Branford Marsalis es una de las grandes estrellas que tiene el jazz mundial. Compositor, director, saxofonista soprano y tenor, educador, productor del sello discográfico responsable de algunos de las grabaciones de jazz más electrizantes de la última década, y además el hijo mayor de una familia legendaria del jazz de Nueva Orleans para el mundo.
Este hombre humilde y con pinta de bonachón estuvo desde el jueves pasado hasta el martes en Mendoza, donde se llevó a cabo el Mendoza Sax Fest, para brindar dos grandes recitales: el viernes 7 tocó con Jonathan Helton y Griffin Campbell (EEUU); el Dr. Carl-Emmanuel Fisbach (Francia) y Jorge Retamoza (Argentina) junto a la Orquesta Sinfónica de la UNCuyo; y el domingo 9 se presentó al frente de un cuarteto integrado por Ernesto Jodos (piano), Gerónimo Carmona (contrabajo) y Oscar Giunta (batería). Desde luego que los dos conciertos terminaron con largas ovaciones. También realizó dos sustanciosas marterclasses.
Antes de la segunda clase, Branford Marsalis dialogó a Infobae Cultura en la intimidad de su camarín.
—¿Qué fue lo bueno y lo malo que tuvo la pandemia para un artista?
—No tengo palabras para definir algo que no conocíamos, que no estaba en nuestro radar. Una de las cosas que me permitió la pandemia fue trabajar en cosas que antes no había podido hacer y así desarrollé varios proyectos. Para mí fue un buen momento para sentarme a escuchar música. Pero mucha gente tuvo graves problemas. La que necesitaba estar en compañía de otros –como yo- la pasó muy mal. Pero lo más importante para mí es que la pandemia hizo mirarnos para adentro, para saber si lo que hacemos todos los días nos gusta o no. Mucha gente se dio cuenta de que no estaba conforme con su vida, y por eso, en el regreso a la casi normalidad, hubo mucha deserción y cambios de trabajos. Fue un viaje introspectivo para cada uno de nosotros.
—Quiero hablar de dos discos: el primero, In my solitude. ¿Cómo nació esa obra?
—Ese disco fue un accidente. Todos los años tengo que hacer un concierto solista en una hermosa catedral de San Francisco como lo es Grace Cathedral. Cuando me invitan en el año 2013, mi ingeniero de sonido me preguntó qué iba a tocar. Le di la lista de canciones y me propuso que grabáramos esa función. Cuando le pregunté por qué lo tendríamos que grabar me dijo que era una ocasión única. Y con eso me convenció. Dos semanas después del concierto el ingeniero me dijo que estaba increíble todo lo que había hecho. Dos meses después lo escuché yo, y me gustó. Así nació el álbum pero nunca fue planeado hacerlo. Es, tal vez, mi disco más personal.
—Segundo disco: Ma Rainey's Black Bottom, donde usted hace la banda sonora del filme que se puede ver en Netflix y que cuenta la historia de la popular cantante de blues Ma Rainey y su banda durante una grabación. ¿Cómo fue trabajar sobre el jazz, el blues y el soul?
—Fue increíble poder hacer esa música porque nunca tuve la posibilidad de contactarme con los sonidos de los años 20 y 30; y ahora no puedo dejar de escuchar eso. Establecí un contacto maravilloso y la sigo escuchando. Sin ir más lejos, venía escuchando esa música ahora en el auto.
Una situación divertida
Brandord Marsalis llegó al teatro Plaza de Godoy Cruz con un buzo que tenía una gran flor de lis en su pecho. Ese detalle dio pie a la pregunta:
—¿Usted es scout?
—Sí.
—¿Es un estilo de vida ser scout?
—Esto pasó hace 50 años atrás y me dejó pautas para toda la vida.
—Pregunto porque lo veo con buzos y remeras con la estampa de la flor de lis…
—Ahhhh…. Es cierto que los scouts la usan pero yo la uso porque la flor de lis se extendió por los barrios y negocios de Nueva Orleans como un símbolo de unión y pertenencia, y llegó para quedarse; incluso la policía y los servicios de emergencias la han incorporado a sus vehículos. Además es el logo de mi equipo favorito del fútbol americano: los Santos de Nueva Orleans.
—Tiene un sello discográfico propio, ¿cómo ve a la industria del disco actualmente?
—Tengo mi estudio y mi sello, pero es solo para mi obra. No hay industria para la música que yo hago, y por eso tengo esa libertad. El gran mercado lo manejan Beyoncé, Drake y algunos pocos más, pero el jazz es pequeño y por eso me conviene editarlo por mi cuenta.
—Colabora con Sting y también lo hizo con Grateful Dead. ¿Qué es el rock según su percepción?
—Es importante, me gusta tocar con ellos. Disfruto de la sonoridad del rock.
Dos charlas y muchas definiciones
Durante las dos Masterclasses que brindó, dejó algunos conceptos muy interesantes que se detallan a continuación.
—”Cuando escucho versiones de canciones trato de buscar la cohesión, que muchas veces no existe. Siempre propongo que escuchemos esa canción cantada: por ejemplo, con algunos clásicos de Frank Sinatra. Escuchar a los solistas melódicos que te enseñan la cohesión en la canción.”
—”La idea de la improvisación es hacer menos de lo correcto y más de hacer lo que pasa en ese instante, ese momento, teniendo en cuenta siempre no caer en lo repetitivo.”
—“Las melodías son canciones que uno puede cantar. Eso lo debe tener en cuenta un solista que toda canción se puede cantar, se puede silbar. Nadie va por la calle cantando una canción de melodía compleja.”
—”Hay dos tipos de músico y se los puede dividir en: 1) Aspiracionales: donde uno no le teme al tiempo y aprende. No copian y crean su propio sonido. 2) Transaccionales: donde toca y toca para aprender y poder tener trabajo. Copian lo que está de moda. Yo tengo 62 años, siempre he sido aspiracional y aún sigo teniendo trabajo.”
—”No creo que ser excesivo para ser bueno sea malo. Si me lo preguntan por la película Wiplash, les diré que esa no es una película que muestre de buena manera la práctica y mucho menos el jazz. No la veo como una película realista. Alguna vez me preguntaron que habría hecho yo si me hubiese pasado lo del personaje principal. ‘Le habría bajado los dientes’, respondí. Para ver una buena película sobre excesos y desafíos prefiero Reto al destino, con Richard Gere.”
—”Cuando me fui a vivir a Nueva York pasó de todo. He tomado pero nunca me emborraché. Incluso, me han querido pagar con cocaína pero nunca acepté esa droga ni otras. Y nada de eso me alejó del mundo del jazz.”
—”El arte sirve para enfrentar los demonios que cada uno de nosotros tiene. Y siempre hay que tener cuidado con esos demonios, porque los excesos los avivan y pueden ganar, como sucedió con Janis Joplin.”
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