En el imponente marco del Teatro Avenida, recientemente reinaugurado luego del parate de pandemia, debutó en la noche de ayer el espectáculo Por Siempre Tango, en el cual tres generaciones de artistas se dan a la experiencia de cantar y tocar con la gran figura de la música ciudadana de todos los tiempos, el Zorzal Criollo Carlos Gardel.
La proyección de un holograma sobre la escenografía permite ver a Gardel aparecer en la puerta de un bar. Desde la platea la ilusión es completa, la figura se presenta de pie y simulando un tamaño real. Lo tenemos ahí, ante nuestros ojos, al morocho del abasto.
Los otros dos pilares del espectáculo no son menos singulares que esta posibilidad que nos da la tecnología, se trata por una parte de la Orquesta Aeropuertos Argentina 2000, compuesta por 45 jóvenes músicos de entre 15 y 22 años quienes comandados por el director Néstor Tedesco, nos ofrecen su trabajo en clave sinfónica del repertorio Gardeliano entre otras piezas clásicas del tango de distintas épocas y autores. Esta orquesta surgida a partir de la iniciativa del empresario Eduardo Eurnekian está compuesta por jóvenes provenientes de barrios vulnerables como la villa 31 de la ciudad de Buenos Aires, quienes tienen la posibilidad de realizar su formación musical a través de becas y concursos bajo la tutoría del maestro Tedesco. El show tendrá dos nuevos encuentros, el viernes 7 y sábado 8 de octubre. La producción general fue realizada por Héctor Cavallero y la puesta en escena por Marina Svarztmann.
Para este espectáculo, la orquesta además cuenta con la participación como invitados de dos experimentados músicos provenientes del tango contemporáneo: Andrés Linetzki en el piano y Ramiro Boero en el primer bandoneón aportan pulso tanguero y gran experiencia acumulada desde muy jóvenes en estos más de veinte años de desarrollo del tango del siglo XXI.
El elenco se completa con la presencia de los tres cantores que intercambian a su turno con la figura de Gardel: Ana Fontán, cantante, actriz y bailarina con gran trayectoria en el rubro de espectáculos teatrales de compañía tanguera. El todo terreno Ariel Ardit, quien con su estampa de cantor nacional se presenta tanto en grandes escenarios como en milongas del circuito independiente. Ambos aún jóvenes pero experimentados comparten cartel con uno de los veteranos del tango que continúa trabajando con gran vitalidad, Néstor Fabian, quien en cada una de sus apariciones con breves alocuciones y referencias intenta establecer un puente entre el Buenos Aires de ayer, del que fue protagonista en su niñez como gran parte del público y las juventudes presentes tanto arriba como abajo del escenario.
Unos minutos después de las 21 y con la sala llena un popurrí oficia de obertura y la orquesta en pleno abre el show. Inmediatamente después, por primera vez en la noche aparece la figura de Gardel saludando a la orquesta y para introducir al público en las claves del espectáculo.
Como en todo espectáculo musical tanguero no faltan las parejas de bailarines, quienes a continuación realizan la primera de sus apariciones aportando gran despliegue de tango danza de escenario al ritmo de Danzarín, pieza fundamental de quien fuera apodado el bandoneón mayor de Buenos Aires, Anibal Troilo “Pichuco”. En un poco más de hora y media de espectáculo, las tres parejas de bailarines intercalan sus apariciones con los cantores, cambian su vestuario y, siempre dentro de lo que es conocido como tango danza de escenario, trabajan estilos más al piso y marcados con la Yumba, o más canyengue con La Cumparsita.
A continuación aparece la primera voz de la noche, se trata de Ana Fontán, que en cada una de sus participaciones hace uso de sus dotes actorales para la interpretación de los tangos según su carácter, aportando drama o picardía como en el caso de El Choclo, melodía tanguera de fines del siglo XIX, con la actualización letrística que le aportó Enrique Santos Discépolo en el año 1947, cuando el género musical era mucho más que eso, era la misma atmósfera en que se vivía en los barrios en las grandes ciudades argentinas, el ser nacional. En la mayor parte del espectáculo Fontán trabaja sobre la figura de Tita Merello y otras divas de las épocas doradas del tango y el cine nacional cuyas imágenes son proyectadas en pantalla gigante durante un popurrí que incluye La Morocha, Pipistrela y ¿Dónde hay un mango? Celebre ranchera de Francisco Canaro e Ivo Pelay, lanzada en el año 1933, durante mayor crisis económica global del siglo XX. Hacia el final del espectáculo, Fontán se corre del registro picaresco arrabalero para dar sentidas interpretaciones de La Cumparista y Adiós Nonino.
Sucede a la dama la figura de Carlos Gardel, con la interpretación de Che Bartolo, clásico lunfardo con letra del centenario Enrique Cadícamo y la joven orquesta se da el gusto de acompañarlo. El ensamble suena ajustadísimo y la ilusión de artistas y público se hace realidad gracias al gran trabajo del realizador digital Sergio Neuspiller. La participación de Gardel alterna el registro de arrabal de Che Bartolo y Mano a mano con la Chanson Francaise.
Llega el turno de Ariel Ardit, cordobés de nacimiento y porteño por adopción que inició su camino en el tango en una mítica sede del under porteño, El boliche de Roberto del barrio de Almagro. Desde esas geografías tan frecuentadas por el espectro de Carlos Gardel, Ardit salió al mundo y se consagró como la gran figura del cantor nacional de estos tiempos. Mi Buenos Aires querido, Cuesta abajo, El día que me quieras, todo el repertorio Gardeliano del espectáculo queda naturalmente a cargo de su voz, alternando con el mismísimo Carlos Gardel.
Párrafo aparte para el octogenario cantor Néstor Fabian, quien se llevó las ovaciones de la noche. Alabado por sus jóvenes colegas en el escenario, Fabian se luce en el repertorio del autor que le dio impulso a su carrera en el tango: el maestro Mariano Mores. Canta Uno de Mores y Discépolo, recorre el escenario, mira a los ojos a los primeros plateistas y alza su mirada a los palcos. Más tarde, vuelve a lucirse con la belleza de Grisel y se emociona y emociona al público con una carismática versión de una joya de los años sesenta Balada para un loco de Ferrer y Piazzolla nos lleva a aquellos años de juventudes vanguardistas.
Hacia el final, vuelve el morocho del abasto para advertirnos que es tarde pero no tan tarde como para que llegue a jugar su suerte en una última carrera en el hipódromo, su otra pasión además de la música. Se despide con Por una cabeza y todo el elenco de cantores se suma para cantarla con él.
Fotos: Nicolás Stulberg
* “Por siempre tango” se vuelve a presentar el viernes 7 y sábado 8 de octubre a las 21 hs. en el Teatro Avenida (Av. de Mayo 1222, CABA).
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