Se podrá coincidir ampliamente, superando toda grieta, que si hay una terna que no tiene reconocimiento en los Premios Gardel es la de los cantitos de cancha, que son no solo entonados por hinchas de los distintos equipos con fervor pocas veces visto, sino que se han convertido en elementos nucleares de la constitución, a cada momento, de la cultura popular.
Es necesario señalar, en este punto, que es claro que el alumno superó al maestro y que no debe dejar de consignarse a tal maestro y tal alumno. En este caso, y en ese orden, Inglaterra y Argentina. Como es sabido, el fútbol, o football, tiene origen británico, y los ingleses tienen una gran tradición juglar, que se remonta al medioevo, cuando estos personajes iban de ciudad en ciudad cantando historias y llevando, a la vez, mensajes de una geografía a otra. Geoffrey Chaucer escribió ese libro fundacional llamado Los cuentos de Canterbury (cuya versión fílmica dirigida por Pier Paolo Pasolini toda persona de bien debería ver). Entonces, ya las cosas en las canchas británicas estaban animadas por los coros musicales de los simpatizantes de cada club. En la Argentina, se sabe, el fútbol, que era un divertimento de señoritos, se hizo rápidamente popular y habita cada centímetro del país. Bien: las primeras canciones de las hinchadas eran todas de las murgas, adaptadas de ellas. Pero también se sabe que a diferencia de la murga uruguaya, que enaltece el canto, la argentina refiere, sobre todo, al ruido y al movimiento espástico. Así estaban las cosas, entonces.
Pero llegó la década de 1960, y los fans futbolísticos británicos comenzaron a adoptar, por épocas de ondas largas, melodías del pop y del rock a las características historias, e incluso derrotas, de sus héroes deportivos. Lo de las “ondas largas” refiere al tiempo en que los hinchas sostienen esos verdaderos himnos. Por ejemplo, el himno popular del balompié inglés Its coming home - Three Lions se remonta a 1996, cuando unos cómicos de la BBC hicieron una canción paródica que remitía a las tres décadas desde la última copa obtenida en 1966, pero que fue tomada por los hinchas, reversionada, y cada Mundial se convierte en un coro común que une a los habitantes del Reino Unido en una esperanza común. ¡Hasta Robbie Williams grabó una versión de ese himno! El estribillo dice así:
It’s coming home
It’s coming home
It’s coming
Football’s coming home (x4)
Es decir: “está viniendo a casa, está viniendo a casa, viene… el fútbol está viniendo a casa”.
En América, como decíamos, el discípulo superó al tutor. El cantito de cancha argentino no tiene parangón en otro lugar del mundo. Por ejemplo, el cantito histórico chileno es: “Chi-chi-chi, Le-le-le, viva Chile”. Sin ningún tipo de chauvinismo, ¡no hay punto de comparación! Según Manuel Soriano, que escribió el libro Canten putos. Historia incompleta de los cantitos de cancha (El Gourmet Musical): “Descubrí que los cantitos de cancha son un terreno de cultura popular, que quizás es un término que se usa muchísimo pero en este caso está muy justificado. Son cosas que la gente canta y ni siquiera sabe de dónde viene. Son canciones que se conocen más por el cantito de cancha que por la canción original en su mayoría”. Y es que es así.
No hay mayor honor para un compositor del pop o rock argentino cuando su creación se vuelve cantito de cancha. Por el otro lado, la adaptación de la letra al formato cancha es obra de un autor o autores anónimos, que pueden transformar una canción de Sergio Denis, Valeria Lynch o Los Palmeras en un himno de una hinchada. Un fenómeno complejo, pero que así y todo debería ser premiado en los Gardel.
El cantito de cancha se expande al jardín de infantes con el: “Eoé, ¡salchicha con puré!”, a los recitales donde los fans alientan la llegada de las bandas con canciones de su propio registro. O al campo de la protesta social.
Se habrá notado que las marchas son animadas por canciones, parlantes, cantores improvisados. En la izquierda las canciones suelen ser kilométricas, sin fin, programáticas, poco dadas al contagio. La movilización sindical es diferente. Por ejemplo, el gran conflicto sindical de estos días es el del reclamo de los trabajadores del neumático por salario. ¿Qué cantan? Con el ritmo de “It’s a heartache” de Bonnie Tyler, cantan: “¡Sindicato de los trabajadores / y ahora que la crisis / la paguen los patrones”. Y luego de que el ministro de Economía anunciara la apertura de las importaciones, un nuevo hit se impuso. Algo así como: “Sergio Massa *Sansón*, Sergio Massa *Sansón* / Sos un laraliralarara laralarala lalaló”, etc. Una muestra de creación sintética y contundencia. No se sabe, de todos modos, si correspondería una nominación al Gardel.
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