La octava edición de la Semana del Cine Italiano comienza este jueves con la proyección en el Complejo Cinépolis Recoleta de algunas joyas del cine contemporáneo de Italia y otras cintas en calidad de preestreno, que, según una de las organizadoras, se puede mantener gracias al apoyo estatal, frente al vendaval de títulos estadounidenses.
“Llegamos a la octava edición a pesar de los dos años de pandemia. Los argentinos aman el cine italiano, y lo hemos constatado gracias a la promoción hecha en la redes sociales. El lazo entre estos dos países sigue fuerte y estable”, dijo la directora del proyecto de la promoción del cine contemporáneo del Instituto Cinecittá, Cristina Cassano.
Serán nueve títulos en total los que se podrán ver en el Complejo Cinépolis Recoleta hasta el 5 de octubre, todos ellos seleccionados por Giorgio Gosetti, director ejecutivo de la sección Giornate degli autori (Las jornadas de los autores) del Festival de Venecia. Una de las condiciones para formar parte de la semana es que las películas elegidas deberían haber participado en uno de los festivales internacionales más reconocidos: Berlín, Cannes, Venecia, Toronto.
“El cine contemporáneo italiano -señaló Cassano- ha reproducido diferentes estilo narrativos por género y lenguaje contando las historias de una sociedad en continua evolución social y cultural. Un ejemplo son los numerosos documentales producidos que llamamos transgender porque son mitad ficción y mitad documentales, y pertenecen a nuestro neorrealismo contemporáneo, algunos ejemplos son Sacro Gra, Fuocoammare, Furutra y Giggi, la legge”.
Al mencionar “neorrealismo” es imposible no vincularlo con ese movimiento creado por cineastas de posguerra como Federico Fellini, Vittorio de Sica o Pier Paolo Pasolini y que luego fue tomado por otros, como Bernardo Bertolucci, quienes indagaban en las penurias de una clases baja que intentaba subsistir y en temas existenciales.
Un cine que luego fue apropiado por grandes cineastas de Argentina y otras latitudes. A modo de ejemplo, Martin Scorsese tiene su propio (y fabuloso) documental, Mi viaje a Italia, en el que explica cómo esas películas lo influenciaron para crear obras como Toro Salvaje o Taxi Driver.
En esta edición, la Semana del Cine Italiano presenta atractivas obras como Ennio, el Maestro, del destacado director Giuseppe Tornatore, quien documentó la vida de Ennio Moriccone, creador de las más emblemáticas bandas de sonido del cine. Como también la última película de Marco Bellochio: Marx puo aspettare, que tuvo su paso por el último Festival de Mar del Plata.
También se podrán ver El colibrí, de Francesca Archibugi; No odiarás, de Mauro Mancini; El legionario, de Hleb Papou; América Latina, de Damiano D’Innocenzo, Fabio D’Innocenzo; Ariaferma, de Leonardo Di Costanzo; II predatori, de Pietro Castellitto; Le sorelle Macaluso, de Emma Dante.
—El cine europeo, ¿puede competir con Estados Unidos?
—Es muy difícil y en cada país es la misma situación. En Italia el mercado cinematográfico está saturado de películas americanas, y muchas italianas tal vez no tienen la suerte de ser estrenadas, y si están en cine, solamente lo hacen un fin de semana.
—Entonces, en Europa, ¿se podría hacer cine sin la ayuda estatal?
—Solo el 1% de la películas italianas tienen la suerte de ser producidas por una plataforma como Netflix o Amazon. La mayoría se producen gracias a incentivos fiscales. Aunque haya una coproducción con un país extranjero, la película para obtener este incentivo debe ser de nacionalidad italiana.
—¿Cuál es el rol que tiene el cine como acervo cultural en Italia?
—El cine tiene un rol muy importante porque inspirándose en obras teatrales, en historias reales, y en libros ha permitido que el publico pueda conocer estos temas poco conocidos. El cine debería ser disfrutado como instrumentos de conocimiento para promover nuestra cultura, tradiciones e historia, porque es un medio de comunicación rápido y eficaz que puede llegar a los jóvenes y a los adultos.
Fuente: Télam S. E.
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