Argentina, 1985, la película que la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina eligió para que compita por un lugar en la categoría Mejor película internacional de los próximos Premios Oscar, llega a 223 salas de todo el país a partir del jueves 29 de septiembre, aunque no se podrá ver en las grandes cadenas.
Luego de ganar dos distinciones en el Festival Internacional de Cine de Venecia, y de recibir el pasado sábado el premio del público en el Festival de Cine de San Sebastián, la película de Santiago Mitre se sumergió en la disputa entre las salas de cine y el streaming, ya que no se pasará en las salas más grandes por el desacuerdo de éstas con el poco tiempo (45 días siguientes al estreno) que transcurrirá hasta estar disponible en la plataforma Amazon Prime Video -uno de los productores junto a Infinity Hill, La Unión de los Ríos y Kenya Films.
“No vamos a negar la realidad, el sistema está cambiando. Por supuesto que nos da tristeza. Querríamos que esté en todas partes” y que “la pudiese disfrutar la mayor cantidad de gente posible”, dijo Axel Kuschevatzky, uno de los productores, en una rueda de prensa posterior a la proyección de presentación del filme en Buenos Aires, a la que también acudieron sus protagonistas, Ricardo Darín, Peter Lanzani y Alejandra Flechner.
Y señaló que la película “no va a estar solamente tres semanas” en los cines hasta que eventualmente se estrene en Amazon Prime Video, aún sin fecha confirmada, sino que se va a quedar en cartel en la medida que el público la vaya a ver. Por otro lado, la cinta se estrenará el 30 de septiembre en EEUU, España y Uruguay y el 5 de octubre en Chile.
Argentina, 1985 fue de las más aplaudidas en el Festival de Venecia y ha sido premiada por la Federación Internacional de Críticos de Cine, recogió elogios en la 70 edición del Festival de Cine de San Sebastián en España, en tanto se exhibirá en los festivales de Zurich y de Londres y también representará a Argentina en los Premios Goya 2023.
El filme arranca en 1984, ya en democracia, luego de la asunción de Raúl Alfonsín a la presidencia. De entrada –mediante unos textos en pantalla– pone al espectador en la específica situación que se vive respecto al Juicio a las Juntas, detallando la manera en la que los tribunales militares vienen evitando hacerse cargo del tema. De vencerse el plazo que tienen para expedirse –dicen los textos–, el juicio debería caer en manos civiles, más precisamente en la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de Buenos Aires, cuyo fiscal es Julio César Strassera.
Pero Argentina, 1985 cambia rápidamente de tono y con lo que nos encontramos es con la vida familiar de Strassera (Ricardo Darín), un hombre casado (Alejandra Flechner encarna a su esposa, Marisa) y que tiene dos hijos, una chica adolescente y un niño, varón. Su principal problema, en ese entonces, pasa por investigar al hombre con el que su hija está saliendo, un tipo un tanto mayor que, él sospecha, puede ser “de los servicios”. Y Julio César Strassera no tiene mejor idea que mandar a su hijo pequeño a seguir a su hermana mayor en plan detectivesco. No será la única vez que lo use para eso.
Al conocer la noticia de que los militares no se han expedido sobre el juicio en cuestión, Strassera ya adivina que caerá en su escritorio. Y parece querer evitarlo a toda costa, poniendo excusas para no atender a representantes del Gobierno que quieren reunirse con él. No se trata, simplemente, de no querer hacerse cargo del problema sino que el fiscal sospecha que el juicio será solo una fachada, sin reales consecuencias (las declaraciones del ministro del Interior Antonio Tróccoli en la presentación televisiva del informe de la CONADEP dan a entender eso) y él no quiere prestarse a ese juego.
Pero no podrá evitarlo y allí se dará cuenta de que está bastante más solo de lo que cree, como el sheriff de algún western clásico que tiene que enfrentar el peligro que se viene mientras todos los demás se esconden. Allí, el hombre no solo cae en la cuenta de que la mayor parte de sus colegas de Tribunales prefiere evitar meterse con el tema sino también que muchos de ellos son, como él mismo dice, “bastante fachos”, y que es mejor no contar con ellos. En paralelo, su familia empieza a recibir amenazas telefónicas y, a su pesar, le ponen dos personas de seguridad para que lo cuiden de potenciales atentados.
Acompañado por el autor teatral Carlos Somigliana (a cargo de Claudio da Passano), que trabaja en Tribunales y se convierte en su primer aliado –y sostenido “moralmente” por un abogado ya retirado que interpreta Norman Briski–, a Strassera no le queda otra que sumar a su equipo al joven abogado Luis Moreno Ocampo (Peter Lanzani) y a un grupo de veinteañeros recién recibidos, que son los que estarán a cargo de recopilar la enorme cantidad de información que precisan para probar sus acusaciones, además de convocar a testigos desparramados por todo el país, muchos de los cuales no quieren saber nada con la idea de testimoniar en un momento en el que sus torturadores circulan libremente.
Moreno Ocampo tiene, a la vez, sus propios problemas, ya que es parte de una familia de tradición militar y su participación como fiscal contra las Juntas lo enfrenta a todos ellos, pero especialmente a su madre, que no solo no quiere saber nada con que participe de ese juicio sino que defiende lo hecho por los militares en “la lucha contra la subversión”. Lo que seguirá, de ahí en adelante, será el juicio en sí, con sus circunstancias históricas más o menos conocidas, algunos de sus testimonios más potentes, los manejos políticos que se siguen desarrollando en paralelo, las presiones y las amenazas, hasta llegar al consabido y épico final con el alegato del fiscal.
La lista de 223 salas en las que se estrenará:
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