entrevistas por escrito, porque me resulta más fácil.

Cuando uno escribe es dueño de todo, inventa un mundo, les da vida a los personajes, construyes el mundo a tu antojo, sin duda, eso es lo mejor de ser escritor, la posibilidad de crear realidades es muy gratificante.

Una de las cosas que me motiva es encontrarse con personas que leen lo que uno ha escrito, el compartir esas historias con otro que la disfruta y las lee, descubrir que Heredia se ha hecho un personaje casi real.

Hay gente que va a los lugares que nombro en las novelas, que visita las “picadas” de Heredia, yo creo que ese es el desafío de un escritor, crear un personaje que se pueda meter en la piel del lector.

—¿Qué le llama la atención de sus lectores en esos encuentros?

—Me he dado cuenta de que los más entusiastas lectores de estas novelas son las mujeres y los estudiantes, aunque este es un personaje rudo, duro, que habla de un tiempo que ya no existe, pero sus valores éticos terminan siendo interesantes para los lectores más jóvenes. Me toca ir a charlas en liceos y me llama la atención la identificación que encuentran los muchachos en esta figura de Heredia.

—¿Qué consejos les entrega a estos jóvenes que asisten a estas charlas, pero también todos los jóvenes interesados en el mundo de la literatura?

—Siempre se produce en estos encuentros que los jóvenes quieren saber la receta o la fórmula mágica para ponerse a escribir. Yo siempre les digo lo que funcionó para mí, que es leer y escribir. Cuando uno lee analizando cómo cada escritor hace sus cosas, va aprendiendo, y se da cuenta de que no existe una fórmula única, que hay tantas como autores hay.

Lo otro es escribir, escribir y escribir, para soltar la mano y adquirir oficio, porque no siempre la primera versión de algo está lista, hay que tener paciencia, guardar y leer después de un tiempo y trabajar. Esas son las cosas que casi siempre uno suele comentarles, y los manda para la casa a leer y escribir, y que se junten con gente que haga lo mismo, en talleres.

—¿Y qué libros les recomendaría a los jóvenes para introducirse en el mundo de la escritura?

—Les recomiendo los autores que a mí me gustan, como Rojas, Julio Cortázar, Ernest Hemingway, Droguett, una lista que puede ser interminable, pero la idea es que prueben distintos sabores, porque hay muchas formas de hacer algo.

Por ahí uno se va quedando con la forma de ser de uno y con lo que pretende contar, hay mucho de búsqueda en esto de ponerte a escribir.

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