“Profesión: directora de fotografía”. O compositora de bandas sonoras, o sonidista… ¿Se corresponden estas afirmaciones con la realidad del sector audiovisual en España?
En los últimos años, la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA) ha publicado datos que revelan la escasa representación de la mujer en la industria audiovisual española.
Su informe de 2021 contabiliza un 33% de mujeres y un 67% de hombres empleados en este ámbito, siendo este porcentaje inferior en determinadas categorías, como la composición musical (11%), la dirección de fotografía (15%), el sonido (19%) o la dirección (19%).
Otros cargos masculinizados son la producción ejecutiva (con un 32% de mujeres), y el montaje, el guion y los efectos visuales (con un 26%). Todos ellos comparten aspectos como el liderazgo, vinculados históricamente con el estereotipo masculino.
En el polo opuesto, el de las ocupaciones con mayor participación femenina, encontramos el diseño de vestuario (el 88% de las que lo ejercen son mujeres) y el maquillaje y peluquería (74%). En ambas áreas identificamos características comunes desde una lectura de género, al estar conectadas con el campo de la estética, tradicionalmente vinculado a la mujer.
Subir en la pirámide, bajar en cantidad
La distribución de las funciones mencionadas se puede reflejar en una pirámide con cuatro niveles:
A medida que subimos en la jerarquía, la presencia de mujeres desciende. Los cargos donde hay más son los ubicados en las ocupaciones con menos prestigio. Además, son minoría las que asumen responsabilidades directivas. Se produce una segregación vertical, ya que el liderazgo y la toma de decisiones suelen estar en manos de los hombres.
Este desequilibrio es fruto también de una segregación horizontal, por la que los valores socialmente asignados a un sexo se trasladan al entorno laboral, considerándose “femeninas” determinadas ocupaciones. Es importante señalar el impacto de la brecha digital, ya que hay un porcentaje menor de mujeres en labores relacionadas con la tecnología (23%) que en puestos de dirección (28%).
¿Qué dicen las mujeres del sector audiovisual?
Más allá de las cifras, resulta interesante conocer las impresiones de aquellas que trabajan en las películas y las series producidas en España. Profesionales de todas las categorías mencionadas (algunas de ellas con una trayectoria reconocida por los premios Goya, como la directora Juana Macías o la directora de sonido Eva Valiño) han colaborado con un grupo de investigadoras de la Universidad Nebrija en una aproximación más cualitativa a la realidad que acabamos de describir.
La primera conclusión de este fructífero diálogo es su interés por dar visibilidad a la situación de desequilibrio descrita y conseguir una toma de conciencia. Es un sector que da la sensación de estar muy avanzado y, sin embargo, “tenemos los mismos datos o peores que la industria automovilística”, asegura Macías. Coinciden en que entrar en el mundo audiovisual no es fácil y, mucho menos, ascender. La realizadora y editora Victoria Mora, al referirse al área de los efectos visuales, afirma: “Dicen que somos más organizadas, que tenemos mejor trato con los equipos, pero los jefes y los que al final se llevan el mérito son ellos”.
La educación en igualdad es un factor determinante al que se refieren las profesionales consultadas: “Hemos recibido estímulos por habernos educado en una sociedad machista que dificultan posicionarse y ganarse un espacio”, declara la guionista Diana Rojo. La directora de arte Lorena Palomino expresa lo difícil que es liberarse del “síndrome de la impostora”, porque a la mujer se le enseña a mantenerse en un segundo plano y quitarse mérito. Por eso consigue hacer maravillas con un presupuesto reducido, pero, al mismo tiempo, eso repercute en su capacidad de “pensar en grande”, como apunta Macías.
Además, las mujeres son encasilladas en determinado tipo de proyectos, por aquello de “la mirada femenina”. Es raro que puedan escribir o dirigir un thriller, aunque esto se debe también a que no tienen la oportunidad de encabezar producciones con presupuestos altos (como pueden ser las películas de género). Lo anterior redunda en la falta de referentes, lo que sigue condicionando, según expresa Valiño, las opciones profesionales elegidas por las jóvenes.
La disparidad de opiniones respecto a la cuota femenina está presente en los resultados obtenidos en la investigación. Se manifiestan posiciones diversas, que van del total respaldo, por considerarla una herramienta para dar oportunidades, hasta el recelo, por temor a que la cuota se utilice para cuestionar el mérito de las mujeres.
Oportunidad de cambio
La industria audiovisual española vive un momento de auge tras convertirse el país en el centro de producción europea de Netflix y posicionarse este sector como uno de los prioritarios dentro de los programas de financiación europea.
El aumento de las producciones habría de traducirse en un incremento de la aportación femenina a las creaciones audiovisuales que permita una visión más rica y diversa.
En los últimos años se han experimentado ciertos avances, pero aún es noticia que una mujer como Carla Simón se alce con un gran premio en el Festival de Cine de Berlín. “Hemos llegado para quedarnos”, reivindicó la directora al recoger su galardón. “Si somos la mitad del mundo, tenemos que contar la mitad de las historias”.
* Es profesora e investigadora en la Universidad Nebrija. Doctora en CC. de la Información (UCM), Universidad Nebrija.
Publicada originalmente en The Conversation.
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