¿Qué puede ocurrir cuando en un pueblo andaluz se combinan geografías rodeadas de páramos y sed de amor, así como de navajas y cuchillas? Seguramente se estaría llamando a la tragedia. Federico García Lorca -el gran Federico- la percibió cuando llegó a sus oídos el relato tremendo de amores no correspondidos, tradiciones, ambiciones de pueblo y ardor incesante que culminaban (así estaba señalado desde el principio) en muerte. García Lorca escribió entonces Bodas de sangre en 1931 y que sería estrenada en Madrid en 1933. Nueve décadas después, Vivi Tellas estrenó esta semana en la Sala Martín Coronado del Teatro San Martín una versión luminosa (pero luminosa en su oscuridad) de la obra de Federico, desbordante de tragedia, con grandes actuaciones y un coro griego en la voz de una cantora, el ritmo de unos bailaores y con una escenografía antológica de Guillermo Kuitca. En suma, una puesta que, mientras respeta rigurosamente el texto de García Lorca, imprime formas de rabiosa contemporaneidad y de un concepto escénico que albergan en su seno a la tragedia como una madre arrulla a su bebé.
Es un argumento que se recuerda (es decir, hay spoilers para quien no leyó o vio la obra de García Lorca). En un pueblo de Andalucía una mujer viste de negro absoluto, siempre: es que su marido, cuando eran muy jóvenes, y uno de sus hijos, cuando también era muy joven, habían muerto por la fuerza del puñal. Le quedaba el hijo menor, que era ya un hombre, y que se habría de casar, pese a la negación de su madre para tal paso, pese a que la novia hubo tenido un novio del que no se sabe mucho más. Leonardo. Pero todo se sabe: Leonardo pertenecía a la familia cuyos hombres mataron al esposo y al hijo de la madre. Y había sido novia de la joven que ahora se iba a casar con el hijo de aquella mujer sola. El caballo de Leonardo iba con su jinete a ver a la novia. Luego la boda, la fiesta, y una huida: la esposa de Leonardo interrumpía el baile y el apoteósico festejo rural gritando que la novia y su esposo habían huido juntos. El novio, ahora esposo, tenía el deber de encontrarlos y rehacer su honor. No quedaba lugar sino para la tragedia.
El texto de Federico García Lorca fue escrito en 1931 inspirada en hechos ocurridos en la vida real en la región andaluza que culminaron con la muerte de dos hombres. Se estrenó en Madrid en marzo de 1933 y apenas cuatro meses después, con la presencia del autor en el teatro Maipo, tuvo su primera función en Buenos Aires protagonizada por Lola Membrives. Lola Membrives, argentina hija de españoles, introdujo a Lorca en Buenos Aires y Montevideo. Ninguno experimentó un éxito tan grande hasta el estreno porteño de Bodas de Sangre, cuyo éxito fue tal que debió, luego de cien funciones, mudar la obra al teatro Avenida, de una taquilla más numerosa. Federico llegó al país en octubre de 1933 y fue recibido como un rock star y recorrió cada espacio del Buenos Aires que lo reclamaba y compartió con los miembros del campo cultural local sus debates y celebraciones como uno más. Lorca regresó a España en marzo de 1934. Nunca volvería. En julio de 1935 se alzarían contra la República las tropas de fascistizante Francisco Franco. Un año después, Federico García Lorca sería asesinado por esas tropas.
Bodas de sangre de Vivi Tellas decide ser fiel al texto de García Lorca palabra por palabra y sostiene un deslumbrante marco formal que se desarrollan no sólo en la magnífica escenografía diseñada por el artista Guillermo Kuitca, sino en la elección del reparto, los claroscuros de la iluminación y actuaciones fenomenales de gran parte del elenco.
La escenografía en las primeras escenas tiene un espíritu minimalista que, detrás –al fondo del escenario– permite ver a una sombras que se adivinan como parte del elenco cuando, a su turno, se adelantan para decir su parte. Sin embargo, hasta ese momento (y después), ¿son un público que también es testigo mudo de la tragedia, es decir, todos los personajes saben, incluso desde las sombras, hacia dónde se dirigen los acontecimientos? ¿O son fantasmas de esos parajes campesinos, como personajes de Comala introducidos en la obra de Lorca?
Eso cambia rotundamente en la segunda parte, luego de la huida de la novia y Leonardo, cobijados por un gran árbol sin hojas, tétrico, que desborda el escenario y golpea al espectador que pasa de uno casi vacío a otro que muestra a una especie de baobab cuyas raíces se posan sobre colchones kuitcanos y que en uno de sus costados cobija a la pareja que ha escapado. Allí la escena de la Luna y la Muerte, demiurgas de las muertes anunciadas
La potencia de las actuaciones debe ser resaltada para dar cuenta de cómo hoy, noventa años después de su estreno, Bodas de sangre conserva su vigor dramático y escénico. La Mujer interpretada por María Onetto es pura fuerza visceral y debe contarse entre aquellas madres gigantescas, para bien y para mal, que encuentran en las tablas los escenarios para desplazar esa fortaleza nutrida también de la debilidad y la tristeza. El Leonardo de esta puesta sólo podría ser tan bien interpretado por Nicolás Goldschmidt, lo mismo que Miranda de la Serna como la Novia. Dos personajes a resaltar por las magníficas actuaciones de quienes los interpretan son la Criada por Agustín Daulte y la Luna por Maruja Bustamante (que antes había interpretado a unos de los familiares del novio llegado a la boda) que, además de su agudeza en la preparación de los papeles, le brindan una cuota de extrañamiento por el juego de roles que sostienen.
El rol de la cantora que comenta los hechos que suceden, y la pareja de bailaores que juega, a su turno, un rol, son elementos que no sólo encadenan sino que introducen, desde la particularidad del cante andaluz, universalidad a la dramaturgia. Como un coro griego.
Así, la colaboración de la puesta de Tellas, las actuaciones del elenco y la gran escenografía que es un personaje más, Bodas de sangre en el San Martín se convierte en una de las puestas locales, inolvidables de la obra de García Lorca.
* Bodas de sangre se presenta en la sala Martín Coronado del Teatro Gral. San Martín (Av. Corrientes 1530, CABA), de miércoles a domingo a las 20 hs.
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