1. “En términos de experiencia colectiva, el periodo justo antes de 1968 (la época de los Beatles) hasta los años 80, fue probablemente el más interesante. A nivel personal, el periodo que ha sido más luminoso de mi vida fue entre los 45 y los 60 años, cuando tuve la impresión de ser realmente una mujer libre que hacía lo que quería. Fue una época de gran libertad para mí, en la que me sentía bien con la vida”.
2. “Estoy absolutamente de acuerdo con el #MeToo. Ciertamente hay excesos, pero lo importante es que las mujeres ya no aceptan este tipo de comportamientos. En Francia se habla mucho de nuestra cultura de la seducción, pero no es seducción, es dominación masculina. El abuso no es sólo en el ámbito sexual, está presente en todas partes, incluso en la literatura. Las escritoras son invitadas mucho menos para los programas de televisión, donde hay tres hombres por cada mujer. Existe la idea de que una mujer es novelista y un hombre escritor...”
3. “Sé que estamos acostumbrados a decir escribir en términos formales, pero siempre estamos escribiendo algo. Y esto importa mucho. Recuerdo que de niña escribía redacciones escolares sin sufrir, con cierto placer incluso, y también dos o tres cuentos durante las vacaciones de verano. Cuando tenía 16 años, empecé a llevar un diario, y también escribí algunos poemas, y varias chicas hicimos lo mismo. ¿Podemos hablar del deseo de escribir? No lo creo, no en el sentido fuerte: eran actividades en la estela de la lectura, ligadas a la adolescencia, al deseo de confiarse. Más tarde, en cambio, a los 20 años para ser exacta, tuve el verdadero deseo de escribir una novela. La empiezo y no la termino. Dos años después, la retomo, la termino y lo envío a la editorial, donde lo rechazan. Y vuelvo a empezar”.
4. “No creo que haya un salvajismo intrínseco en los hombres. Yo hablaría más bien de un consentimiento implícito a este salvajismo, vivido casi como una ley casi natural. Es como si la realidad se impusiera con toda su fuerza y brutalidad, y que fuera inapelable. Por ejemplo, nuestra época ha dejado de considerar la pérdida de la virginidad como algo primordial, al menos en la sociedad occidental. Antes, durante mucho tiempo, fue el evento principal en la vida de una mujer”.
5. “El mundo de la burguesía es un mundo completamente extraño para mí. Hace mucho tiempo escribí esta frase, que aún hoy firmo: “Me dan pena los burgueses”. Lo que quise y quiero decir es que en el fondo no entienden el mundo real, por lo que saben menos que yo. El dominado, de alguna manera, tiene más conocimiento que el dominante. La señora de la limpieza suele percibir cosas que la persona que la emplea no sospecha. El mundo de la burguesía y mi mundo son totalmente irreconciliables”.
6. “En mi casa, lo que se comía lo preparaba mi padre. No mi madre. En aquel momento, esta inversión de papeles parecía extraña, casi impensable ¡Cómo podía cocinar un hombre! Causaba asombro y risas... Aún así admiraba la forma en que otras mujeres, que no trabajaban y permanecían en la casa, conocían todo tipo de recetas, y cómo podían hacer comidas ordenadas, rituales y armoniosas. Mientras que las comidas que conocí, encuentros ordinarios entre nosotros, o situaciones festivas, se acercan a la gran descripción de Pierre Bourdieu de la comida popular que no obedece a rituales, donde los modales en la mesa están ausentes... No había modales en la mesa: cada uno comía como le apetecía, sin esa distancia que ordenaba, por ejemplo, no abrir la boca al comer, no atragantarse”.
7. “Mi cuerpo no es diferente al de un hombre en términos de deseo y sexo. Lo que hay que entender es que antes de la anticoncepción y de la legalización del aborto, “quedarse” embarazada era un acontecimiento que sacudía la tierra y una revelación brutal de que había una condición femenina. Incluso se podría decir que era un destino, que dependía de algo ciego en el cuerpo. Una era golpeada por un gran choque, mientras que el cuerpo masculino parecía gozar de total libertad, incluso de impunidad... Había un abismo entre los sexos en aquella época, y las mujeres estaban relegadas a una soledad esencial. Desde mi propia experiencia como mujer, liberada posteriormente por la anticoncepción, y para quien tener hijos era una elección, esa sensación inicial de igualdad está probablemente más presente”.
8. “Siempre estoy muy contenta cuando se traducen mis textos y confío en el traductor sin tratar de intervenir en su trabajo, incluso cuando sé leer el idioma, como en el caso del inglés, o lo conozco un poco, como en el caso del italiano. Pero si él o ella quiere hacerme preguntas sobre una palabra, una expresión, un detalle histórico, respondo de buen grado. Ambas actitudes -de consultarme o no- me parecen legítimas. Es ciertamente un acto de fe, aunque no una fe ciega, saber que el editor elige a alguien que sabe que es capaz”.
blockquote class="twitter-tweet">Annie Ernaux écrit, depuis 50 ans, le roman de la mémoire collective et intime de notre pays. Sa voix est celle de la liberté des femmes et des oubliés du siècle. Elle rejoint par ce sacre le grand cercle de Nobel de notre littérature française.
— Emmanuel Macron (@EmmanuelMacron) October 6, 2022
9. “Dos libros me decidieron a escribir. Uno fue El segundo sexo de Simone de Beauvoir. Fue una revelación. De repente lo entendí: el feminismo es imprescindible. Y el segundo fue Distinción, de Pierre Bourdieu. Trata de las diferencias culturales entre las personas nacidas en una determinada clase y las que ascendieron socialmente. Al leerlo, me di cuenta del abismo que me separaba de mi medio original, pero también de que nunca pertenecería realmente al nuevo. Fue entonces cuando supe que tenía que escribir sobre eso”.
10. “Sitúo mi escritura en el presente, en relación con mi tiempo. Estoy obligada a tener en cuenta las creencias de mi tiempo, a situarme en relación con ellas. Lo hago de forma más o menos consciente. No es lo primero en lo que pienso cuando escribo, pero está implícito. Siempre hay un aspecto actual en la escritura”.
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