Argentina y Corea de Sur tienen doce horas de diferencia. Alejandro Vigilante atiende el teléfono y pide disculpas por la voz, dice que todavía siente el jet lag, que “el mundo se te da vuelta”, pero no se nota. Hace una semana llegó a Corea y todavía no se acostumbra. Ahora está en aquel rincón del mundo exponiendo su obra. Se inauguró el 17 de septiembre y termina el 20 de noviembre. Se trata de una muestra dedicada al cantante Kim Ho-joong.
Este cantante y tenor coreano de 31 años es toda una estrella en Corea. “Inició como k-pop y después explotó como tenor”, cuenta Vigilante. “Acaba de cantar con Plácido Domingo, con Andrea Bocelli. Sus fans, que se llaman ariss, son una explosión de amor. Me han abierto los brazos. Fue impresionante llegar al estadio y ver cómo me reconocían, me pedían fotos; yo, encantado de la vida. Kim me nombró en pleno concierto, fue un gesto hermoso”, agrega.
El artista plástico, que nació en Argentina (en el barrio porteño de Palermo) ya había estado en el lejano Oriente el año pasado. Desde entonces ya todo estaba planeado. Aquella vez fue para definir la logística del show: Kim Ho-joong llenó tres estadios y las entradas se vendieron en menos de cuatro minutos. Parte de esa muestra está involucrada en los shows. El cantante ahora continúa la gira por otras ciudades del país. Tiene tres álbumes —Nuestra Familia, El álbum clásico y Panorama—, todos son platino. Hizo una película y de tres series de televisión.
“La vida es mágica”, dice Vigilante. La suya: un torbellino. Hace diez meses sufrió un ACV. “Dentro de todo fue genial. Me ayudó mucho. Lo primero que pregunté fue si podía ir a Corea; me dijeron que esperara seis meses. El ACV me puso en una perspectiva diferente ante la vida. Gracias a la muestra, mi voluntad estaba inquebrantable para recuperarme. Tengo una persona dentro de mi cerebro que está tratando organizar mis pensamientos. Fue una desgracia con suerte”.
En 2016 se hizo famoso por realizar un cuadro de la entonces candidata demócrata Hillary Clinton. Temía por la victoria -luego concretada- de Donald Trump. Ya había trabajado para grandes estrellas como Emilio y Gloria Stefan, y Oliver Stone. Tras realizar esa obra —en la que se ve a Clinton con la bandera y el mapa de Estados Unidos, y el lema Vote por Hillary— desde el Partido Demócrata se contactaron con él.
Tenía poco más de treinta años cuando llegó a Estados Unidos. Se instaló ahí y comenzó a trabajar en sus obras. Eso fue en 1995. “Llegué para hacer una muestra en el Art Miami. Ahí me contratan los dueños de una compañía para pintar un techo, luego me contratan para hacer unos murales, que terminan saliendo de fondo en una película de Oliver Stone. Después terminé pintando para él”, cuenta.
En el 2000 lo contrató por una empresa rusa para diseñar los muros del Hotel Marriott, frente a las Torres Gemelas. El 11 de septiembre de 2001 nada menos, era su primer día de trabajo. “Ahí me agarró: casi se me cae encima la Torre Norte”. El mundo cambió para siempre. Él también. Estaba en un subte de Nueva York cuando un avión atravesó una de las Torres Gemelas.
Salió de la estación a la superficie, pisó la vereda y ya había una torre destruida. Luego se produjo el segundo impacto y todo se volvió humo, mucho humo. “Me salvé adentro de un auto. Ahí comenzó una evolución en mi pintura: agarré ese momento trágico. Me despertó de alguna manera. La manera más fácil de comunicarme con mi familia fue a través de internet. Esa era la clave”, asegura.
“Soy un pintor que pinta el mundo de internet. Desde la caída de las torres se me prendió la lamparita de que internet era arte: es como la revolución industrial pero del arte. Así como Andy Warhol dijo que no hay nada más pop que las sopas Campbell, yo dije: no hay nada más pop que internet. Tomé a los tres padres del pop y de cada uno saqué algo. Y generé un movimiento: lo denominé Art Movement”, cuenta.
Vigilante es un precursor. Así se define, de alguna forma. “Mi pintura cobró un sustento filosófico que es irrefutable: internet es arte. Proponía que todos estos dispositivos, que esta charla que estamos teniendo, o cuando mandás un email, un whatsapp... eso es arte. Es el manifiesto. Creo que fui la primera persona en el mundo en usar en el arte elementos o simbología que tiene que ver con internet: un hashtag, una arroba, un email”, asegura.
Ahora recuerda su primera muestra para Art Basel, que se basaba en emails. Email is my art era el título. Fue después del atentado a las Torres. “Todavía no estaba el auge de las redes sociales”, aclara y continúa: “Después sumé a mi pintura los hashtags, los likes. Y llegamos a la pandemia: el mundo estaba cerrado y yo desplegaba y diseñaba retratos en los cuales incluía internet. La gente en la pandemia se volcó a internet y yo llegaba a esas personas con retratos que les hacía”.
Así fue que muchas celebridades, al verse en las pinturas de Vigilante, se interesaron. “Muchos me retuiteaban o reposteaban esos retratos y eso me hizo estar presentes en muchos hogares. Así fue cómo me descubre una empresa coreana. Entonces me contratan y me encargan 45 cuadros que retratan la vida del tenor Kim Ho-joong. Por eso vine a Corea. Por eso estoy acá”, dice.
Basta con recorrer sus redes para ver de qué se trata lo que está viviendo. Desde Palermo, de estudiar Bellas Artes en la Prilidiano Pueyrredón y seguir los pasos de su padre (el pintor Juan Vigilante, a quien perdió cuando tenía tres años) a este presente, al otro lado del mundo. “La pintura está en mis genes. Haga lo que haga, no sé por qué, el destino siempre me lleva a pintar”, asegura. “Esperan más de un millón de visitantes”, informa. Y todavía él, no lo puedo creer.
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